viernes, 31 de mayo de 2019

LA PRIMERA REVOLUCIÓN ECONÓMICA

Me hacía gracia cuando hablaba con Vicente, (el mismo con el que debatí acerca de "El combustible del futuro"), la cantidad de veces que hacía alusión al momento de la historia en la que el hombre cambió sus hábitos de cazador-recolector a ganadero-agricultor, allá por el año 8000 a.C. Para él venía a ser el momento en el que el hombre empezó a dejar de ser libre. Y no estaba equivocado, aunque ese cambio de hábitos haya conllevado lo que hemos venido a denominar progreso.
Parece ser que hay una especie de consenso entre los historiadores en que los pueblos cazadores y recolectores que contaban en su entorno con recursos suficientes dedicaban muy poco tiempo al trabajo. Sus días transcurrían en un ocio casi interminable. Cuando la comida se terminaba, se turnaban para salir del poblado a recolectar, cazar o pescar lo suficiente para unos días más. Como la comida era abundante y no había forma de almacenarla mucho tiempo ni manera de prohibir el acceso a ella, no se necesitaba jerarquía, ni impuestos, ni fuerzas de seguridad. Los conflictos se resolvían de diversos modos, casi siempre pacíficos. La no existencia de bienes materiales, (salvo los de uso personal), generaba que no hubiese tampoco motivos para enfrentamientos serios. Evidentemente, los asentamientos no eran muy grandes y raramente se llegaba a más de cien individuos por lo que la solidaridad y el cooperativismo eran valores muy extendidos en esas pequeñas sociedades.
Bien distinta, como la experiencia nos ha enseñado, es el proceder en las sociedades que se basaron en la ganadería y la agricultura. Si bien es cierto que eso provocó un importante incremento demográfico y la posibilidad de asentamientos permanentes, debido a que los alimentos estaban asegurados, acabó generando el tener que renunciar a mucho tiempo de ocio por las necesidades de trabajo que generan el mantenimiento del ganado y las tareas de labranza, la construcción de viviendas estables, centros de almacenaje y crianza, así como de las infraestructuras necesarias que ambas actividades llevan implícitas, incluyendo los elementos de defensa para defender ganado y cosecha de las distintas agresiones externas. Todo ello, conllevó la creación de la propiedad privada y de la organización social y estatal, acabó provocando el surgimiento de clases sociales y desigualdad social, así como disputas por las propiedades privadas, creación de elementos de defensa comunes y de legislación para resolver los conflictos.
Así surgieron las primeras civilizaciones, con su más o menos compleja organización. Ni qué decir tiene, que igual que aparecen los primeros lenguajes escritos, la creación de tejidos y herramientas, la comercialización de excedentes ó la especialización, también aparecen las primeras guerras, la esclavitud y el sometimiento de unos pueblos por parte de otros.
Parece ser que el hombre se hizo ganadero y agricultor porque se vio avocado a ello, ya que es muy probable que, en aquellos lugares donde existían las especies vegetales y animales adecuadas, como cereales y ovinos, conociera desde mucho tiempo antes la manera de cultivar y criar ganado. Si no lo hizo, fue porque no tenía necesidad. La caza y la recolección le ofrecían una forma de vida mucho más cómoda y relajada. Pero hace unos doce milenios, en determinadas zonas del planeta, se produjo un importante aumento demográfico, que unido a un inesperado cambio climático provocó la escasez de recursos vegetales que provocó que la caza mayor comenzara a escasear. El hombre hubo de subsistir cazando presas más pequeñas, recolectando frutos y raíces que antes habían despreciado, recogiendo marisco y ofreciendo a otros grupos lo que les sobraba para obtener de ellos los recursos que no estaban a su alcance. Aún así, esto no fue suficiente por lo que hubo de incrementar los recursos a su disposición, de modo que se vio forzado a poner en práctica las técnicas que, con seguridad, conocía desde mucho antes, pero que hasta el momento nunca había necesitado. Contra su voluntad, y no por gusto, como creían los optimistas historiadores decimonónicos, la humanidad empezó a cultivar la tierra y a cuidar ganado. La historia de las civilizaciones daba así sus primeros pasos.
Desde entonces hasta nuestros días ya sabemos lo que sucedió. Es la historia documentada. Continuamente el hombre ha sometido al hombre, al principio mediante la fuerza bruta, posteriormente con la fuerza económica, pero la historia se ha ido repitiendo y los poderosos siempre han podido con los débiles y los han sometido para su beneficio propio, al principio mediante el esclavismo o el vasallaje, posteriormente mediante el control del poder de los estados ejercido por parte de las clases pudientes para la obtención de una legislación de conveniencia. El caso es que desde el origen de las civilizaciones, el hombre ha estado buscando continuamente su libertad. Esa libertad arrebatada a partir de la Primera Revolución Económica que fue la que le convirtió en ser civilizado y sometido por lo tanto a la imposición de vivir en sociedades más grandes y complejas con distintas legislaciones que no siempre fueron justas sino, más bien, impuestas.
Se podría decir que en los tiempos actuales el hombre habría conquistado grandes porciones de esa libertad perdida, sin embargo, siempre ha de luchar contra las intenciones de los más pudientes, que intentan recortar esos logros según se van produciendo, aprovechando cualquier situación ventajosa que surja para modificar las legislaciones vigentes en beneficio propio. La lucha de clases siempre ha existido de una u otra forma. Las clases altas siempre han sido una pequeña porción de la sociedad, pero han sido las que han dominado y, cuando han podido, sometido al resto de las población.
Esto se ha visto potenciado en la medida de que la humanidad, a lo largo de su historia, siempre se ha decantado por sacrificar parte de su libertad para incrementar su seguridad, tanto personal como económica. Otro factor importante siempre fue el sistema económico. El capitalismo, implantado actualmente en la práctica totalidad del mundo, es un sistema que siempre se basó en la obtención de capital mediante la explotación de todos los recursos disponibles. Su triunfo se debió a la explotación realizada por parte de unos pocos países pudientes sobre el resto, así como la misma explotación de las clases más pudientes sobre las menos favorecidas. Su variante más moderna es aún más cruel, ya que el neoliberalismo lo que siempre pretendió, y últimamente está consiguiendo, es la desregularización de todo tipo de legislación sobre actividades económicas para lograr así completa libertad de movimiento y que sean los flujos de dinero los que impongan las políticas y la legislación a todo aquel que quiera acceder a él. Detrás de todas esas maniobras, siempre han estado las mismas manos, es el sometimiento de los débiles por parte de los fuertes. En eso sí que no ha cambiado nada desde doce mil años, salvo que la vida en sociedad nos ha hecho menos libres.

martes, 30 de abril de 2019

LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA

Continuamente escucho a los políticos llenarse la boca en pos de la democracia como el único sistema que ofrece al pueblo la libertad de decidir y que cualquier crítica que aparezca al sistema, sólo puede provenir de seres u organizaciones subversivas. Sin embargo, dentro de la demagogia en la que continuamente está inmersa la clase política, cuando alguno de sus miembros habla de democracia está haciendo referencia al sistema democrático representativo que tenemos establecido, aquel que le otorga a ellos, como representantes del poder político, la capacidad de toma de decisiones, olvidando que hay otros sistemas democráticos en los que el pueblo tiene realmente un mayor poder de decisión, más allá de la elección de sus gobernantes.

Dentro de la democracia representativa o indirecta que, por cierto, es la democracia más usada a nivel mundial, el titular del poder político, que es el pueblo soberano, no ejerce el poder directamente sino por medio de los representantes que ha elegido en función de la legislación vigente, que no siempre hace que esa representación sea proporcional a los deseos de sus ciudadanos.

Sin embargo, el origen de la democracia era mucho más participativa. La democracia participativa o directa que surgió en la Antigua Grecia, era una democracia en estado puro, tal como la vivieron sus fundadores atenienses. Las decisiones las toma el pueblo soberano en asamblea. No existen representantes del pueblo, sino, en todo caso, delegados que se hacen portavoces del pueblo, que únicamente emiten el mandato asambleario. Se trata del tipo de democracia preferido no sólo por los demócratas de la Antigua Grecia, sino también para muchos pensadores modernos y para una buena parte del Socialismo y del Anarquismo.

Actualmente, se distingue un tercer tipo llamado democracia semidirecta que tendría una categoría intermedia entre la participativa y la representativa. En la democracia semidirecta el pueblo se expresa directamente en ciertas circunstancias particulares, básicamente a través de distintos mecanismos como el referéndum, donde el pueblo elige sí o no sobre una propuesta, el plebiscito, donde el pueblo concede o no concede la aprobación final de un cambio normativo, la iniciativa popular, por la cual un grupo de ciudadanos puede proponer la sanción o derogación de una ley, o incluso la destitución popular, donde los ciudadanos pueden destituir a un representante electo antes de finalizado su período.

No deja de ser curioso que cuando la gente sale a la calle a pedir una democracia real, se les tache de destructores del sistema por los mismos que se llenan la boca en pos de la defensa de los valores democráticos. Deberían ser más específicos y decir que ellos defienden la democracia en la que el pueblo soberano sólo tenga la capacidad de decidir a sus gobernantes y no tengan ningún tipo de posibilidad de decisión más allá de ese punto, ya que en una democracia más participativa los ciudadanos tendrían una mayor participación en la toma de decisiones políticas, algo poco interesante e incluso molesto para todo gobernante.

Para mí, la democracia en la que los ciudadanos sólo pueden elegir a sus gobernantes por un período determinado sería algo así como una dictadura provisional, entendiendo dictadura como la potestad que tiene un gobierno para dictar sus normas. Es más, repasando los distintos sistemas electorales de los países democráticos más abanderados, se puede apreciar la no coincidencia entre la representación política electa y los deseos en voto de sus ciudadanos, a parte de la nula participación del pueblo en las decisiones que estos tomarán durante la legislatura. Todos estos sistemas abogan por premiar a los partidos más votados con una representación mayor aún que la que les ha correspondido. Incluso en otros sistemas, aquellos en los que hay dos rondas de votación, lo que se elige es un representante único. Todo ello viene motivado por el deseo de una elección de gobiernos estables, es decir, gobiernos que puedan tener poder de decisión irrevocable, aunque para ello haya que darles esos privilegios solamente por ser los partidos más votados, sin importar que con menos de un tercio del consenso universal puedan tener poder absoluto de decisión en el período otorgado.

Lo que me pregunto es si quiere todo eso decir que se considera que la dictadura es la forma de gobierno más estable y, por ello, a la hora de transformar nuestros votos en escaños parlamentarios estos se rigen por normativas que facilitan este tipo de imposiciones gubernamentales cada cuatro años. Parece, por tanto, hipócrita el abanderarse en defensa de un sistema con criterios como que los políticos son los representantes del pueblo, cuando el propio sistema favorece gobiernos en mayoría absoluta merced al apoyo de la minoría más numerosa. No parece que los sistemas democráticos vigentes lo sean tanto como parecen.

Revisando las democracias establecidas en la casi totalidad de los estados democráticos que conforman el mundo, la única forma de democracia imperante es la democracia representativa y dentro de este tipo de democracia, la liberal, muy a semejanza de la instaurada en los Estados Unidos a finales del siglo XVIII es la predominante, aunque también  existe la socialdemocracia instaurada principalmente en los estados escandinavos. Ésta sería una versión de la democracia representativa en la que se recurre a la regulación estatal y a la creación de programas y organizaciones patrocinados por el Estado, para atenuar o eliminar las desigualdades e injusticias sociales que existirían en la economía libre y el capitalismo. La socialdemocracia se apoya básicamente en el sufragio universal, la noción de justicia social y un tipo de Estado denominado Estado de Bienestar.

¡Qué curioso! Todo ello es democracia, sin embargo, las diferencias son bastante grandes entre unas modalidades y otras. Por otro lado, aquellos que abogan por un sistema más democrático, en la que el pueblo soberano tenga una participación más directa en la toma de decisiones, son calificados por los representantes del propio sistema como anti-demócratas, anti-sistema o enemigos del Estado, cuando precisamente lo que están pidiendo es más democracia, pues consideran que este sistema actual está a mitad de camino entre la dictadura y lo que sería una democracia plena.

Puede ser que a los poderes fácticos no les interese que sea el pueblo soberano el que decida y legisle, sino que sean unos representantes de estos, pues así es mucho más fácil influir en la toma de decisiones. Siempre es mucho más fácil hacer cambiar de parecer a un grupo reducido de representantes populares que a toda una nación.

En fin, que como bien es sabido hay varios modelos democráticos y el imperante en la mayor parte de los países del mundo es aquella democracia que menor poder de decisión le otorga al pueblo. Espero que los representantes políticos dejen de dar clases de democracia, sobre todo cuando hacen comentarios acerca de gente que lucha por una mayor y mejor democracia, aquella en la que el pueblo soberano tenga mayor poder de decisión y no esté a merced de unos candidatos elegidos por la minoría más numerosa, a partir de unas listas cerradas dentro de los organigramas de los partidos mayoritarios.

viernes, 22 de febrero de 2019

EL MES DEL RAMADÁN

A finales de Mayo del año pasado viajé a Argel por motivos de trabajo. Era la primera vez que visitaba Argelia y también la primera vez que viajaba a un país mayoritariamente musulmán durante el mes del Ramadán, el mes en el que los musulmanes practican el ayuno con el fin de “quemar” sus pecados (pues la traducción literal de ramadán es quemar).

La verdad es que es tremendamente llamativo comprobar in situ el masivo seguimiento del ayuno diario que condiciona durante todo ese mes la rutina de todo el país. Durante el día todos los establecimientos están cerrados y apenas se ve gente por la calle. El tráfico es casi inexistente, solo se puede ir a comer a los hoteles y los establecimientos que sirven alcohol permanecen cerrados durante todo el mes. Todo esto contrasta enormemente con la noche puesto que a partir de la puesta de sol se eliminan las restricciones del ayuno y se aprovecha para realizar todo aquello que no se ha realizado durante el día.

Esto me dejó bastante impresionado, sobretodo el primer día que lo vi, puesto que cuando fuimos a cenar al centro de Argel desde el barrio financiero, que está a las afueras de la ciudad, las carreteras de entrada a Argel, así como las calles principales, estaban totalmente libres de tráfico. Pudimos aparcar sin ningún problema y no nos encontramos a ningún viandante durante el trayecto que hicimos desde el coche hasta la puerta del restaurante de un hotel del centro de la ciudad. Escasamente dos horas después, cuando salimos del restaurante y ya había anochecido, la situación era muy diferente. Riadas de gente por las aceras, calles colapsadas de vehículos, bullicio, ruido de cláxones, la totalidad de los establecimientos abiertos… Un ambiente impresionante que incitaba a quedarse en lugar de ir a dormir.

En el calendario musulmán, el mes del Ramadán es el noveno mes del año y en 2019 durará desde el atardecer del 5 de Mayo hasta el atardecer del 4 de Junio, puesto que el día musulmán termina al ponerse el Sol. Es el mes del ayuno por lo que no se puede ni comer ni beber durante las horas de sol, salvo casos muy excepcionales. Tiene la peculiaridad de que cada año se retrasa unos once días con respecto a las fechas del calendario gregoriano, el que es oficial en la mayor parte del mundo, debido a que el calendario musulmán es un calendario lunar, correspondiéndose cada mes musulmán con un ciclo lunar completo, lo que se conoce como mes sinódico. Por este motivo la duración de un año musulmán es de 354 días, 8 horas, 44 minutos y 54 segundos, (354,36 días) mientras que un año solar dura 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45 segundos (365,24 días), habiendo una diferencia de 10 días, 21 horas, 3 minutos y 51 segundos (10,88 días) entre uno y otro. Por ese motivo, 32,5 años del calendario gregoriano equivalen a 33,5 años del calendario musulmán.

Al basarse en ciclos lunares, y siendo la duración media de un ciclo lunar de 29,53 días (ya que debido a las perturbaciones de las órbitas de la Tierra y de la Luna, el tiempo real puede variar entre 29,27 y 29,83 días), la duración de los meses del calendario musulmán es de 30 y 29 días de forma alterna. Al igual que el calendario gregoriano tiene ajustes durante los años bisiestos añadiendo un día al mes de Febrero, el calendario musulmán también los tiene durante los años intercalares, donde añaden un día al último mes del año, (Du al-Hiyya, el mes de la peregrinación). Esto se produce cada dos o tres años, en función de una tabla prestablecida, de tal manera que en cada ciclo lunar de 30 años hay once años intercalares, siguiendo la tradición sumeria.

Con respecto a la duración de los días, aunque tanto el día del calendario gregoriano como el día del calendario musulmán tienen de media la misma duración, el día musulmán termina al ponerse el Sol, al igual que el día judío, por lo que los días no duran exactamente 24 horas ya que el Sol no se pone siempre a la misma hora, a diferencia del día del calendario gregoriano, (oficial en la mayor parte del mundo) que dura de medianoche a medianoche (24 horas exactas). Esto se debe a que el islam es una religión que nace a partir de las ya existentes a principios del siglo VII en las zonas más cercanas a la península arábiga, fundamentalmente del judaísmo. Incluso los días de la semana se llaman prácticamente igual para árabes y judíos. Así, al-áhad, al-ithnáyn, al-thalatha, al-arba‘a, al-jamís y as-sabt en árabe y Yom Rishon, Yom Sheni, Yom Shlishi, Yom Revii, Yom Jamishi y Shabat en hebreo significan el primero, el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto y sábado respectivamente, que se corresponden con domingo, lunes, martes, miércoles, jueves y sábado. La diferencia estriba en el viernes. Aunque ambas religiones comparten el viernes y el sábado como fin de semana, para los musulmanes el viernes es el día más importante (al-yuma‘a que se traduce como la reunión, reunión para el rezo), mientras que para los judíos es el sexto día de la semana (Yom Shishi se traduce como “el sexto”), ya que su día más importante es el sábado, (Shabat) el único que tiene nombre propio.

Cabe matizar que el calendario musulmán comienza con la Hégira en el año 622, (concretamente el 16 de Julio) cuando Mahoma tuvo que huir de su ciudad natal La Meca a Medina. Por ese motivo los musulmanes están en el año 1440 desde el pasado 11 de Septiembre de 2018 hasta el próximo 31 de Agosto de 2019. Como curiosidad, resaltar que en el año 21445 ambos calendarios (gregoriano y musulmán) estarán en el mismo año, siempre y cuando sigan existiendo.

Todo esto me dio por pensar en lo difícil que debe ser cumplir con el Ramadán en regiones cercanas a los polos. En las latitudes medias, donde se concentran la mayoría de los países musulmanes, no hay una variación muy grande en la duración de los días de invierno y de verano. Sin embargo, en las zonas más septentrionales, o más meridionales, se puede pasar de apenas tener sol en invierno (lo que supondría no tener apenas horas de ayuno para los musulmanes que allí vivieran) a que éste no llegue nunca a ponerse en verano (lo que significaría estarse casi un mes sin poder comer ni beber). Hay que tener en cuenta que hay aproximadamente un millón de musulmanes viviendo en estas regiones y que en tan solo 15 años se pasa de tener el Ramadán en plano verano a tenerlo en pleno invierno.

También me dio por pensar en lo absurdo de tener un calendario basado en ciclos lunares, ya que pierde toda la utilidad que podría tener el concepto de año. La única ventaja que tiene un calendario lunar es que dependiendo del día del mes en el que se está, la luna estará en un ciclo determinado, (en el caso del calendario musulmán, el cambio de mes coincide con la luna nueva y la mitad del mes coincide con la luna llena). El resto no tiene ningún sentido, puesto que el año se desajusta de las estaciones y la periodicidad de todos los eventos relacionados con los cambios de estación no están asociados a fechas concretas, por lo que cada año musulmán es solo un recuento de doce fases lunares. Unos años el invierno caerá en unos meses determinados y otros años en otros. Y aunque en la mayoría de países musulmanes el calendario musulmán convive con el gregoriano, en países como Arabia Saudita o Yemén, el calendario musulmán es el calendario oficial. De poco sirve el conocimiento cuando manda la religión.

viernes, 25 de enero de 2019

EL SUEÑO DE LA LOTERÍA

Tal y como comentaba en la entrada “La idea definitiva”, cuando estaba en período universitario teníamos como ambición de futuro el poder llegar a retirarnos a los 40, tal y como Marcos nos recordaba en cuanto comenzábamos a hablar de pretensiones futuras. Lo hacía con tal convicción que nos lo llegamos a creer y eso te hace afrontar el futuro con mucho optimismo.

Por entonces estuvimos dándole vueltas al desarrollo de posibles ideas que pudieran ser lo suficientemente lucrativas para llegar a retirarnos precozmente, y no desistíamos porque estábamos convencidos de que tarde o temprano llegaría esa idea definitiva. Pero acabamos desarrollando cada uno nuestra carrera profesional sin sorpresas, en función de lo que habíamos estudiado o para lo que nos habíamos cualificado.

Y han llegado los 40 y el retiro está lejano. Y es justo el momento en el que lo necesito, porque apenas encuentro tiempo para el ocio personal. La lista de películas pendientes de ver, de libros y blogs pendientes de leer, de audios pendientes de escuchar o de lugares pendientes de visitar es cada vez más grande, la frecuencia de uso de mis raquetas (de tenis, frontenis, squash, pádel o ping-pong) es cada vez menor, los balones de baloncesto y vóley llevan años desinflados y hace “siglos” que no juego al billar, al futbolín, a los dardos, al mus o al póker, a pesar de que me encanta. Incluso apenas saco tiempo para leer la prensa.

Y como las ideas no han llegado, me pongo a mirar el pasado para ver qué oportunidades he dejado pasar para haber llegado a los 40 con posibilidades de retirarme. Y ahí es cuando comienzo a darle vueltas a ideas que han triunfado para ver si estuve cerca de algo parecido, a ver qué golpes de fortuna se han dado delante de mis narices y a analizar todas las opciones que se me han ido presentando a lo largo de la vida, tanto las que triunfaron como las que no. Todo ello desde el prisma de alguien que se incorporó al mercado laboral nada más terminar sus estudios universitarios y que no tuvo una idea lo suficientemente brillante como para considerarla válida de cara a embarcarse en una aventura de emprendimiento que mejorara su situación laboral y económica como para poder retirarse ya mismo.

Como las ideas ya las analicé por encima en la entrada “La idea definitiva”, comencé a revisar qué golpes de fortuna podría haber aprovechado. Ahí es cuando recordé que en Aranda han caído tres segundos premios en los sorteos más importantes de la Lotería Nacional, estando yo en edad adulta. En la Lotería del Niño de 2001, el 16761 repartió en Aranda 4.000 millones de pesetas (12 millones por décimo), en la Lotería de Navidad de 2002, el 19576 repartió 28.000 millones de pesetas (16 millones por décimo), y en la Lotería de Navidad de 2012, el 42260 repartió 225 millones de euros, (125.000 euros por décimo). Además, en 2006 también cayó un primer premio del sorteo semanal de la Lotería Nacional en un bar que frecuentaba, el Portillo, y donde siempre compraba para la lotería de Navidad y la del Niño. El 43019, repartió 9 millones de euros (60.000 euros por décimo).

Difícilmente así me pudiera retirar ahora, pues no suelo jugar mucho más de 100 euros en el sorteo de Navidad y nunca he comprado más de dos décimos de un mismo número, por lo que en el caso de que me hubiera sonreído la suerte, tendría algo más de patrimonio, pero no me hubiese retirado, ya que necesitaría haber comprado entre 10 y 15 décimos de alguno de los números afortunados e invertirlos adecuadamente para poderme retirar. Eso sí, al menos pude participar de los festejos con algún que otro amigo y algún que otro familiar que sí que fue afortunado.

Como con la lotería no habría sido posible, recordé cuando estuve “jugando” en Bolsa durante unos añitos. Digo jugando, porque no lo hice para invertir, sino en plan especulativo a corto plazo y sin ser experto. No obtuve beneficios significativos, aunque tampoco salí mal parado a pesar de que me llevé algún que otro susto. Si de los valores del Nasdaq por lo que me decidí, hubiera elegido Amazon o Apple, (invertía en función de consejos de supuestos expertos) y hubiera sido capaz de aguantar hasta finales de este verano pasado, (algo improbable pues en 2005 dejé ese juego) me hubiera podido retirar. Ambos han revalorizado su valor en bolsa algo más de un 25000% (contabilizándolo en euros), es decir, por cada euro que alguien hubiera invertido en aquellos momentos ahora tendría algo más de 250 euros, por lo que habiendo invertido en aquel momento un cantidad de 5000 euros, ahora tendría un millón de euros netos, (después de impuestos) que invertidos adecuadamente serían suficientes para una retirada.

Como con la bolsa tampoco lo hubiese logrado, recordé otro momento que se me quedó grabado, cuando leí en el periódico acerca de la existencia del bitcoin. Lo leí cuando acababa de comenzar su comercialización y con un dólar podías comprar más de mil bitcoins (salió al mercado en Enero de 2009 y el cambio era 1$=1.309,03 bitcoins). Pensé que era una auténtica estafa (a pesar de estar basado en una tecnología muy novedosa) y que el bitcoin no iba a tener una utilidad real puesto que el sistema financiero no lo iba a permitir. Diez años después puedo decir que sigo pensando lo mismo, que el bitcoin acabará desapareciendo sin haberse implantado como instrumento de pago. Eso sí, como instrumento de especulación ha funcionado a la perfección y si hubiera participado de ese juego, hubiese podido conseguir mi objetivo, puesto que a finales de 2017 un solo bitcoin llegó a valer más de 20.000 dólares. Por cada euro invertido en bitcoin a principios de 2009 se habrían obtenido 20 millones de euros a finales de 2017. Es más, hubo tiempo, puesto que hasta Junio de 2010 no llegó a alcanzar el centavo de valor, llegando a alcanzar la paridad con el dólar en Marzo de 2011, por lo que hubo tiempo de sobra para haber hecho acopio de algún que otro centenar de bitcoins.

También tuvo otra revalorización brutal otra moneda virtual que fue bastante anunciada, el Ethereum. Se comenzó a comercializar en Julio de 2014 a 30 centavos de dólar y a principios de 2018 llegó a cotizar a 1.375 dólares, lo que quiere decir que por cada euro invertido se habrían obtenido 4.500 euros. Eso significa que una inversión de 250 euros hubiera sido suficiente para la retirada anticipada.
Como lo de comprar monedas virtuales ni se me pasó por la cabeza, recordé el día que acerté cinco en la Primitiva (y eso que solo jugué a la Primitiva durante un par de años). Solo se trataba de haber cambiado el 4 por el 15 y hubiese ganado tres millones de euros, en lugar de 1.500 euros. La verdad es que me pareció que me quedé muy cerca de la gloria, hasta que hice cálculos y comprobé que por cada acertante de seis tiene que haber 252 acertantes de cinco, por lo que no estuve tan cerca. Bueno, un poco sí, puesto que hay una posibilidad entre 55.491 de acertar cinco. Hay más posibilidades de que te toque uno de los dos primeros premios en la Lotería Nacional que de acertar cinco en la Primitiva

En definitiva, que si al cumplir 40 no me he podido retirar, no hay más que cambiar el matiz a la frase y al menos que sea a los 40 cuando me retire, englobando toda la década, por lo que el reto sigue en pie y hay que poderse retirar antes de cumplir los 50, (a los cuarenta y tantos). Y como ya pienso que es tarde para todo, no me queda otro remedio que echar la Primitiva de manera regular y alguna que otra vez el Euromillones. Yo, que jamás había jugado a la lotería más que de forma ocasional, sabedor de que hay una posibilidad entre 14 millones (concretamente 13.983.816) de acertar todos los números, o una entre 116.531.800 en el Euromillones, y que en varias ocasiones había tratado de ilusos a los jugadores habituales, ahí estoy, yendo todos los lunes a sellar mi boleto, con la ilusión de un principiante aunque con casi ninguna esperanza de obtener nada, solamente por el hecho de tener una remota esperanza, por el hecho de que si me imagino que puede pasar tenga algo que lo haga posible, porque por solo cuatro euros puedo mantener ese pequeño remilgo de esperanza, porque como ellos mismos dicen “si sueñas, loterías”.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

LAS ESCALAS DE TEMPERATURA

He estado dos veces en Estados Unidos. La primera estancia fue en Nueva York por un periodo de una semana y la segunda vez fue para recorrer gran parte de los Parques Nacionales de la Costa Oeste durante tres semanas.

Durante la primera estancia (entre finales de Noviembre y principios de Diciembre) tuvimos temperaturas de entre 20ºF y 50ºF (de -7ºC a 10ºC) aunque un día llegamos a tener casi 70ºF (unos 21ºC). Durante la segunda estancia (entre Julio y Agosto) tuvimos de todo. Desde menos de 40ºF (menos de 5ºC) por la noche en Yosemite o Yellowstone hasta casi 120ºF (casi 49ºC) en Death Valley (Valle de la Muerte).

El que en Estados Unidos la temperatura se mida en grados Fahrenheit supone un problema para quien no tiene referencias en esa escala. Aunque sabiendo que se trata de una escala de 180 grados que va desde 32 hasta 212, solo había que recordar ciertos puntos clave para poder realizar una traducción rápida por aproximación. Esos puntos eran 32ºF, 50ºF, 68ºF, 86ºF y 104ºF, que se corresponden con 0ºC, 10ºC, 20ºC, 30ºC y 40ºC respectivamente, es decir, cada 10ºC se corresponden con 18ºF y viceversa. Si hubiera sido más joven hubiera memorizado también 41ºF, 59ºF, 77ºF y 95ºF, (5ºC, 15ºC, 25ºC, 35ºC y 45ºC), pero demasiado tenía con recordar los primeros, pues la mayoría de la veces me tocaba calcularlo mentalmente sumando de 18 en 18 desde 32 hasta llegar a la cifra deseada, redondeando los grados sobrantes en una proporción dos a uno, (realmente es 1,8 a 1) para obtener la cifra entera que más se acercaba. Este proceso no deja de ser entretenido, pero realmente puede ser complicado para alguien que no esté acostumbrado al cálculo mental.

La escala Fahrenheit fue ideada por el físico polaco de origen alemán Daniel Gabriel Fahrenheit (el inventor del termómetro de mercurio) en 1717, sin ningún criterio lógico ni científico, a pesar de que esta escala se ha estado utilizando en la mayoría de los países anglosajones hasta hace medio siglo. Para su creación, preparó una salmuera con agua, cloruro de amonio y hielo para tomar como cero el punto de estabilización de la mezcla. Luego, se cree que tomó como 100ºF la temperatura media corporal, pero como parece ser que lo realizó en un ligero estado febril, lo rectificó posteriormente y lo dejó en 96ºF (cuando realmente son unos 98ºF), tras comprobar que el punto de congelación del agua se situaba en 32ºF. De esta manera podía calibrar perfectamente su escala ya que 96 es el triple de 32 y 32 es 25, es decir, es divisible cinco veces por dos, lo cual facilita enormemente la generación de la escala a partir de sucesivas mitades. Luego calculó que el punto de ebullición del agua es de 212ºF, por lo que publicó que las escalas de los termómetros que se fabricasen deberían ir de 0ºF a 212ºF.

Se supone que dicha escala fue concebida para mejorar la escala Romer. Esta escala fue ideada en 1701 por el astrónomo e inventor danés Ole Christensen Romer (famoso además por ser la primera persona que calculó la velocidad de la luz, aunque fuera con un error del 25%), en la cual el cero se correspondía con la temperatura de congelación de una salmuera que utilizó para calibrar y el 60 correspondía con la temperatura del punto de ebullición del agua, de tal manera que el punto de congelación del agua quedaba en 7,5º (un octavo del valor). Al parecer, Fahrenheit quería evitar temperaturas negativas por lo que la salmuera que utilizó tenía mayor concentración de sal. La mejora que introdujo en ese aspecto fue muy leve (0ºRo equivalen a poco más de 6ºF) para el desbarajuste que produjo.

Afortunadamente, en 1742, el astrónomo sueco Anders Celsius, ideó una escala centígrada en la que el cero se correspondería con la temperatura de ebullición del agua y el cien con el punto de congelación del agua. Tenía la particularidad de que los grados aumentan con el frío, al igual que la escala Delisle, ideada en 1732 por el astrónomo francés Joseph-Nicolas Delisle, donde 0ºD se correspondía con la temperatura de ebullición del agua y 150ºD con el punto de congelación. Ambas escalas, al igual que la que había propuesto Isaac Newton alrededor de 1700 se basaban en los puntos de fusión y ebullición del agua, aunque la escala propuesta por Newton iba de 0 a 33 y los grados aumentaban con el calor. El caso es que cuando se llevó a la práctica la escala centígrada ideada por Anders Celsius hubo que invertirla, puesto que los líquidos se dilatan con el aumento de temperatura y es más intuitivo que el aumento de volumen se corresponda con un aumento de temperatura. Y esta es la escala de temperatura que actualmente se usa en prácticamente todo el mundo para la medición de temperatura.

Previamente a la escala Celsius también se había creado la escala Réaumur, que fue ideada en 1731 por el científico francés René Antoine Ferchault de Réaumur que aprovechando que el alcohol se dilata un 8% (80 por mil) entre la temperatura de congelación y la temperatura de ebullición del agua, inventó un termómetro de alcohol que contendría 1000 partes de alcohol en el punto de congelación del agua y que pasarían a ser 1080 en la temperatura de ebullición debido a la dilatación, por lo que, tomando esos dos puntos como referencia, ideó una escala que dividió en 80 partes (0ºR para el punto de congelación y 80ºR para el punto de ebullición). Esta escala fue muy utilizada en Europa.

Sin embargo, a nivel científico, quedaba un cabo suelto y es que los puntos de congelación y ebullición varían con la presión, por lo que estos puntos solo son válidos con la presión de una atmósfera, la que hay al nivel del mar. Con el aumento de la presión, el punto de ebullición sube y el punto de congelación baja y viceversa. Es por ello, que con el aumento de la altitud, al reducirse la presión atmosférica el punto de ebullición desciende (1ºC por cada 300 metros), y que puede haber tuberías por las que circule agua líquida a una temperatura muy superior a 100ºC o muy inferior a 0ºC.

Este cabo suelto lo solucionó en 1848 el físico británico William Thomson, el descubridor de la temperatura más baja posible, lo que se conoce en la actualidad como cero absoluto. Debido a que los puntos de congelación y ebullición dependen de la presión, William Thomson modificó la escala Celsius para que no dependiese de ningún factor. La variación que introdujo fue fijar el cero de esta nueva escala en la temperatura más baja posible o temperatura mínima que es capaz de alcanzar cualquier tipo de materia, (la que él había calculado) dejando los grados del mismo tamaño que en la escala Celsius. A esta escala la denominó Kelvin (en honor al río que atraviesa el campus de la Universidad de Glasgow, donde él era profesor docente) y como el cero absoluto se sitúa en -273,15ºC, solo es necesario sumar o restar esta cantidad para pasar de una escala a otra, de tal manera que el intervalo 0-100 de la escala Celsius se corresponde con el intervalo 273-373 de la escala Kelvin. Esta escala es la utilizada por el Sistema Internacional de Unidades, (también la escala Celsius, aunque como unidad accesoria).

Posteriormente a la creación de la escala Kelvin, el físico británico William Rankine ideó en 1859 la escala Rankine, adaptando la escala Fahrenheit al cero absoluto, por lo que 0ºR equivalen a -459,67ºF.

En la actualidad, solo tres países continúan midiendo la temperatura utilizando la escala Fahrenheit, Estados Unidos, Myanmar (antigua Birmania) y Liberia. Son los únicos que continúan usando el sistema anglosajón de unidades. Un sistema caótico basado en medidas que descienden incluso de la época de los romanos. Así utilizan unidades como la milla (unidad de longitud equivalente a unos 1609 metros y que se divide en 1720 yardas, siendo una yarda igual a 3 pies y un pie igual a 12 pulgadas), el galón (unidad de volumen que equivale a unos 3,79 litros y que se divide en 8 pintas), la libra (unidad de masa que equivale a unos 454 gramos y se divide en 16 onzas) y el acre (unidad de superficie que equivale a 0,4 hectáreas). Este sistema fue empleado en los países que formaron parte del antiguo Imperio Británico hasta hace algo más de medio siglo, momento en el que la práctica totalidad de países adoptaron el Sistema Internacional de Unidades, también conocido como sistema métrico decimal. Pero en Estados Unidos, a pesar de que hubo intentos por adoptarlo, todo se fue al traste en el momento en el que Ronald Reagan retiró de los presupuestos de 1982 cualquier partida para continuar acometiendo los cambios, dejándolo todo en manos de la iniciativa privada. Y esos costes no los asumió nadie.

jueves, 29 de noviembre de 2018

EL ORIGEN DE LA ASTROLOGÍA

Soy Leo con ascendente Leo, por lo que todos los rasgos característicos propios de “un Leo” yo los tengo potenciados y muy definidos en mi personalidad (según mi supuesta carta astral). Eso sí, si hubiese nacido cinco minutos más tarde mi ascendente sería Virgo. Y esos cinco minutos que no tengo muy claros, porque mi madre no me puede garantizar que naciese exactamente a las ocho de la mañana y que no fueran más de las ocho y cinco y el médico redondease a las ocho, son bastante importantes porque según la astrología, el ascendente establece cómo comienza un individuo en el mundo y eso afecta a su físico y a su apariencia, dotando de las características propias del signo al recién nacido y señalando qué planetas son los que más le van a afectar durante su vida. Sinceramente, no veo justo que después de un parto de varias horas, cinco minutos puedan ser suficientes para que alguien pueda pasar de ser un futuro líder de la sociedad de fuerte carácter que irradie extroversión y seguridad como son las personas de ascendente Leo, a sólo ser una persona analítica, prudente, realista y ligeramente tímida (como son las personas de ascendente Virgo).

Independientemente de cual sea mi ascendente, de lo que no hay duda es que mi signo del horóscopo es Leo, porque nací lo bastante alejado del comienzo y del final del período de este signo para no tener dudas, al menos en el zodiaco tropical que es el utilizado en la astrología occidental, la que se emplea en Oriente Próximo y Europa y que tiene origen babilónico, porque según el zodiaco sideral, utilizado en la astrología oriental o hindú, sería “Cáncer”. Eso sin citar que soy “Rata” en el horóscopo chino, “Ciprés” en el horóscopo celta, “Murciélago” en el horóscopo maya, “Perro” en el horóscopo azteca, “Alfanje” en el horóscopo árabe, “Acebo” en el horóscopo druida, “Ra” en el horóscopo egipcio, “Estrella” en el horóscopo gitano, “Esturión” en el horóscopo indio americano, “Changó” en el horóscopo orisha o “Escorpión” en el horóscopo budista.

Lo que sí que tienen en común todos estos horóscopos es que interpretan, cada uno a su manera, la posición de las estrellas en el firmamento. Todo esto forma parte de la astrología, una pseudociencia que engloba todo un conjunto de creencias que utiliza la posición de los astros en el firmamento como método de adivinación del futuro mediante correlaciones pasadas.

En la antigüedad, ya los primeros seres humanos pudieron darse cuenta de que el mapa celestial les podía servir no sólo para orientarse sino también para anticiparse a los cambios de estación, ya que el giro de la Tierra hace que no siempre sean visibles las mismas estrellas. Así, las primeras civilizaciones tenían asociadas las llegadas de algunos fenómenos naturales de temporada con la aparición de ciertos astros en el cielo. Pero identificar todas las estrellas de entre las cerca de seis mil estrellas visibles desde la Tierra a simple vista, (aunque solo podamos ver unas dos mil como máximo de forma simultánea) es bastante difícil. Es por eso que ya desde la Antigüedad se agruparon las estrellas en función de formas imaginarias que resultasen familiares y reconocibles, creándose las constelaciones, todas ellas basadas en formas humanas o animales. Con la creación de las constelaciones (actualmente hay 88 constelaciones oficiales y se utilizan como referencia para localizar cualquier cuerpo celeste, sea estrella, galaxia, nebulosa...) se tenía confeccionado el mapa estelar independientemente de que éste variase debido a los movimientos de la Tierra, tanto de traslación (alrededor del Sol) como de rotación, motivo por el cual ciertas constelaciones eran visibles durante todo el año y algunas solo eran visibles en determinadas épocas del año. Además, como las estrellas están tan lejos, (se estima que las trescientas estrellas más brillantes del firmamento se encuentran, de media, a una distancia de 347 años luz de la Tierra, lo que equivale a unos 3.470 billones de kilómetros) su movimiento es inapreciable a tanta distancia por lo que el mapa estelar visible desde la Tierra es fijo y lo único que varía es el trozo del firmamento que se puede ver desde un punto concreto de la Tierra.

Bueno, los babilonios se dieron cuenta de que hay algo más que también varía, puesto que aparte del Sol y la Luna, cuyo cambio de posición sobre el firmamento se aprecia con una simple observación, hay otros cinco astros que cambian de posición con respecto al resto de estrellas, es decir, que se mueven. Estos cinco astros son los planetas visibles a simple vista: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Todos ellos, (los cinco planetas más la Luna y el Sol), se mueven sobre una línea recta imaginaria a través del cielo que denominamos eclíptica. Esto es debido a que todos los planetas del sistema solar siguen órbitas casi circulares (ligeramente elípticas) alrededor del ecuador del Sol y casi sobre un mismo plano.

Lo que no sabían los babilonios es que esas “cinco luces” que se movían en el cielo eran planetas. Sí que sabían que “las estrellas les mandaban mensajes”, y como ciertos fenómenos, como la llegada de las lluvias o la crecida de algún río, coincidía con ciertas posiciones de los astros en el firmamento, pensaron que todos los sucesos estaban relacionados con las posiciones de las estrellas. Además, como estos cinco astros tenían un comportamiento diferente al resto se tenía que tratar de seres sobrenaturales, por lo que convirtieron a Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, en sus dioses Nabu, Ishtar, Nergal, Marduk y Ninurta, y sus movimientos era la forma que tenían de enviar mensajes a la humanidad, por lo que descifrarlos supondría poder saber qué iba a suceder en el futuro.

Por este motivo los babilonios vigilaban obsesivamente las posiciones de los astros en el cielo e intentaban relacionarlas con sucesos importantes que ocurrían a su alrededor. Cuando una posición concreta del firmamento coincidía con algún evento significativo, se grababa la posición de los astros en una tabla de arcilla para utilizarla en el futuro, ya que se consideraba esa configuración celeste como un presagio.

El principal problema de todo ello es que al desconocer el origen del movimiento de los planetas, llevaron al extremo la incapacidad para diferenciar la casualidad de la causalidad. La llegada de la época de lluvias o las crecidas de los ríos coincidía con la aparición en el cielo de alguna estrella significativa que no era visible con anterioridad (por ejemplo, Sirio, la estrella más brillante del cielo, aparece en Julio coincidiendo con la época de crecida de los ríos Tigris y Éufrates) debido a una causa concreta, como es la posición de la Tierra asociado a un fenómeno de temporada que se repite de forma periódica año tras año. Sin embargo, otros sucesos de origen casual (como una invasión, una plaga, una batalla ganada o perdida…) se producen independientemente de la época del año y de poco sirve la posición de las estrellas para que estos sucesos se produzcan o no. Debido a este desconocimiento los babilonios creían que todo estaba relacionado con la posición de los planetas, por lo que perseveraron en su empeño por descifrar los mensajes de sus dioses, vaticinando el futuro (de forma casi siempre errónea) a partir de los presagios almacenados, que cada vez eran más, dando origen a la astrología, es decir, a adivinar el futuro a partir de la correlación entre sucesos y configuraciones celestes pasados.

Así, en función de cuál de las doce constelaciones que cruzan la eclíptica (en realidad son trece, pero siendo doce se dividen mejor los 360º de una esfera) sea por la que sale el sol en la fecha de nacimiento de un individuo, se genera su signo del zodiaco, y en función de la disposición de los astros en cada momento y de la influencia que cada uno tenga sobre cada signo zodiacal se realizan los métodos de predicción astrológica. Un método de predicción no demostrado, sin ningún tipo de rigor y basado en la superstición y el desconocimiento del medio.

En definitiva, que aunque los babilonios no lograron descifrar “los mensajes de sus dioses”, dejaron para la posteridad un infundado procedimiento para predecir el futuro que sirve para que charlatanes y estafadores hagan de esto su modus vivendi como la astrología. Eso sí, a partir de esa obsesión por analizar el movimiento de los astros durante siglos, lograron calcular con una enorme exactitud la periodicidad de ciertos fenómenos, como la duración de un mes lunar (el periodo de tiempo que transcurre entre dos lunas llenas) o la duración del año con errores inferiores al 0,001%, lo que les permitió crear calendarios muy precisos. También dejaron para la posteridad el sistema sexagesimal, (motivo por el que la hora y los minutos se dividen en 60 minutos y 60 segundos respectivamente), aunque no se tiene certeza de que la ideación de este sistema tenga relación con la observación astronómica.

domingo, 28 de octubre de 2018

LAS TRAGEDIAS AÉREAS DEL FÚTBOL

El pasado 28 de Noviembre de 2016, un avión Avro RJ85 de la compañía boliviana LaMia que cubría el vuelo chárter entre Santa Cruz (Bolivia) y Medellín (Colombia) con 77 personas a bordo, se estrelló a 20 km del aeropuerto de destino por falta de combustible. Hubo 71 muertos y seis supervivientes. La noticia del accidente dio la vuelta al mundo porque en ese avión viajaba la expedición del club brasileño Chapecoense que volaba hasta Medellín para disputar el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana (el equivalente a la Liga Europa de la UEFA) contra el Atlético Nacional. De los 71 muertos, 19 eran futbolistas, (entre los que se encontraba Cléber Santana, ex jugador de Atlético de Madrid y Mallorca), 20 eran periodistas, 7 eran miembros de la tripulación y el resto (25 personas), se dividían entre cuerpo técnico, directivos e invitados del club. De los seis supervivientes, había tres futbolistas, un periodista y dos miembros de la tripulación.

El 5 de Diciembre, la Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol) declaró campeón de la Copa Sudamericana al Chapecoense atendiendo la petición de su rival, el Atlético Nacional de Medellín, como homenaje póstumo.

Sin duda, los recuerdos de tragedias pasadas volvieron a asomar y se volvió hablar de aquellos dos grandes equipos que desaparecieron en accidente aéreo, el Torino de 1949 (conocido como “il grande Torino”) y el Manchester United de 1958.

El 4 de mayo de 1949 fue la fecha en la que “il grande Torino” (como se denominó al Torino de los años 40 que ganó cinco ligas italianas de forma consecutiva) desapareció. El equipo volvía de Lisboa de disputar un partido amistoso contra el Benfica (que perdió 4-3) cuando el avión Fiat G212 de la compañía italiana ALI en el que viajaban, se estrelló contra la basílica de Superga, situada en lo alto de la colina homónima, a 16 km del aeropuerto de destino. Fallecieron los 31 ocupantes del avión, entre ellos los 18 futbolistas del Torino.

Tras la tragedia, aunque restaban aún cuatro jornadas para que la liga terminase, la Federación Italiana proclamó campeón al Torino (aventajaba en cuatro puntos al Inter y en seis al Milán) y obligó a los rivales del Torino a utilizar a sus jugadores juveniles en los cuatro partidos restantes. Cabe reseñar que diez de los once jugadores habituales de la selección italiana del momento pertenecían al Torino.

Durante la siguiente década el Torino fue asiduo de la mitad baja de la clasificación hasta descender a la serie B en 1959. No volvió a ganar la liga hasta 1976, en el que es su único título de liga desde entonces.

El otro desastre aéreo que acabó con uno de los mejores equipos de la época ocurrió el 6 de Febrero de 1958, cuando el avión Airspeed AS57 Ambassador de la compañía British Airways se estrelló nada más despegar (tras dos intentos de despegue frustrados) en las inmediaciones del aeropuerto de Múnich, debido a la presencia de hielo al final de la pista, lo que impidió que el avión cogiera la velocidad adecuada para el despegue. Hubo 23 muertos y 21 supervivientes.

En ese vuelo viajaba la expedición del Mánchester United que regresaba de Belgrado tras haber empatado a tres contra el Estrella Roja y haberse clasificado para las semifinales de la Copa de Europa. En el accidente murieron ocho futbolistas del que para muchos era el mejor Mánchester United de la historia, puesto que había ganado las dos últimas ligas inglesas y tras haber eliminado al Estrella Roja se convertía en el favorito a ganar la Copa de Europa.

Tras la tragedia, aunque pudieron recomponer el equipo con reservas y canteranos, sólo ganaron un partido de los catorce que restaban de liga y cayeron en semifinales de la Copa de Europa frente al Milán (que perdería la final contra el Real Madrid en la prórroga), así como en final de la copa inglesa.

Reconstruyeron el equipo en torno a Bobby Charlton (superviviente de la tragedia) y aunque pasaron unos años de transición, diez años después levantaron la Copa de Europa tras vencer en la final al Benfica de Eusebio. Eso sí, para entonces ya contaban con el gran George Best.

Sin duda estas tres son las tragedias más mediáticas por tratarse de equipos punteros a nivel continental, aunque hubo otras tragedias que también tuvieron bastante trascendencia:

El 3 de Abril de 1961, Douglas DC-3 que viajaba desde Osorno hasta Santiago de Chile se estrelló contra un macizo montañoso en las inmediaciones de Linares (Chile). Murieron los 24 ocupantes del avión, entre ellos ocho futbolistas y el entrenador del Green Cross de Santiago, que volvían de disputar un partido de la Copa de Chile. Aunque esa temporada acabó en la duodécima posición de la liga chilena, al año siguiente descendió a segunda división y cuatro años después se fusionó con el Deportes Temuco, por lo que el club dejó de existir.

El 26 de Septiembre de 1969, un Douglas DC-6B de la compañía boliviana LAB que cubría el trayecto entre Santa Cruz y La Paz se estrelló en una zona montañosa de Los Andes en las inmediaciones de Viloco por motivos que se desconocen. Murieron los 74 ocupantes del avión, entre ellos 16 jugadores del club The Strongest de La Paz, aparte del cuerpo técnico y personal del equipo directivo. Ello supuso la retirada del club de la competición liguera y el quedarse al borde de la desaparición, que se evitó gracias a diversas muestras de solidaridad en forma de donaciones y de cesión de jugadores. En la actualidad The Strongest es el segundo club boliviano más laureado de la historia.

El 11 de Agosto de 1979, dos Tupolev Tu-134 de la compañía soviética Aeroflot, con 94 y 84 personas a bordo respectivamente, chocaron en el aire en las inmediaciones de la ciudad ucraniana de Dniprodzerzhynsk (actual Kamianské) debido a errores de los controladores aéreos. Murieron los 178 ocupantes de ambos aviones, incluidos 17 futbolistas del Pajtakor de Tashkent que viajaban en uno de los aviones. Tras la tragedia, la liga rusa decidió que el resto de equipos tenían que poner tres jugadores a disposición del Pajtakor para poder rehacer el equipo, aparte de exonerarle de descender en los tres años siguientes. Ese año finalizó noveno en el campeonato soviético.

El 8 de Diciembre de 1987, un Fokker F-27 perteneciente a la Marina de Guerra del Perú y que transportaba a la expedición del Alianza de Lima desde Pucallpa hasta Lima se precipitó al mar cuando estaba a 8 km del aeropuerto de destino. Hubo 43 muertos (entre ellos 16 futbolistas y el cuerpo técnico) y un superviviente (el piloto del avión). La competición se suspendió un mes y a la vuelta, el Alianza jugó las 17 jornadas restantes con juveniles y jugadores prestados por el Colo-Colo chileno, clasificándose para la final, que perdió ante el Universitario de Lima (su gran rival).

El 27 de Abril de 1993, Havilland Canada DHC-5 Buffalo perteneciente a Fuerza Aérea de Zambia y que transportaba a la selección zambiana de fútbol desde Lusaka hasta Dakar (Senegal) para disputar un partido de clasificación del Mundial de 1994, se estrelló en el mar nada más despegar después de hacer escala en Libreville (Gabón) debido a un fallo en el motor. Hubo 30 muertos, entre ellos 18 futbolistas y el cuerpo técnico. Tras la consternación, y aunque no lograron clasificarse para el Mundial de Estados Unidos (perdieron ante Marruecos el partido decisivo), llegaron a la final de la Copa de África de 1994 que perdieron ante Nigeria.

domingo, 30 de septiembre de 2018

EL MANIFIESTO COMUNISTA

Siempre me ha gustado hablar de política con mis amigos, sobre todo con Marcos y Mario. Aunque últimamente lo hagamos menos por coincidir con menor frecuencia, una de las frases que más recuerdo de esas tertulias es la que Mario nos suelta en cuanto la conversación comienza a enrocarse debido al posicionamiento que adoptamos, muy ligado a la ideología de cada uno. Es por ello que en esas situaciones Mario nos suele achacar a Marcos y a mí que somos los comunistas que conoce que mejor adaptados estamos al capitalismo. Argumento que por otro lado a mí siempre me ha parecido muy gracioso, como lo suele ser Mario en conversaciones distendidas, en las que saca su particular humor ácido.

Naturalmente nos tacha de comunistas en las épocas actuales, en la que los partidos denominados comunistas abogan por la aplicación de políticas socialdemócratas, una vez que la casi totalidad de los partidos europeos de apelativo socialista han abrazado el denominado socialismo liberal o socioliberalismo, en lo que supone una continua derechización de la sociedad, gracias a la gran influencia que la corrientes neoliberales están ejerciendo en gran medida sobre los denominados países occidentales, y en menor medida sobre el resto, todo ello “patrocinado” por el gran beneficiado de la imposición esas políticas liberales, basadas en el principio fundamental de la autorregulación del mercado, que es el capital.

Pero el comunismo como tal nace en contraposición al capitalismo. Y así, cuando nace el Partido Comunista en España en 1921, a raíz de una escisión del PSOE, se declaró como partido de ideología marxista-leninista, en contraposición al PSOE que había adoptado una ideología socialdemócrata. Es a partir de 1972 cuando se declara eurocomunista, rechazando así el modelo desarrollado en la Unión Soviética, y siguiendo los pasos de otros partidos comunistas europeos. Ya en 1986, se integra en la coalición Izquierda Unida, creada a partir de las movilizaciones para pedir la salida de España de la OTAN a través del voto en el referéndum del 12 de Marzo de 1986. Dicha coalición se declaró de ideología socialdemócrata, y eso que el PCE aportaba el 80% de los militantes.

Y es que el comunismo es una ideología que cumple ya 170 años, aunque fue readpatado hace casi un siglo por Vladímir Lenin para poderlo poner en marcha en un país agrario como era la Rusia de principios del siglo XX, para posteriormente ser interpretado y distorsionado por Iósif Stalin.

Esta ideología como tal se basa en el Manifiesto Comunista que publicaron los alemanes Karl Marx y Friedrich Engels en 1848. Dicho manifiesto no es más que la declaración de principios de la Liga Comunista, una organización revolucionaria con sede en Londres y formada por distintas delegaciones internacionales que fue liderada el propio Marx, que bajo el lema de “¡Proletarios de todos los países, uníos!” abogaba por la emancipación de la clase obrera.

Desde su primera publicación en alemán en 1848, el Manifiesto Comunista, es considerado el texto sagrado del comunismo. Se compone de unas 12000 palabras, (unas 23 páginas) siendo su brevedad una de sus principales virtudes, ya que un largo y complejo ensayo filosófico no hubiera atraído al obrero al que iba dirigido. Desarrolla las ideas de que la humanidad se divide en dos clases antagónicas que son la burguesía y el proletariado, de que los comunistas son parte del proletariado, de que los distintos socialismos existentes son el reaccionario, el burgués o conservador y el crítico-utópico; y de que los partidos comunistas se situarán de parte de los partidos más progresistas y en contra de los más reaccionarios y conservadores, sin perder por ello su independencia programática y organizativa, apoyando cualquier movimiento revolucionario que se plantee contra el régimen social y político imperante. Sus principales objetivos serían la abolición de la propiedad de la tierra y de los derechos hereditarios y aplicación de todas las rentas territoriales a fines públicos, la centralización del crédito y del transporte en organismos estatales, la confiscación de la propiedad de emigrantes y rebeldes, la enseñanza libre universal en escuelas estatales y la aceptación por todos de la necesidad de trabajar.

El manifiesto surge en una época en la que Europa padeció una oleada revolucionaria, aunque la influencia de dicho manifiesto y de los líderes socialistas fue mínima en dichas revoluciones que, por cierto, fueron todas sofocadas sin consecuencia social alguna.

Por cierto, la Liga Comunista se disolvería en 1952, cinco años después de su creación, tras la detención de varios de sus líderes acusados de conspiración. Con anterioridad la Liga había sufrido importantes reveses debido al desacuerdo de sus miembros, puesto que unos abogaban por continuar con la revolución ya que, según ellos, era posible si había una minoría que la encabezase, mientras que otros, entre los que estaba Marx, pensaban que había que inculcar y extender la conciencia de clase entre el proletariado para prepararlo para una futura revolución.

Con la disolución de la Liga Comunista, Marx abandonó sus actividades revolucionarias para dedicarse a profundizar sus conocimientos de economía política que acabaría plasmado en el primer tomo (y único que publicó en vida) de su obra cumbre “El Capital” que publicaría en 1867. Así, el Manifiesto Comunista quedó prácticamente fuera de circulación. Pero el papel desempeñado por Karl Marx en la Asociación Internacional de Trabajadores (también conocida como Primera Internacional) liderando el Consejo General, lo rescató 20 años después del olvido debido a la influencia del pensamiento de Marx entre los partidos obreros europeos, lo que provocó que el Manifiesto Comunista se extendiese por todo el mundo.

Para Karl Marx, el comunismo era la última fase de la inevitable revolución que emanciparía al proletariado del dominio de la burguesía. Partiendo de que la evolución histórica es una sucesión de modos de producción en la que siempre ha habido una clase dominante y una dominada, se podría decir que la historia de toda sociedad es la historia de las luchas de clases. Con la industrialización, la burguesía era clase dominante pues era la dueña de los medios de producción y conseguían sus plusvalías gracias a la explotación de la clase trabajadora o proletariado que era la verdadera creadora de la riqueza. Esta situación, según Marx, tenía que desembocar en el inevitable levantamiento del proletariado, la consecuente revolución y la creación de un nuevo sistema político, que inicialmente sería el socialismo. El socialismo sería una etapa de transición en la que el proletariado se organizaría en un solo partido que concentraría el poder con el objetivo de que las plusvalías repercutiesen en la clase trabajadora, siendo el objetivo final de este proceso la consecución del comunismo, en la que se suprimirían las clases sociales y los medios de producción pasarían a ser propiedad del Estado, de tal manera que los beneficios de la producción repercutirían por igual en todos los miembros de la sociedad.

Para Marx, el comunismo era inevitablemente la sociedad del futuro, pues la sociedad del futuro sería una sociedad sin clases sociales. El cómo se acabó aplicando posteriormente es ya otra historia.

viernes, 31 de agosto de 2018

LA PRÁCTICA DE LA RELATIVIDAD

Estamos en un mundo en el que todo es relativo. Los comparativos dan una pista de ello. A todos los chicos nos ha pasado alguna vez, que hemos visto a una chica sentada en un banco, por ejemplo, que nos ha parecido guapa y la hemos calificamos como tal, siempre según nuestros parámetros condicionados por la experiencia, el estado anímico y el entorno. Si en ese instante pasa al lado un bellezón, la primera pasa a ser algo normalito y parece que incluso hemos equivocado nuestras percepciones. Lo mismo nos pasa en el caso contrario, en el que la chica del banco sea poco afortunada físicamente. Si en este caso al lado pasa una chica en el que la combinación genética de sus ya de por sí desafortunados progenitores ha sido cruel, la chica del banco pasa a no ser tan poco afortunada. Es más, incluso la calificación guapa o fea es relativa a la gente que conocemos o al círculo de personas con el que nos movemos e incluso a nuestra alteración anímica. Incluso cuando generalizamos en que las mujeres de alguna localización geográfica concreta son guapas lo hacemos en comparación con las de nuestro entorno o nuestra localización geográfica.
Al igual que en la belleza, esta relatividad es comparable a absolutamente todos los adjetivos valorativos. Una persona es buena o mala en términos absolutos siempre que esté dentro del grupo de los más buenos o de los más malos de los que el valorador conoce. Incluso podríamos decir que todos son más malos que el mejor y más buenos que el peor, por lo que al utilizar estas descripciones siempre estaríamos relativizando. Podríamos incluso concluir que el segundo mejor, sería el primero de los mediocres y que el segundo peor sería el último de los mediocres tanto en una escala de bondad como de calidad.
El mejor ejemplo lo podemos utilizar con la percepción que tenemos de la temperatura del agua. Podemos decir con casi absoluta certeza que el agua a 25ºC de temperatura es idónea para tomar un baño al aire libre en verano. Sin embargo si acabamos de salir de una piscina termal, que suelen estar a 35-40ºC, el agua a 25ºC estará helada para nuestro cuerpo y la sensación sería bastante desagradable. Igualmente nos sucedería si venimos de tomar un baño en aguas casi heladas, pero con una sensación contraria, casi cercana al abrasamiento. Esto nos da una idea de que toda calificación valorativa depende, principalmente de la percepción del calificador y de las circunstancias y valoraciones de éste. Un ejemplo también muy práctico serían los colores, sobre todo las tonalidades intermedias entre verde y azul. Si se compara un azul turquesa con un azul intenso, el azul turquesa nos parecerá verde cuando no lo es. Igualmente, nos pasará lo mismo al comprar un verde azulado con un verde intenso. En este caso el verde azulado nos parecerá azul también equivocadamente. Bien es cierto que en este punto habría que definir claramente dónde empiezan los tonos considerados azules y dónde los considerados verdes.
Igualmente, esta relatividad se acentúa con la introducción de la variable “tiempo”, por lo que se puede llegar a concluir que la adjetivación calificativa es temporal lo que la relativiza y la hace aún más subjetiva. Es por ello, que con el parámetro tiempo, se puede pasar de ser para alguien la persona más querida, a ser la persona a la que menos se desea ver. Igualmente, en los ejemplos dados anteriormente, nadie es un bellezón perpetuo ni nadie es el mejor en algo durante toda su existencia, salvo en casos extremos como podría ser dejar de existir estando en la cúspide de dicha calificación. El estado anímico también relativiza estas percepciones incluso en fracciones de tiempo más reducidas, ya que ese estado puede cambiar de un día para otro, o de una semana para otra y lo que pareció de una manera o calidad en un estado anímico determinado, podría incluso pasar a ser el contrario en otro estado anímico diferente.
Todos hemos sufrido en nuestras carnes dicha relativización a la hora de valorar algunas de nuestras cualidades y hemos visto como lo que unas personas han valorado positivamente, otras las han valorado de forma contraria, tanto contemporáneamente como a lo largo del tiempo. Una vez más somos víctimas de la práctica relativa, en la que influye principalmente el calificador y todos los patrones que éste emplea para llegar a dicha valoración. Incluso el que dicha valoración haya sido realizada de forma liviana sin profundizar o analizar exhaustivamente, acentuaría aún más la práctica relativa o la relativización del entorno.
Y es curioso que la práctica sea tan relativa, porque realmente, muchas de las decisiones importantes que se toman acerca de nosotros están tomadas a partir de la relatividad práctica, totalmente subjetiva, pues cada decisión ha sido tomada por calificadores diferentes y en circunstancias que no tienen por qué estar en relación.
Por tanto, se podría decir que la práctica relativa generaría que una gran parte de las decisiones que se tomasen tendrían un componente azaroso importante. A veces, ese componente azaroso podría ser más o menos manejable en parte por el calificado en determinadas circunstancias y aspectos, pero no se libraría de la práctica relativa en su totalidad, sino no se conocerían tan grandes errores apreciativos realizados por gente muy bien considerada en determinados campos.
En definitiva, que desafortunadamente la sentencia de que “la primera impresión es la que queda” es la máxima de la relatividad práctica, pues en una primera impresión las medidas a tomar van a ser escasas y con esas escasas percepciones se suele dictar sentencia con respecto a una tercera persona. Afortunadamente, en muchos casos, hay segundas y terceras impresiones para corroborar o, en muchos casos, rectificar esa primera impresión tan relativa y, por lo tanto, tan poco objetiva. Menos mal que a veces me surgen estas segundas oportunidades, porque no suelo ser alguien que genere una buena primera impresión. Será que yo también soy víctima de la práctica de la relatividad.

viernes, 27 de julio de 2018

EL MAPA DEL SISTEMA SOLAR

Una de las cosas que más me han fascinado es el Universo, a pesar de no haber tenido nunca un telescopio y no haberme aprendido nunca las constelaciones, pues consideré, no sé si acertadamente o no, que eso podría ser válido para excursionistas nocturnos y yo siempre tuve otras preferencias para la noche. Lo que me fascinaba era su inmensidad, la cantidad de estrellas, las galaxias que contenía… Ahora, me fascina su contenido, las enormes distancias, la cantidad de espacio vacío y las diminutas bolas de fuego que brillan y adornan nuestro cielo.
Llegué a escuchar en uno de esos documentales que cazo casualmente en mis escasas horas de televisión que si toda la materia que hay en el Universo se juntase, su relación con respecto a la del espacio que ocupa el Universo sería la misma que la de meter un grano de arena en un cubo perfecto de treinta kilómetros de arista, es decir, treinta kilómetros de ancho, treinta kilómetros de alto y treinta kilómetros de profundidad. Resumiendo, todos los planetas, planetoides, los 70.000 trillones de estrellas que se estiman que existen (y subiendo), los 125 billones de galaxias, (también subiendo), y los cientos de constelaciones juntas hacían un grano de arena en un volumen de veintisiete billones de metros cúbicos, una insignificancia.
Pero todo se debe a que tenemos una visión distorsionada incluso del Sistema Solar, debido a los distintos dibujos que de éste nos han ido enseñando a lo largo de los años y que no se corresponden, ni por asomo, con las proporciones reales. Pero es que hacer un mapa a escala real no es posible, (bueno, sería más idóneo decir que no es práctico, sino que se lo hubiesen propuesto a Nimrod, el rey mesopotámico que ideó construir una torre para llegar al cielo y retar así a Yahvé, el dios de los judíos y por ende de los cristianos), precisamente porque los ocho actuales planetas del Sistema Solar, que es lo que realmente nos importa, apenas ocupan espacio. No hay más que ver el ejemplo anterior como referencia y suponer una distribución similar, que no la hay pero que nos da una idea aproximada de la insignificancia de la materia dentro del espacio que ocuparía el Sistema Solar. Además hay que matizar que más del 99% de esa materia que forma el Sistema Solar está en el Sol, por lo que el resto de planetas, planetoides, asteroides, satélites naturales, cometas, rayos cósmicos, polvo interplanetario, etc. no llega a tener el 1% de la materia existente en el Sistema Solar.
El caso es que si hiciéramos un mapa lineal del Sistema Solar con la suposición que todos los planetas estuvieran alineados, (algo imposible, sino no se utilizaría esta expresión como referencia para hacer alusión a algún hecho o suposición inverosímil), podríamos encontrarnos con una visión más clarividente. Así que vamos a por ello.

Empecemos con un Sol del tamaño de un balón de playa. Como no hay reglamentación al respecto y cada balón de playa suele ser del tamaño que a su anunciante de turno le ha dado la gana, vamos a considerar un diámetro de 50 centímetros para ser la envidia de cualquier dominguero playero y a ser posible, de Larios, Gallina Blanca, Lipton, JB, Cutty Sark o cualquier otra marca que ofrezca su balón playero de color amarillo. Con estas medidas, la Tierra tendría el diámetro de una lenteja y estaría orbitando a 54 metros de nuestro balón playero improvisado. Un poco más cerca de nuestro balón playero, a 39 metros, ubicaríamos otra lenteja casi idéntica pero ligeramente más pequeña que la Tierra que sería Venus y, algo más cerca aún, a casi 21 metros estaría Mercurio, que sería un bolita de aproximadamente un milímetro de diámetro. En este caso un grano de sopa de lluvia se me antoja incluso grande. Marte estaría a 82 metros y al tener un radio de casi la mitad que la Tierra podríamos asimilarlo a medio grano de arroz, (y así le damos una forma seudoesférica).
Para acabar de montar nuestro Sistema Solar a escala nos quedarían los planetas más grandes. Así Júpiter habría que situarlo a poco más de 200 metros y tendría el tamaño de una bola de 5 centímetros de diámetro, algo más pequeño que una pelota de tenis. Saturno estaría a algo más de 370 metros y sería idéntico a una pelota de squash, (no recomiendo recrear los anillos ya que serían tan finos que apenas se podrían representar con medios humanos). Urano se situaría a casi 750 metros con un tamaño parecido al de una canica del mismo diámetro que la boca de una botella de vino y Neptuno estaría a 1.170 metros de nuestro sol improvisado y tendría un tamaño aproximado a la canica uraniana, aunque ligeramente más pequeña, casi inapreciable la diferencia a esa escala. Menos mal que Plutón ha sido desechado como planeta y ha pasado a engrosar la lista de los denominados planetas enanos que si no tendríamos que irnos hasta más allá del kilómetro y medio para representarlo y habría que afinar pues debería tener la mitad del diámetro de Mercurio, que representamos como un grano de sopa de lluvia.
Para rizar el rizo se podría ubicar la Luna, siempre quedaría bien, por ser más familiar que cualquier planeta. Habría que hacerla del tamaño de Marte, (es ligeramente más grande) y ubicarla a unos 15 centímetros de la lenteja que hemos puesto simulando la Tierra. Olvidaros del resto de satélites pues ya se conocen cerca de 200 satélites en el Sistema Solar, repartidos entre los ocho planetas y los seis planteas enanos. Júpiter y Saturno tienen más de 60 cada uno.
Como nota anecdótica, siempre se puede añadir que Sedna, el planeta enano más lejano del Sol conocido dentro del Sistema Solar, estaría ubicado a veinte kilómetros y medio de nuestro balón de playa. Es decir, Sedna recibe los rayos de Sol que salieron hace 73 horas de éste. También se puede añadir que el sistema estelar más próximo es Alfa Centauro y estaría ubicado a casi 15.000 kilómetros de nuestro improvisado balón de playa, lo que supondrían cuatro años y cuatro meses viajando a la velocidad de la luz. Además, según los datos que se tienen, es un sistema que consta de tres estrellas, no como nuestro aburrido Sistema Solar que sólo tiene una, el Sol.

El par de veces que he hecho una representación de éstas a alguien, usé un balón de baloncesto, por lo que los tamaños a representar serían la mitad de los aquí expuestos. Estas representaciones suelen venir provocadas tras conversaciones de distinta índole acerca de lo casual que es nuestra presencia y para hablar de lo alucinante que es todo lo que hay ahí fuera.