miércoles, 29 de agosto de 2012

LA ATRACCIÓN SEXUAL GENÉTICA

El mismo día de un Barça-Madrid, a la hora de comer, para un aficionado al fútbol como yo, lo lógico sería ver los informativos deportivos para ver cómo ambos equipos llegan al primer gran enfrentamiento del año, aunque sea una competición no muy prestigiosa como es la Supercopa de España. Pero un poco antes de que estos informativos llegaran, en La 2 estaban echando un documental acerca de “La atracción sexual genética” y, siento decepcionaros, pero me quedé sin ver dichos informativos.
La verdad es que sí, soy de los que ve esos documentales y, peor aún, no los utilizo para echarme la siesta. Será porque a la hora de la sobremesa suelo estar trabajando y no es algo que realice diariamente, pero os puedo decir que poca gente con un mínimo interés por el comportamiento humano, si se hubiese encontrado con dicho documental, no podría haber dejado de verlo.
Para los que, como yo, no había oído hablar de la atracción sexual genética os diré que es un fenómeno por el cual personas genéticamente cercanas como hermanos, primos de primer y segundo grado e incluso padres e hijos y que no han sido criados juntos o no han tenido contacto durante muchos años, principalmente durante la infancia, sienten una fuerte atracción sexual entre ellos cuando llegan a conocerse de adultos, más aún no teniendo conocimiento alguno de dicho parentesco.
Durante el documental pasaron revista a numerosos casos de gente que había padecido dicho fenómeno tras reencontrarse después de muchos años. Casos de hermanos separados desde el día de su nacimiento o a los pocos meses de vida e, incluso casos de padres e hijos en idénticas circunstancias. Todos ellos habían tenido descendencia, algo nada recomendable con respecto a las normas sociales que lo rechazan incluso legalmente.
Un estudio británico decía haber descubierto que el vínculo familiar normal que se creaba desde la infancia gracias al contacto y al afecto no estaba presente en este tipo de personas emparentadas, por lo que al encontrarse como adultos la necesidad de crear ese vínculo, en más de la mitad de los casos analizados, se manifestaba como una fuerte atracción sexual. Igualmente, esa atracción aparecía sin el conocimiento del parentesco.
Sigmund Freud ya argumentó en su momento que era natural que hubiera atracción sexual entre miembros de una misma familia criados juntos desde niños, (los complejos de Edipo o Electra serían buenos ejemplos). Era por ello, según él, que sería necesario que las sociedades creasen el tabú del incesto, pero más recientemente Edvard Westermarck, (considerado el primer socio-biólogo darwinista), argumentó lo contrario a principios de siglo, que los propios tabúes surgen naturalmente como producto de actitudes innatas. Esto se pasó a denominar el efecto Westermarck, o impronta sexual inversa, que es un hipotético efecto psicológico a través del cual las personas que viven cerca durante los primeros años de sus vidas se vuelven insensibles a la atracción sexual entre sí. Este fenómeno, evolutivamente útil para evitar la endogamia, es una explicación al tabú del incesto y una explicación coherente al porqué del rechazo social a este tipo de relaciones endogámicas.
Durante el documental me acordé en repetidas ocasiones de la película española “Más que hermanos” basada en la historia real de una pareja gallega que, a finales de los ochenta, llegó a formar una familia sin saber que eran hermanos. La chica había sido criada en un orfanato por haber sido abandonada nada más nacer. Un día, la protagonista conoce a un chico en una discoteca y ambos se enamoran casi al instante, quedándose ella finalmente embarazada, todo ello sin ser conscientes de que eran hermanos por parte materna, algo que con prontitud descubrirían. La historia refleja principalmente todo el rechazo social que la pareja sufre continuamente por ello, tanto social como administrativamente, más aún en una zona rural con raíces muy conservadoras.
El paralelismo entre la película y el documental era grande. Gente que descubre, de repente, que la persona de la que está profundamente enamorada, con la que se ha casado o con quien ha tenido hijos, es hermana o hermano suyo y que lo único que encontraba alrededor es rechazo, problemática social y legal e incluso vejaciones por tal circunstancia y resulta que el ser humano tiene una fuerte predisposición genética a sentirse atraído sexualmente por otros seres humanos genéticamente cercanos, según avanzados estudios de distintos centros de investigación en sociología y psicología.
Había otros casos más curiosos como el de una mujer que había sido encarcelada por ser amante de su hijo adolescente al que conoció con 16 años, o el de una mujer de 20 años que, al conocer a su padre biológico, se enamoró profundamente, manteniendo con él una relación incestuosa de más de cuatro años, vivencias que reflejó en el libro autobiográfico "El beso".
La verdad es que estos tipos de casos siempre son agravados por la inadaptabilidad del ser humano que vive en sociedad a modelos diferentes a los tomados como tradicionalmente aceptables, ya que siempre se piensa que este tipo de comportamientos inusuales es algo propio de extraños o de gente que padece ciertos trastornos y se tiene tendencia a criminalizar tales comportamientos, sin deparar, por ningún momento, en que cualquiera puede verse afectado por circunstancias parecidas y que la intromisión y juicio de la vidas ajenas es algo que todo ser humano se da el derecho de hacerlo. Desafortunadamente, siempre se criminaliza o discrimina al que hace, vive o es diferente a los patrones establecidos y nadie se para analizar las causas o a contravenir los dictámenes sociales establecidos. Además, resulta que, en este caso, el ser humano tiene una predisposición a ello.
La verdad es que quedé realmente sorprendido de dicha tendencia del comportamiento humano, al fin y al cabo, lo más cerca que he estado yo de algo así, fue cuando con 17 años, de vacaciones en el pueblo mis padres, me encapriché perdidamente de una andaluza, por entonces tristona y enormemente atractiva para mí, que a la postre resultó ser prima segunda mía, un vínculo algo más lejano de los tratados en este escrito. Podría ser que yo, sin saberlo, también hubiese padecido la atracción sexual genética aunque fuera de tercera generación.

martes, 21 de agosto de 2012

ACONTECIMIENTOS APOCALÍPTICOS

Uno de los documentales televisivos que más recuerdo de todos aquellos que he visto es uno acerca de posibles desastres naturales que acechan al mundo, con la vista aún reciente en el maremoto del Océano Índico y su posterior tsunami, así como la inundación de la ciudad de Nueva Orleans. No lo recuerdo por temor a la existencia, pues mis tendencias ideológicas y espirituales hacen que no tema por ello, ya que soy consciente que desapareceremos todos y no dejaremos ni rastro para el resto de la eternidad. Algunos podrán dejar rastro, pero será por tiempo limitado ya que la humanidad desaparecerá tarde o temprano, es cuestión de años, siglos o milenios, puede que muchos, pero la Tierra tiene sus días contados por muchos que estos sean y no habrá ser superior que nos revitalice eternamente.
El caso es que se estima que más de 600 desastres naturales ocurren cada año y que más de la mitad de la población mundial,  unos 3.500 millones de personas, vive en áreas donde su vida puede resultar gravemente afectada por alguna situación catastrófica, tales como sequías extremas, inundaciones, terremotos, volcanes, ciclones o deslizamientos de tierra.
Entre las más factibles de este siglo, el huracán que inundaría Nueva Orleans ya se ha producido. No se tuvo en cuenta la irrupción de una ola gigante que arrasaría una gran extensión de la costa del Índico, aunque este tipo de catástrofes puede surgir en cualquier momento. Pero se dice que en el próximo medio siglo podríamos asistir a ver como San Francisco, (debido a que se espera un fuerte terremoto en la falla de San Andrés), Tokio (construida sobre la unión de tres placas tectónicas) o Ciudad de México (DF) pueden padecer enormes seísmos que destruirían una gran parte de dichas ciudades, por muy preparadas que estén éstas para afrontar tan brutales movimientos de tierras.
Otro acontecimiento que acabará sucediendo en los próximos siglos, (podría acontecer en cualquier momento), y con una enorme capacidad de destrucción, sería la creación de una gran ola gigante en el Atlántico, provocado por el hundimiento de parte de la isla de La Palma, aún mayor que el que devastó Asia a finales del año 2004. Dicen que podría originarse por una serie de erupciones volcánicas en la isla de La Palma (la más noroccidental de las islas Canarias), que provocarán el hundimiento de parte de la isla, a partir de la falla que se abrió en 1949. Este acontecimiento, podría producir olas de 40 kilómetros de largo y 650 metros de alto, que viajarían a 800 kilómetros por hora. No sólo llegarían hasta el oeste de Europa y parte de Gran Bretaña, sino también hasta el Caribe y el este de Estados Unidos, donde golpearían todo lo que existe a menos de 20 kilómetros de la costa. Importantes ciudades como Boston, Nueva York y Miami, por ejemplo, podrían quedar bajo el agua.
Igualmente, se estima que el 10% de la población mundial vive bajo la amenaza de erupciones volcánicas. Hay que tener en cuenta de que en el mundo hay unos 1.500 volcanes que permanecen activos. Además,  hay muchos otros que "duermen" y pueden despertar en cualquier momento, por lo que no es de extrañar que todos los años tengamos noticias acerca de nuevas erupciones volcánicas y las consecuencias catastróficas que generan.
Dentro de estas erupciones, las que sí que serían catastróficas a nivel global, serían las de los supervolcanes, cuyas erupciones amenazan la vida en todo el planeta. La última ocurrió en la isla de Sumatra (Indonesia), hace unos 74.000 años, y dejó a la humanidad al borde de la extinción. Tampoco se sabe dónde tendrá lugar la próxima super-erupción, aunque sí se tienen identificados a los posibles supervolcanes. El que con más atención se sigue es  el Supervolcán de Yellowstone, ubicado bajo el parque nacional más importante de Estados Unidos, visitado cada año por millones de personas y famoso por ser donde vivía el oso Yogui, un personaje de ficción infantil. Se estima que este supervolcán gigante ya entró en erupción en tres oportunidades en los últimos dos millones de años y que cuando vuelva a despertar no pasará inadvertido ya que lo haría con una fuerza equivalentes a mil bombas como las que fueron arrojadas en Hiroshima. La explosión se oiría en todo el mundo y las cenizas y el gas que emanaría, alcanzarían la atmósfera en segundos, el cielo se oscurecería, caería una lluvia negra y la temperatura bajaría entre cinco y diez grados en todo el planeta. Ese desolador invierno podría durar años o décadas. Serían consecuencias mucho más severas que las acaecidas con la erupción de Tambora, que provocó en 1816, un año sin verano, ya que éste fue frío y lluvioso en los Estados Unidos y en Europa, con las consecuencias propias de un evento tal, un desastre para las cosechas y el comienzo de hambrunas generalizadas a nivel mundial.
Igualmente, se cree que algunos de los grandes cambios climáticos del planeta, e incluso extinciones masivas como las de los dinosaurios, fueron provocados por cometas o asteroides que chocaron contra la Tierra. Lo mismo podría ocurrir con los seres humanos. Se calcula que hay casi mil asteroides de más de un kilómetro de diámetro cuyas órbitas cruzan la órbita terrestre, por lo que es cuestión de tiempo que uno de ellos choque contra la Tierra, (esto lo aseguró la Agencia Espacial Europea). Aún así, este tipo de fenómenos suele suceder cada millón de años, aunque si eso ocurre desaparecería más del 90% de la población mundial.
Afortunadamente, en este caso, el ser humano no vive más de un siglo por lo que difícilmente nos tengamos que enfrentar a un acontecimiento apocalíptico de la envergadura de los comentados anteriormente. Evidentemente, ante la superpoblación que vive el planeta, a menudo convivimos con desastres naturales que asolan determinadas zonas con la consecuente desgracia humana. Inundaciones, sequías, terremotos, erupciones volcánicas, huracanes… copan los titulares de los informativos mundiales mes tras mes, pero en ninguno de los casos las amenazas son mayores por el momento.
Es evidente que todo lo anteriormente citado sucederá y que la presencia humana en el planeta, si no se auto-aniquila antes, pasará por serios retos hasta que el ser humano acabe extinguido. Al fin y al cabo, sólo hace dos millones de años de su existencia, con la aparición del homo habilis, (el primero con denominación de humano), y 150.000-200.000 años desde la irrupción del homo sapiens en un planeta que se formó hace más de 4.500 millones de años. Eso sí, el planeta seguirá su curso independientemente de todo lo que suceda en su superficie y de si tiene o no vida humana o animal. No hay que olvidar que la Tierra será habitable “solamente” durante 500 millones de años más, (otros dos mil más si el nitrógeno desapareciera de la atmósfera), debido a su total dependencia del Sol y al 10% de aumento de la luminosidad que se prevé que en éste se producirá en los próximos mil millones de años. Además, la Tierra también tiene sus días contados, ya que acabará siendo absorbida por el Sol dentro de unos 5.500 millones de años cuando el calentamiento gradual que se produzca en el Sol lo convierta en Gigante roja y se expanda unas 250 veces su tamaño actual hasta abarcar la órbita terrestre.
Por muchos seres supremos que ideemos para que velen por nosotros, tanto nuestra existencia como la de nuestro planeta, tienen los días contados.

martes, 7 de agosto de 2012

EL COMBUSTIBLE DEL FUTURO

Hace unos meses oí hablar de que Tata Motors, -aquellos que tienen en el mercado el Tata Nano, un coche que salía a partir de un precio de 2.000 dólares-, iban a lanzar al mercado un coche que se movía gracias a un motor de aire comprimido, el Tata Mini Cat. Por lo visto, esto era la culminación práctica de un desarrollo que a mediados de los noventa diseñó la empresa francesa MDI.
Me vino a la cabeza una conversación que tuve con Vicente en Sevilla, un tipo con el que merece la pena conversar hasta del tema menos interesante del mundo, tan inquieto y entusiasta en la vida como apocalíptico en este tema. Estuvimos analizando todas las posibles alternativas energéticas. Más o menos estuvimos de acuerdo en que se iba a poder seguir  produciendo energía doméstica e industrial, de una u otra manera, con las tecnologías ya existentes, sin recurrir a los combustibles fósiles. Pero de todas las alternativas posibles que barajamos como combustible para vehículos autónomos sin conexión a red energética, no logramos encontrar ninguna que pudiera ser considerada una alternativa factible seria para encargarse de dar movilidad a la totalidad del parque móvil mundial. Lo que no recuerdo es que reparáramos en ésta alternativa, el motor de aire comprimido.
La verdad es que, nada más conocer la noticia, he de reconocer que me alegré de ver una alternativa en el mercado a los combustibles de origen orgánico. Una alternativa que no produjera emisiones de dióxido de carbono y que incluso sus emisiones estarían compuestas de aire limpia a unos veinte grados bajo cero. ¡Aire fresquita en nuestras ciudades! ¡Hasta iba a ser recomendable estar cerca del tráfico en pleno verano!
Evidentemente, nada más enterarme de la noticia me puse a indagar en el tema, en el mecanismo de dicho motor y en las prestaciones que podría tener un vehículo que utilizara esa tecnología. Ahí es cuando comencé a desanimarme. El motor es de 25 CV y la autonomía media apenas llega a los 150 kilómetros, un poco más de 200 en ciudad y apenas 80 kilómetros en carretera. En las comparativas que se hacían con los coches eléctricos que se están comercializando, las prestaciones eran menores y el coste del kilómetro era mayor (en torno a un 50% más), ya que la electricidad necesaria para llenar las botellas de aire comprimido, (realmente es la energía necesaria para comprimir el aire a la presión adecuada), era superior a la necesaria para recargar una batería de litio de las que usan los coches eléctricos. Además, el coste del vehículo es superior. La única ventaja importante del motor de aire comprimido es que no necesita de un material de existencia limitada para una implantación a nivel mundial. La limitación más importante del vehículo eléctrico, aparte de las bajas prestaciones actuales, es la escasez de litio,  componente fundamental para la fabricación de las baterías eléctricas, o más bien, las dudas generadas acerca de si se podrá cubrir el exorbitante aumento que sufriría la demanda mundial de este metal alcalino en el caso de implantarse este tipo de vehículos, debido principalmente a las dificultades de extracción con los métodos conocidos en la actualidad.
Está claro que las prestaciones de ambos motores que ya están en el mercado son bajas, pero los vehículos movidos gracias al motor de combustión tampoco rompieron la velocidad del sonido nada más nacer, por lo que yo soy de los que creen que con el tiempo se ganará en autonomía, se podrán pulir deficiencias y se podrán sortear las limitaciones, pero lo que está claro es que si el combustible de origen fósil ha comenzado el principio de su fin, debido principalmente a que la mayoría de los pozos petrolíferos ya han llegado a su umbral de producción, habrá que prepararse para buscar alternativas.
Creo recordar que Vicente y yo enumeramos, y descartamos, un gran número de las alternativas que ahora mismo se ven como factibles. Evidentemente, la principal alternativa actual radica en los biocombustibles, es decir, hidrocarburos obtenidos a partir de biomasa, que es como se denomina a toda la materia orgánica que se va a procesar para convertirla en combustible. Ya están en el mercado y hay vehículos que han adaptado su motor de combustión para adaptarlo a este combustible. Se denominan ecológicos porque aunque desprenden dióxido de carbono en su combustión, éste ya ha sido anteriormente absorbido del aire por tratarse de materia vegetal. Dentro de esta categoría yo también incluiría los combustibles obtenidos de desperdicios vegetales, de aguas residuales o a los distintos alcoholes producidos a partir de cereales como el etanol o el butanol. Todos ellos tienen una limitación evidente para cubrir el abastecimiento de las necesidades mundiales y no es otra que la capacidad de generación de los cultivos necesarios para su producción, (no aplicable al caso de las aguas residuales, que también son limitadas). Ni se sabe si es posible generar la materia prima necesaria, en coexistencia con los cultivos dedicados a fines alimentarios, ni se puede asegurar una producción constante a nivel mundial, ya que las cosechas no son constantes todos los años. Además, entraña un riesgo grave para la población mundial, como es la más que probable escasez de terrenos de cultivo y la generación de graves crisis alimentarias, como las que ya hemos vivido a pesar de que este combustible está comenzando a implantarse. Igualmente, los escrúpulos de las empresas energéticas pueden ponerse a la altura de las más despreciables y ya se ha visto como empresas pertenecientes a este sector han comenzado a comprar grandes superficies de cultivo en países tercermundistas y han empezado a hacer gala de sus mejores modales, dignos de denuncia en los informativos menos serviciales. Parece muy difícil que pueda implantarse como solución en caso de falta de petróleo con la población actual y sus estimaciones de crecimiento.
Parece ser que la energía solar no va a ser capaz de mover vehículos autónomos, al menos en el corto y medio plazo con las tecnologías conocidas, por lo que como alternativas futuribles habrá que esperar que la solución venga de los motores de hidrógeno, mediante pilas de combustible o fusión de núcleos de hidrógeno, ó agua , siempre y cuando haya algo de verdad en los muchos escritos realizados acerca de que ya existirían motores movidos por agua usando diferentes tecnologías, como la electrólisis o mediante la generación de hidruros, aunque todos esos escritos han sido duramente criticados. Sin embargo, utilizando técnicas parecidas, parece ser que se ha logrado gasolina sintética, basada en hidruros complejos obtenidos a partir de hidrógeno, a un precio asequible y sin emisiones de carbono a la atmósfera. Como todo lo que tiene que ver con los avances en tecnología energética, no hay información suficiente como para poder afirmar que pudiera ser una alternativa real.
Hay otras alternativas experimentales basadas en magnesio, arena-silicio ó Helio 3 que no parecen que puedan implementarse a corto o medio plazo, siempre y cuando pudieran ser viables, aunque siempre es positivo que haya posibles alternativas al apocalipsis petrolífero.
Tal y como le dije a Vicente, creo que tiene que haber alternativas bien guardadas en secreto, pues la evolución humana no está preparada para afrontar una crisis tal como el no poder desplazarse de manera autónoma. Supondría una involución sin precedentes y si no hay alternativa en el mercado se debe a que vivimos en una sociedad especulativa y en el que los que juegan con ventaja la hacen valer para su propio beneficio sin reparar en los daños que se causan y en un posible beneficio colectivo.
A pesar de todo, él insistió en que el apocalipsis está a la vuelta de la esquina y que en el momento en el que el petróleo escasee la sociedad va a estar condenada. No sé si es un punto de vista realista o pesimista, pero yo prefiero creer en el ser humano, que siempre ha salido triunfador de los distintos retos a los que se le ha enfrentado. Evidentemente me refiero a la comunidad científica, no a la escoria tanto dirigente como influyente en este mundo cruel.