jueves, 23 de octubre de 2014

LOS MUERTOS DEL ROCK ESPAÑOL

Las muertes dentro de las grandes estrellas de la música en España, a diferencia del panorama musical internacional, no comenzaron a suceder de manera generalizada hasta la década de los 80, debido a que el movimiento “hippie” y la efervescencia del Rock habían pasado desapercibidos en España a causa de las censuras de la dictadura.

Hasta entonces, sólo las muertes de Nino Bravo y Cecilia en 1973 y 1976 respectivamente, ambos en accidente de tráfico, habían teñido de luto el panorama musical del país. Esto cambiaría a finales de los 70 con el fin del franquismo, la transición a la democracia y la dilución de la censura, lo que facilitó la emersión de nuevos movimientos socio-culturales y la adopción de los estilos internacionales más recientes como el Punk, el Rock duro o el Heavy, asociadas a un estilo de vida más al límite. A continuación se citan, de forma cronológica, las muertes más significativas del panorama musical español.

Eduardo Benavente, líder de Parálisis Permanente, murió en 1983 a los 20 años de edad en accidente de tráfico. Su muerte provocó la disolución del grupo y la convirtió en banda de culto de la movida madrileña. Meses después es Jesús de la Rosa, bajista de Triana, quien muere en accidente de tráfico a los 35 años, provocando igualmente la disolución de su grupo. Ese mismo año, Miguel González, guitarrista de Desechables, muere abatido a los 27 años al intentar atracar una joyería. Al año siguiente, Mikel Astráin, baterista de Barricada, murió a los 24 años a causa de un derrame cerebral.

En 1987, Alberto Haro, guitarrista de Glutamato Ye-Yé y Sindicato Malone, murió en 1987 a los 23 años por cáncer. Su muerte provocó la disolución del grupo Sindicato Malone que él había fundado. Ese mismo año también murió Ramón Recio, ideólogo y letrista de Glutamato Ye-Yé y cuatro años después lo hizo su hermano Eugenio Haro, quien le sustituyó como guitarrista en Glutamato Ye-Yé y que formó el grupo Ciudad Jardín tras la primera disolución del grupo.

Toño Martín, el que fuera bajista y vocalista de Burning, muere el 9 de Mayo de 1991 sin superar sus problemas de adicción a las drogas. Justo seis años más tarde y el mismo día, como si estuviera pactado, también moría su compañero Pepe Risi, guitarrista de Burning y vocalista desde la marcha de Toño, a los 42 años por neumonía complicada por su lamentable estado de salud. Ese mismo año también muere Tino Casal, a los 41 años, en accidente de tráfico.

En 1992, Toti Árboles, el que fuera baterista de Los Pegamoides, Parálisis Permanente, Seres Vacíos, Dinarama, La Unión o La Frontera y considerado como “el baquetas de la Movida” murió por una sobredosis de heroína que le produjo un fallo cardiaco sin haber cumplido los 30 años. Ese mismo año, en el transcurso de poco más de cuatro meses, mueren Iosu y Juanma, guitarrista y bajista de Eskorbuto, como consecuencia del SIDA y de la adicción a la heroína. Tenían 31 y 30 años respectivamente.

En 1994, Manolo Iglesias, el que fuera baterista de Tequila, murió por SIDA a los 37 años. Seis años después también murió de SIDA el que fuera su compañero Julián Infante, guitarrista de Tequila y Los Rodríguez, a los 43 años.

Antonio Flores murió en 1995 a los 33 años debido a una sobredosis de barbitúricos y alcohol.

1996 comienza con la muerte del carismático Natxo Etxebarrieta, vocalista de Cicatriz por SIDA. Era el único superviviente del grupo, pues en menos de año y medio habían muerto el bajista Pakito Rodrigo y el guitarrista Pedro Landatxe, también por SIDA. Hacía menos de seis años que el otro guitarrista, Pepín Arteaga, había muerto por sobredosis de heroína. El año termina con la muerte de Juan Antonio Canta. El que fuera vocalista de Pabellón Psiquiátrico y que ya en solitario saltaría a la fama por “El rap de los 40 limones”, se suicidó a los 30 años por problemas de depresión.

Poch, líder de Derribos Arias, murió a finales de 1998 a los 42 años víctima de la enfermedad de Huntintong y un año después es Enrique Urquijo, líder de Los Secretos, muere a los 39 años por sobredosis de heroína. Era el tercer miembro del grupo que fallecía tras los bateristas José Enrique Cano “Canito” en 1980 y su sustituto Pedro Antonio Díaz en 1984, ambos en accidente de tráfico a los 20 y 28 años respectivamente.

En 2002 murió Carlos Berlanga a los 42 años por cirrosis complicada por el SIDA. Fue miembro de Kaka de Luxe, Los Pegamoides y Dinarama y publicó además cuatro discos en solitario. Ese mismo año, Fernando Murúa, baterista de La Polla Records, murió a los 40 años por un infarto cerebral. Al año siguiente es Carlos Aguirreurreta "Mahoma", vocalista de R.I.P., quien muere a los 44 años. Era el segundo miembro de la banda que fallecía por culpa de la heroína pues seis años antes lo había hecho el bajista, Eduardo Mancebo "Portu" a los 33 años. Un mes después moría otro ídolo del punk español, Kike Kruel, el que fuera líder de Espasmódicos y quince días más tarde, Marco Antonio Sanz de Acedo, más conocido como “Eskroto” en Tijuana in Blue o “Gavilán” en Kojón Prieto y los Huajalotes, se suicidó a los 38 años después de dar su último concierto.

Las más recientes prematuras desapariciones de músicos importantes del panorama nacional se deben principalmente al cáncer. Así Kike Turmix, vocalista de Pleasure Fuckers entre otros, murió en 2005 a los 48 años tras padecer cáncer de hígado. Antonio Vega, guitarrista y vocalista de Nacha Pop, autor de “La chica de ayer” y que publicó cinco discos de estudio en solitario, murió en 2009 a los 51 años a consecuencia de un cáncer de pulmón. Roberto Mira “Róber”, guitarrista y vocalista de Porretas, murió en 2011 a los 48 años por cáncer de colon. Enrique Sierra, el que fuera guitarrista de Kaka de Luxe y Radio Futura, murió en 2012 a los 55 años tras una larga enfermedad renal. Y Germán Coppini, ex vocalista de Siniestro Total y Golpes Bajos y que publicó seis discos en solitario, murió en 2013 a los 52 años por cáncer de hígado.

No habrán tenido la repercusión mediática de otras muertes de músicos famosos a nivel internacional, pero sus legados han repercutido en nuestras vidas de igual manera o incluso mayor, debido a la cercanía que teníamos hacia ellos.

La fortuna, para ellos, a pesar de su pronta desaparición, es que su legado sigue presente cada vez que escuchamos alguna de las canciones que han creado o interpretado y, por lo tanto, de alguna manera siguen aún vivos, aunque sea a partir de recordarlos en textos como éste.


jueves, 9 de octubre de 2014

LOS MUERTOS DEL ROCK

Tal y como comenté en la entrada anterior acerca del Club de los 27, la muerte de estrellas del Rock a temprana edad ha sido algo muy frecuente. A lo largo de la historia, aunque fueron las muertes de Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison en tan solo dos años (de 1969 a 1971) las que abrieron el debate mediático, ha habido muchas más y muy significativas. A continuación citaré otros casos mediáticos en función de los años en los que fallecieron, algunos de ellos incluso a más temprana edad que los incluidos en el Club de los 27.

Buddy Holly, una de las primeras estrellas del Rock and Roll, murió a los 22 años por un accidente de avioneta. Con él viajaban el joven de 18 años Ritchie Valens, (creador de “La Bamba”), y Big Popper, de 28. Sucedió el 3 de Febrero de 1959 y fue bautizado por los medios como “el día en el que murió la música”.

Elvis Presley, considerado “el rey del Rock and Roll”, murió en 1977 a los 42 años de edad. No se sabe con precisión cuál fue el origen real de su muerte, pero el caso es que el abuso de las drogas y el alcohol junto con ciertas enfermedades que padecía como glaucoma, hipertensión arterial, daños en el hígado y megacolon pudieron ser los causantes del ataque cardíaco que acabó con su vida. Unos meses después, el avión en el que desplazaba el grupo Lynyrd Skynyrd, conocido por su hit “Sweet home Alabama”, se estrelló, muriendo en el impacto tres de los miembros del grupo, su líder Ronnie Van Zant y los hermanos Steve y Cassie Gaines, todos ellos menores de 30 años. Al año siguiente fue Keith Moon, baterista de The Who, quien murió a los 32 años de edad por una sobredosis de Clometiazol, sedante que tomaba para luchar contra el síndrome de abstinencia al alcohol. Era conocido por su estilo de vida autodestructivo y por sus habituales excesos con el alcohol y las drogas, que estaba dejando en el momento de su muerte.

El más joven de entre los más famosos fue Sid Vicious, estrella del punk y bajista de Sex Pistols, que murió en 1979 a los 21 años por una sobredosis de heroína, tres meses y medio después del misterioso asesinato de novia Nancy Spungen. Su muerte lo convirtió en todo un icono del punk y en el principal valedor del “vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”.

El año 1980 fue especialmente trágico. Bon Scott, vocalista del grupo AC/DC, murió a los 33 años, por aspiración de vómito tras una intoxicación etílica. Ian Curtis, líder del grupo Joy Division, se suicidó a los 23 años, agobiado por la epilepsia que padecía, su inminente divorcio y su adicción a algunos fármacos. John Bonham, baterista de Led Zeppelin, murió a los 32 años por aspiración de vómito tras una ingestión masiva de vodka, provocando, con su muerte, la desaparición del grupo. Darby Crash, líder del grupo punk The Germs, murió a los 22 años por una sobredosis intencionada de heroína, suponiendo su muerte el final del grupo y quedando ésta completamente eclipsada por el asesinato del “ex beatle” John Lennon, a los 40 años, que tuvo lugar tan sólo un día después, siendo ésta una de las muertes más mediáticas. Al año siguiente fue Bob Marley, considerado “el rey del Reggae”, quien murió a los 36 años, víctima del cáncer.

En 1982 fue Randy Rhoads, guitarrista de Ozzy Osbourne y anteriormente de Quiet Riot, quien murió a los 25 años tras estrellarse la avioneta en la que volaba por diversión. Ese mismo año, el guitarrista de The Pretenders, James Honeyman-Scott, murió por sobredosis de cocaína y meses más tarde era el bajista, Pete Farndon, quien se ahogaba en la bañera tras inyectarse heroína y perder el conocimiento. Tenían 25 y 30 años de edad respectivamente.

1986 comenzó con la muerte de Phil Lynott, líder de Thin Lizzy, a los 36 años por fallo cardíaco tras sufrir una sobredosis de heroína después de haber pasado sus últimos días entre drogas y alcohol. Posteriormente, Cliff Burton, bajista del grupo Metallica, murió a los 24 años tras sufrir un accidente el autobús en el que se desplazaba el grupo por su gira europea. El acontecimiento estuvo a punto de suponer la disolución de la banda californiana.

En 1988, Hillel Slovak, guitarrista del grupo Red Hot Chili Peppers, murió a los 26 años por sobredosis de heroína. Llevaba cuatro años enganchado.

El año 1991 fue también significativo. Comenzaba con la muerte de Steve Clark, guitarrista de Def Leppard, a los 30 años tras ingerir una mezcla de antidepresivos, calmantes y alcohol, poniendo el punto y final a una trayectoria marcada por los excesos con el alcohol. Seguía con la muerte de Johnny Thunders, (fue guitarrista de New York Dolls o The Heartbreakers, entre otros), a los 38 años por sobredosis de metadona, estando enfermo de leucemia. Ya con anterioridad, su compañero Bill Murcia en The New York Dolls murió también por sobredosis. Y terminaba el 12 de Noviembre con la muerte de Freddie Mercury, líder de The Queen e icono gay, a los 45 años por bronconeumonía complicada por el SIDA, tan sólo un día después de comunicar oficialmente que padecía esta enfermedad. Ese mismo día también fallecía Eric Carr, baterista de Kiss, a los 41 años por cáncer de corazón.

Michael Hutchence, líder del grupo INXS, murió en 1997 a los 37 años de edad al ahorcarse con su cinturón, mientras practicaba una técnica de asfixia autoerótica.

Joey Ramone, el que fuera cantante del grupo The Ramones, murió en 2001 a los 49 años por linfoma. La casualidad hizo que al año siguiente muriesen Dee Dee Ramone, el bajista del grupo, por sobredosis de heroína y Joe Strummer, el que fuera líder de The Clash, por fallo cardíaco congénito no diagnosticado, ambos a los 50 años de edad. Y en 2004 lo hizo Johnny Ramone, el guitarrista de The Ramones, a los 55 años por cáncer de próstata, perdiendo el movimiento punk a sus últimos iconos vivos.

Layne Staley, líder del grupo Alice in Chains, murió en 2002 a los 34 años de edad por una sobredosis de heroína mezclada con cocaína. Su muerte provocó la ruptura de la banda, aunque se volvería a reunir cuatro años después para proseguir con su actividad.

Dimebag Darrell, guitarrista de Pantera y Damageplan, murió en 2004 a los 38 años edad asesinado a tiros en el escenario por un fan al año siguiente de la separación de Pantera.

Michael Jackson, considerado “el rey del Pop”, murió en 2009 a los 50 años de edad por parada cardiorrespiratoria provocada por una intoxicación aguda de propofol, un anestésico que utilizaba para dormir. Al año siguiente fue Paul Gray, bajista de Slipknot, quien murió a los 38 años de edad por una sobredosis de morfina y fentanilo.

Whitney Houston, la que hasta la fecha es la artista más galardonada de la música, murió en 2012 a los 48 años de edad ahogada en la bañera del hotel donde se alojaba tras mezclar diferentes fármacos con cocaína y en 2013 fue Jeff Hanneman, guitarrista fundador de Slayer, quien murió a los 49 años por una deficiencia hepática producida por la cirrosis que padecía.

Los citados aquí son los casos más conocidos de estrellas del mundo de la música en activo de los miles de casos existentes. Las muertes precoces entre las estrellas de la música es algo bastante frecuente. Es un estilo de vida marcado por el lema “Sexo, drogas y Rock and Roll”, de tenerlo casi todo y disfrutarlo al momento, de vivir con intensidad hasta que el cuerpo dice basta. Una vida de triunfo, reconocimiento y excesos que suele tener un final anticipado.