viernes, 27 de julio de 2018

EL MAPA DEL SISTEMA SOLAR

Una de las cosas que más me han fascinado es el Universo, a pesar de no haber tenido nunca un telescopio y no haberme aprendido nunca las constelaciones, pues consideré, no sé si acertadamente o no, que eso podría ser válido para excursionistas nocturnos y yo siempre tuve otras preferencias para la noche. Lo que me fascinaba era su inmensidad, la cantidad de estrellas, las galaxias que contenía… Ahora, me fascina su contenido, las enormes distancias, la cantidad de espacio vacío y las diminutas bolas de fuego que brillan y adornan nuestro cielo.
Llegué a escuchar en uno de esos documentales que cazo casualmente en mis escasas horas de televisión que si toda la materia que hay en el Universo se juntase, su relación con respecto a la del espacio que ocupa el Universo sería la misma que la de meter un grano de arena en un cubo perfecto de treinta kilómetros de arista, es decir, treinta kilómetros de ancho, treinta kilómetros de alto y treinta kilómetros de profundidad. Resumiendo, todos los planetas, planetoides, los 70.000 trillones de estrellas que se estiman que existen (y subiendo), los 125 billones de galaxias, (también subiendo), y los cientos de constelaciones juntas hacían un grano de arena en un volumen de veintisiete billones de metros cúbicos, una insignificancia.
Pero todo se debe a que tenemos una visión distorsionada incluso del Sistema Solar, debido a los distintos dibujos que de éste nos han ido enseñando a lo largo de los años y que no se corresponden, ni por asomo, con las proporciones reales. Pero es que hacer un mapa a escala real no es posible, (bueno, sería más idóneo decir que no es práctico, sino que se lo hubiesen propuesto a Nimrod, el rey mesopotámico que ideó construir una torre para llegar al cielo y retar así a Yahvé, el dios de los judíos y por ende de los cristianos), precisamente porque los ocho actuales planetas del Sistema Solar, que es lo que realmente nos importa, apenas ocupan espacio. No hay más que ver el ejemplo anterior como referencia y suponer una distribución similar, que no la hay pero que nos da una idea aproximada de la insignificancia de la materia dentro del espacio que ocuparía el Sistema Solar. Además hay que matizar que más del 99% de esa materia que forma el Sistema Solar está en el Sol, por lo que el resto de planetas, planetoides, asteroides, satélites naturales, cometas, rayos cósmicos, polvo interplanetario, etc. no llega a tener el 1% de la materia existente en el Sistema Solar.
El caso es que si hiciéramos un mapa lineal del Sistema Solar con la suposición que todos los planetas estuvieran alineados, (algo imposible, sino no se utilizaría esta expresión como referencia para hacer alusión a algún hecho o suposición inverosímil), podríamos encontrarnos con una visión más clarividente. Así que vamos a por ello.

Empecemos con un Sol del tamaño de un balón de playa. Como no hay reglamentación al respecto y cada balón de playa suele ser del tamaño que a su anunciante de turno le ha dado la gana, vamos a considerar un diámetro de 50 centímetros para ser la envidia de cualquier dominguero playero y a ser posible, de Larios, Gallina Blanca, Lipton, JB, Cutty Sark o cualquier otra marca que ofrezca su balón playero de color amarillo. Con estas medidas, la Tierra tendría el diámetro de una lenteja y estaría orbitando a 54 metros de nuestro balón playero improvisado. Un poco más cerca de nuestro balón playero, a 39 metros, ubicaríamos otra lenteja casi idéntica pero ligeramente más pequeña que la Tierra que sería Venus y, algo más cerca aún, a casi 21 metros estaría Mercurio, que sería un bolita de aproximadamente un milímetro de diámetro. En este caso un grano de sopa de lluvia se me antoja incluso grande. Marte estaría a 82 metros y al tener un radio de casi la mitad que la Tierra podríamos asimilarlo a medio grano de arroz, (y así le damos una forma seudoesférica).
Para acabar de montar nuestro Sistema Solar a escala nos quedarían los planetas más grandes. Así Júpiter habría que situarlo a poco más de 200 metros y tendría el tamaño de una bola de 5 centímetros de diámetro, algo más pequeño que una pelota de tenis. Saturno estaría a algo más de 370 metros y sería idéntico a una pelota de squash, (no recomiendo recrear los anillos ya que serían tan finos que apenas se podrían representar con medios humanos). Urano se situaría a casi 750 metros con un tamaño parecido al de una canica del mismo diámetro que la boca de una botella de vino y Neptuno estaría a 1.170 metros de nuestro sol improvisado y tendría un tamaño aproximado a la canica uraniana, aunque ligeramente más pequeña, casi inapreciable la diferencia a esa escala. Menos mal que Plutón ha sido desechado como planeta y ha pasado a engrosar la lista de los denominados planetas enanos que si no tendríamos que irnos hasta más allá del kilómetro y medio para representarlo y habría que afinar pues debería tener la mitad del diámetro de Mercurio, que representamos como un grano de sopa de lluvia.
Para rizar el rizo se podría ubicar la Luna, siempre quedaría bien, por ser más familiar que cualquier planeta. Habría que hacerla del tamaño de Marte, (es ligeramente más grande) y ubicarla a unos 15 centímetros de la lenteja que hemos puesto simulando la Tierra. Olvidaros del resto de satélites pues ya se conocen cerca de 200 satélites en el Sistema Solar, repartidos entre los ocho planetas y los seis planteas enanos. Júpiter y Saturno tienen más de 60 cada uno.
Como nota anecdótica, siempre se puede añadir que Sedna, el planeta enano más lejano del Sol conocido dentro del Sistema Solar, estaría ubicado a veinte kilómetros y medio de nuestro balón de playa. Es decir, Sedna recibe los rayos de Sol que salieron hace 73 horas de éste. También se puede añadir que el sistema estelar más próximo es Alfa Centauro y estaría ubicado a casi 15.000 kilómetros de nuestro improvisado balón de playa, lo que supondrían cuatro años y cuatro meses viajando a la velocidad de la luz. Además, según los datos que se tienen, es un sistema que consta de tres estrellas, no como nuestro aburrido Sistema Solar que sólo tiene una, el Sol.

El par de veces que he hecho una representación de éstas a alguien, usé un balón de baloncesto, por lo que los tamaños a representar serían la mitad de los aquí expuestos. Estas representaciones suelen venir provocadas tras conversaciones de distinta índole acerca de lo casual que es nuestra presencia y para hablar de lo alucinante que es todo lo que hay ahí fuera.