La primera noche que recuerdo no
haber podido dormir bien y despertarme continuamente a causa del calor fue,
aunque parezca mentira, en Valsalada, un pequeño pueblo situado al sur de la
provincia de Huesca y que pertenece al municipio de Almudévar al que fui a
pasar unos días con mi familia a finales de un lejano mes de Agosto para
visitar a la familia de una prima de mi madre cuando tenía unos 14 años.
Hasta entonces yo había pasado la
mayor parte de todos los veranos en el pueblo de mis padres, Curiel, en la casa
de mi abuela o en la casa familiar donde se pasaban las noches de forma
agradable debido a la constitución de los gruesos muros de esas casas de pueblo
que hacen de aislante natural, pero también había acudido durante seis años a
colonias de verano en la segunda quincena del mes de Julio a localidades tan
mediterráneas como Benicarló (Castellón), Tortosa (Tarragona), Torrente
(Valencia) o Calafell (Tarragona) y nunca había tenido problemas para dormir a
causa del calor.
Aunque no recuerdo las causas por
las que padecimos temperaturas mínimas superiores a 25ºC, sí que recuerdo estar
ante una situación inédita para mí y tener la sensación de estar en una zona
muy calurosa, algo que no es cierto, aunque sí que sea esa zona un poco más
calurosa que las zonas de las provincias de Burgos o Valladolid, por donde me
movía por aquellas épocas.
Sí que es cierto que
posteriormente he vivido numerosos episodios parecidos. Recuerdo unas
vacaciones familiares en Puerto Sagunto donde tuve que acabar durmiendo alguna
noche en la cubierta del tejado o unas vacaciones con los amigos en El Mareny
de Barraquetes, donde si ya era difícil dormir por la noche, mucho más lo era
dormir tras llegar a casa cuando estaba amaneciendo. El resto de veces que lo
he padecido ha sido por alojarme en un hotel sin aire acondicionado, por
subirme a dormir a la buhardilla de la casa del pueblo en pleno mes de Agosto o
por dormir con alguien que deteste el aire acondicionado. Pero sin duda, por
este motivo, las peores noches las pasé el primer mes de Julio que viví en la
que lleva siendo mi casa desde hace unos diez años. Los veranos madrileños son
así y no me quedó más remedio que tener que instalar un sistema de aire
acondicionado, inmediatamente.
Estas noches en las que sucede
este fenómeno, el no poder dormir bien y despertarse continuamente por culpa
del calor, se denominan noches tropicales. Esta expresión de noche tropical se
utiliza en meteorología para designar a aquellas noches en donde la temperatura
mínima no baja de los 20 grados. Es un término muy utilizado en climatología,
sobre todo en los meses de Julio y Agosto, que es cuando se dan con más
frecuencia.
En noches muy calurosas en donde
las temperaturas mínimas se quedan por encima de los 20 grados centígrados, las
temperaturas dentro de las casas se sitúan por encima de ese valor. Si al calor
se le une una elevada humedad ambiental, de en torno al 60%-70%, se generará
bochorno, la sensación térmica será mayor y resultará complicado poder dormir en
condiciones aceptables. Esto se debe a que, como somos animales de sangre
caliente, nuestro cuerpo tiene que mantener la temperatura interna dentro de
unos valores muy determinados, (36-37 grados), y para ello pone en
funcionamiento mecanismos como la sudoración o la vasodilatación, (donde la
sangre circula más rápido en las proximidades de la piel para favorecer la
transferencia de calor al ambiente), por lo que el cuerpo realiza un trabajo
extra para poder ventilar y disipar el calor interno, abandonando su zona de
confort térmico y, por lo tanto, dificultando el poder dormir con normalidad.
En España, esto ocurre con más
frecuencia en zonas del litoral, sobre todo del Mediterráneo, por lo que en
ciudades como Valencia o Barcelona se pueden llegar a un número aproximado de
cien noches al año que se pueden calificar como noches tropicales, número
aproximado al que se da en Madrid, mientras que en Sevilla se puede llegar a
las 150 noches que presenten problemáticas conciliaciones de sueño.
En estos momentos, con la llegada
del verano, soportaremos, un día tras otro, estas noches tropicales, que tanto
nos recordarán los meteorólogos en sus espacios dedicados a la predicción del
tiempo, por lo que no quedará más remedio que ponerse en manos de los aparatos
de aire acondicionado, de los ventiladores o de generar corrientes de aire,
para diluir el efecto de éstas y poder dormir más a gusto.