De mi primer año de Bachillerato
tengo muchos recuerdos de la asignatura de Dibujo (Pretecnología) que nos daba
una profesora bajita y algo encorvada de la que no recuerdo su nombre y a la
que cruelmente apodamos “la doble” debido a su estatura y en alusiones a una
regla de 20 centímetros (el doble decímetro) al que ella hacía alusión como
prioritario para el desarrollo de la asignatura.
Recuerdo que realizamos muchas
actividades de pintura y muy variadas, sobre todo con témperas, y también hicimos
esculturas en barro ya al final del curso. Aunque no obtuve buenas notas en
dicha asignatura, (tampoco malas), disfruté mucho de su asignatura, a pesar de
que pintar con témperas me frustraba un poco ya que era algo torpe obteniendo
colores secundarios o terciarios.
Esta frustración me venía
provocada debido a que la metodología que utilizábamos para la consecución de
colores secundarios o terciarios estaba basado en el famoso círculo cromático proveniente
de la antigua Academia Francesa de Pintura basado en tres colores primarios
(azul, amarillo y rojo), tres secundarios (verde, naranja y morado) y los
distintos colores terciarios, junto con el blanco y el negro. Así, si mezclaba
el azul con el rojo, en lugar de obtener el deseado color morado, obtenía un
color gris oscuro, que en muy poco se parecía al morado que buscaba, que sí que
lo hubiera conseguido si hubiese mezclado el azul claro con el rosa (o el
magenta). Lo curioso es que esta metodología es correcta y mezclando pigmentos
que reflejen estos colores pueden obtenerse todos los demás tonos.
Mediante esta citada metodología se
obtienen los denominados colores pigmento o colores sustractivos, que son los
colores basados en la luz reflejada de los pigmentos aplicados a las
superficies u objetos, (ya que los objetos son del color del espectro de luz
que reflejan, siendo el resto de espectros absorbidos por el objeto). Aunque
originalmente estos colores eran el rojo, el azul y el amarillo, (modelo RYB), en
la actualidad los colores empleados como primarios son el magenta, (rojo
púrpura), el cian (azul claro) y el amarillo, siendo éstos los colores básicos
de las tintas que se usan en la mayoría de los sistemas de impresión, motivo
por el cual estos colores han desplazado en la consideración de colores
primarios a los tradicionales. Es el denominado modelo CMY.
El blanco y el negro son llamados
colores acromáticos, ya que los percibimos como "no colores". La
mezcla de los tres colores primarios pigmento en teoría debería producir el
negro, el color más oscuro y de menor cantidad de luz, por lo cual esta mezcla
es conocida como síntesis sustractiva. En la práctica, el color así obtenido no
es lo bastante intenso, motivo por el cual se le agrega negro pigmento. El
blanco también se obtiene por pigmentación.
Sin embargo, los colores
producidos por luces, (cine, televisión, pantallas, etc.), tienen como colores
primarios, el rojo, el verde y el azul, (modelo RGB). La fusión de éstos crea y
compone la luz blanca y con su ausencia se obtendría el negro. A esta mezcla se
le denomina síntesis aditiva y las mezclas parciales de estas luces dan origen
a la mayoría de los colores del espectro visible.
Modelo CMY y modelo RGB
Según los dos modelos ideales,
ambos esquemas de color tienen una clara correspondencia, pues los colores
secundarios del modelo RGB (basado en la luz) son los colores primarios del
modelo CMY (basado en los pigmentos), y viceversa. Esto sería sobre la teoría,
ya que en la realidad es casi imposible obtener pigmentos y luces totalmente
puros. Cualquier mezcla, sin importar que sea sustractiva o aditiva, se
convierte en una interferencia que será percibida como una falsa tonalidad por
el ojo, y no un cambio real en la frecuencia de la luz.
Fue el científico inglés Isaac
Newton quien en el siglo XVII tuvo las primeras evidencias de que el color no
existe, al comprobar que la luz blanca se descomponía al pasar por un prisma de
cristal en seis espectros de color según sus diferentes longitudes de onda, (rojo,
naranja, amarillo, verde, azul y morado). Así pudo establecer que la luz
blanca, presente en todas partes, está formada por "trozos" de luz de
seis colores, y que cuando esa luz choca contra algún cuerpo, éste absorbe
alguno de dichos trozos y refleja otros, por lo que los colores reflejados por
el objeto son los que conformarán el color del objeto, (en función de la mezcla
de los colores que refleje), según lo percibimos con nuestro sentido de la
vista.
Aunque, en su momento, mi
principal escollo creía que era la obtención de los colores exactos que quería
plasmar en las pinturas, con el tiempo me he dado cuenta de que el problema es
que mis habilidades para la pintura no son capaces de obtener las formas
exactas y si lo logran no consiguen obtener el exacto color de los reflejos de
luz. Pintar una fruta o una estela sobre una superficie líquida y que parezcan
reales es algo que ya no me propongo desde hace tiempo por considerarme inepto
para dicho menester.
Afortunadamente para mí, la
pintura realista ha perdido muchos enteros en pos de la fotografía artística y
la pintura no realista tiene una gran cantidad de géneros mediante el cual
expresar, por ejemplo, lo torpe que es uno plasmando imágenes reales.