Tenía unos 13 años cuando vi un
capítulo de la serie documental de TVE “España a vista de pájaro” en la que
hablaban de mi ciudad, Aranda de Duero, y en la que se entendí que se trataba
de una ciudad que contaba con unos 45.000 habitantes, por lo que cuando me
preguntaban acerca de la población que tenía Aranda, yo ofrecía esta cifra como
buena, a pesar del asombro de alguno de mis interlocutores y la puesta en duda
del dato por parte de algún otro. Es por ello, que decidí acudir al
ayuntamiento, junto con mi amigo Antonio, para preguntar. Allí nos informaron de
que Aranda contaba por entonces con 29.000 habitantes (cuatro mil menos que en
actualidad) y nos dimos cuenta de que la cifra que manejábamos estaba bastante
inflada, por lo que dedujimos, acertadamente, que el dato de 45.000 habitantes
se debería referir a la población de toda la comarca arandina, “La Ribera”.
A partir de entonces me surgió una
terrible curiosidad por conocer los datos de población de las distintas
localidades españolas, (con el tiempo también de las europeas y mundiales),
puesto que la gente tiende a exagerar la población de su localidad, como yo
había realizado aprovechando un dato incorrecto escuchado en televisión y
menospreciando otros datos recibidos por ser inferiores en cantidad. Esa
curiosidad la empecé a cubrir gracias una publicación de un anuario de “El
País” en la que me encontré con la publicación de los dos últimos censos y
padrones de todos los municipios españoles de aquel momento. A partir de
entonces pude hacer mis “rankings” de municipios, así como conocer la población
de todos los municipios por los que tenía cierto interés. Repasé tanto aquellos
folios fotocopiados que a veces tenía problemas para leer los datos debido a
que la tinta impregnada comenzaba a borrarse.
Cuando posteriormente llegó a mis
manos la serie poblacional de todos los censos del siglo XX con la
configuración de los municipios españoles del momento, (donde hacían alusión a
los municipios que desaparecieron y cuya población se había incluido en el
municipio del que formaban parte), me entró una enorme curiosidad por conocer
todos aquellos municipios desaparecidos a lo largo del siglo, (unos 1450), principalmente
en los censos de los años 50, 60 y 70, debido a las reorganizaciones
municipales que se realizaron debido a los movimientos migratorios acaecidos en
aquellas décadas que acabaron casi despoblando muchas localidades y municipios.
Es por esto que me hice asiduo de la oficina del I.N.E. de Valladolid para
completar mi datos de aquel enorme listado que yo tenía, y saber cuál fue la
población real de los municipios existentes en el momento de la realización de
cada censo, más en concreto la población de derecho, que es la población
empadronada en el lugar independientemente de que estén residiendo o no, que es
la que se maneja en los padrones actuales.
Eso generaba mucho cachondeo
entre mis compañeros de piso, por considerarlo extraño, así que cuando nos
encontrábamos con algún amigo le solían incitar a que me preguntase dónde había
estado y por qué, aparte de vacilarle con que me sabía la población de todos
los pueblos de España y retarle a que lo comprobara.
Sin embargo, pronto descubrí que
esos datos por sí solos eran engañosos, y la población que tiene un municipio
no tiene por qué corresponderse con la población que tienen los pueblos o
ciudades que le daban nombre, puesto que la distribución municipal no es
homogénea en el país y aunque en ciertas zonas del país la mayoría de los
municipios suelen ser pequeños, tener una sola localidad que es la que da el
nombre al municipio y es raro ver pueblos sin ayuntamiento (sobre todo en
Castilla, País Vasco, Navarra, Madrid, Aragón, Valencia y Cataluña), en otras zonas
del país un municipio no es más que una división territorial inferior a las
comarcas o a las mancomunidades. Así hay municipios que contienen varias
localidades, a veces decenas de ellas, otros contienen un gran porcentaje de
población desperdigada, e incluso otros tienen un nombre diferente a la de
cualquier localidad existente. En Galicia y Asturias, regiones con gran número
de núcleos rurales, los municipios se llaman concejos y suelen están formados
por varios núcleos de población (normalmente decenas de ellas) que se dividen
en parroquias, por lo que la población del municipio no es más que la población
de una división administrativa y es mayor, en muchos casos de una manera muy
considerable, que la población de la localidad que le da el nombre. Algo
parecido pasa en el sur de España y en las islas donde los municipios son
grandes y están formados por varios núcleos de población, aunque estas zonas no
cuenten con una cantidad tan elevada de núcleos de población como Asturias o
Galicia, sino todo lo contario, al haber tan pocos municipios, estos engloban
varias localidades de población elevada.
Por todo ello, realicé un
proyecto de reforma territorial para eliminar todos aquellos municipios menores
de 100 habitantes, mediante procesos de fusión o absorción entre municipios de
tal manera que todos aquellos que no llegaban a esa población mínima pasaran a
ser pedanías, para posteriormente intentar elevar la cuota mínima a 500
habitantes. Dicho proyecto también incluía la posible emancipación de las
pedanías de más mil habitantes, o grupos de ellas que lo sumasen, y su
transformación en municipio.
Sin saberlo, había hecho hincapié
en un problema largamente debatido en España y Europa, la necesidad de que los
municipios tuvieran una dimensión demográfica suficiente. Durante los años
sesenta y setenta, diversos países de la Europa nórdica y central adoptaron
importantes reformas de su mapa administrativo (Suecia entre 1959 y 1974, Alemania
R.F. entre 1960 y 1978, Dinamarca en 1970 y posteriormente en 2007, Gran
Bretaña entre 1969 y 1972, Bélgica entre 1971 y 1977 y Noruega en 1974)
mediante las cuales redujeron el número de municipios existentes entre un 65% y
un 90% y en Holanda y Austria redujeron el número de municipios existentes en
un 40% desarrollando políticas favorables a la reducción de municipios y a la incentivación
de las fusiones municipales.
Sin embargo, en España, la única
reforma general y exitosa del mapa municipal español se realizó con la Ley
Municipal de 1845, que exigía la presencia de un mínimo de 30 vecinos (unos 150
habitantes aproximadamente) en el municipio como condición necesaria para
conservar el ayuntamiento. Posteriormente en 1866, se aprobó la Ley de
Ayuntamientos, por la que se suprimirían todos aquellos ayuntamientos con menos
de 200 vecinos, aunque la Revolución de 1868 dio al traste con el proyecto de
reforma general del mapa municipal. Hubo proyectos de reforma de la Ley
Municipal a principios y mediados del siglo XX, sobretodo en la década de los
60 y 70, en los que desaparecieron cerca de 1200 municipios, (lo que supone una
reducción de un 15%), pero ninguno se llevó a cabo en su totalidad, ya que casi
todas las propuestas de reforma local del siglo XX dejaron de lado cualquier
previsión de reforma global del mapa municipal, dejando estas competencias en
las autoridades locales.
Sigo pensando que es necesaria
una reforma del mapa municipal. En España existen más de 1200 municipios con
una población inferior a los 100 habitantes, (diez de ellos no superan los 10
habitantes) y el 47% de los más de 8100 municipios existentes tiene una población
inferior a 500 habitantes. Por otro lado existen cientos de pedanías que
superan los mil habitantes (decenas de ellas por encima de los 10.000
habitantes) y no logran tener municipio propio, ya que históricamente se ha
desincentivado la creación de nuevos ayuntamientos. Lo lógico sería realizar
una distribución más ecuánime en cuanto a tamaño y población, teniendo en
cuenta la distribución poblacional, puesto que el norte de España es propenso a
tener una gran densidad de pequeñas poblaciones mientras que en el sur las
poblaciones son más grandes y dispersas, fomentando las fusiones entre
municipios pequeños o excesivamente cercanos, facilitando las escisiones de
pedanías con una población considerable y absorbiendo a todos aquellos
municipios que por tamaño o población no debieran tener que asumir las
competencias de gestionar un ayuntamiento.