Estuve saliendo con Elisa unos
dos años y medio. Italiana, de Trieste, llevaba viviendo en España seis años
aproximadamente cuando la conocí por lo que hablaba español perfectamente. Aun
así, durante los primeros meses que estuvimos juntos, en ocasiones jugábamos a
hablar en italiano. Digo jugar, porque yo me inventaba buena parte de lo que
decía mientras ponía acento italiano, aunque Elisa decía que hablaba como si
fuera un mafioso.
Antes de que fuéramos juntos por
primera vez a Trieste, pasamos unos días en Conil de la Frontera (Cádiz). Allí me
estudié durante una mañanita nociones básicas de italiano a partir de un curso
que me descargué, como la conjugación de los verbos, los plurales, las palabras
más habituales... Eso, unido a lo comprensible que es el italiano, lo similar
que es con respecto al castellano, las veces que habíamos jugado a hablar en
italiano y mi falta de vergüenza para comunicarme en una lengua no propia, me
parecía suficiente para poder afrontar con cierta independencia mi primera
visita. En Conil, también tuve un pequeño percance con una ola que rompió justo
delante de mí cuando iba tumbado en una colchoneta, lo que me provocó un
latigazo cervical.
Debido a este percance, una de
las primeras cosas que hicimos nada más llegar a Trieste fue ir a ver a
Stefano, un amigo de la hermana de Elisa que era fisioterapeuta, ya que las contracturas
musculares causadas por el latigazo cervical me impedían dormir bien a causa
del dolor. Tras la presentación y una pequeña charla amistosa que tuvo con
Elisa, se puso manos a la obra y lo hizo diciéndome en español “bájate las
bragas”. Elisa comenzó a reírse enérgicamente y yo le solté un chascarrillo
pues me imaginaba que había una similitud entre ciertas palabras que había
generado la confusión. Y es que en italiano braghe
(plural de braga) significa pantalones.
Tras salir de la consulta de
Stefano, nos fuimos a cenar y tras ver la carta yo, en una interpretación muy
“sui géneris” del italiano, pedí antipasti,
porque no quería pasta. Elisa se moría de la risa, a la vez que me nombró
enemigo oficial de la pasta. Antipasti
es lo que nosotros llamamos “entrantes”. Llevaba media tarde en Trieste y ya me
había encontrado con dos “falsos amigos” que es como se llama coloquialmente a
los vocablos heterosemánticos, que son palabras o expresiones de otro idioma
que pueden ser entendidas incorrectamente por ser muy similares a otras de la
propia lengua.
No fueron los únicos
malentendidos, pues fueron cuatros los viajes que realicé a Trieste durante
esos más de dos años. El siguiente viaje lo hice en Navidades. Elisa se fue
unos días antes para pasar la Nochebuena en familia y yo me marché unos días
después para coincidir en Añonuevo. Recuerdo que llegué bastante acatarrado y
una de las primeras cosas que dije estando allí es que estaba constipato. Nuevamente Elisa, entre
risas, me aclaró que debía decir que estaba raffreddato
(resfriado) porque constipato
significa “estreñido”.
En esa misma estancia, mientras
nos preparábamos para ir a cenar con Micaela, Ingrid y sus respectivas parejas
e hijas, oí como Elisa le decía a su madre que habíamos quedado y estaba imbarazzata. Al percibir que yo había
escuchado el comentario, rápidamente Elisa me aclaró que lo que le había dicho
a su madre es que estaba apurada y que no estaba in cinta que es como se dice estar embarazada en italiano.
Hubo más casos de “falsos amigos”
que me encontré en las distintas conversaciones que mantuve en italiano, puesto
que el italiano, debido a su similitud con el español, es junto al portugués el
idioma en el que más vocablos heterosemánticos se pueden encontrar con respecto
al español. Los que más confusión pueden generar son abitazione (vivienda), accostarsi
(arrimarse), aceto (vinagri), asilo (guardería), burro (mantequilla), caldo
(caliente), caro (querido), gamba (pierna), guardare (mirar), largo
(ancho), mansione (tarea), mirare (apuntar), pasto (comida), primo
(primero), salire (subir), stanco (cansado), subire (sufrir), tovaglia
(mantel), topo (ratón) y vicino (cerca).
En portugués también hay muchos,
aunque los he sufrido mucho menos ya que cuando he estado en Portugal o Brasil
no he intentado hablar portugués. Aun así, en mis estancias en el Algarve,
Lisboa, Vila-Real y Río de Janeiro me he encontrado con alguno que otro. Del
que más me acuerdo es de una noche que fuimos a cenar a un sitio donde la
comida era espantosa (maravillosa).
Afortunadamente, me lo tradujeron a tiempo de que decidiera ir a otro sitio.
Otros falsos amigos que recuerdo del portugués son anedota (chiste), apagar
(borrar), apaixonado (enamorado), azar (mala suerte), brincar (bromear), costas
(espalda), embaraçada (avergonzada), esquisito (raro), fechar (cerrar), latido
(seta), ligar (telefonear), obrigado (gracias), pegar (coger), polvo
(pulpo), presunto (jamón), propina (soborno), seta (flecha), sobremesa
(postre), tirar (quitar) y vaso (florero).
En francés no me he encontrado
con estos problemas en mis distintas estancias en países francófonos debido a
que ya lo llevaba aprendido, pero cuando estudié francés, los vocablos
heterosemánticos que más confusión me pudieron crear son depuis (desde), entendre
(oír), habitation (vivienda), large (ancho), ombre (sombra), placer
(poner), pourtant (sin embargo), quitter (dejar), rester (quedarse), sol (suelo),
tête (cabeza) y voler (robar).
Por lo general con el resto de
idiomas que provienen del latín, el número de falsos amigos puede ser también
bastante numeroso, debido a tener una raíz común, algo que, curiosamente,
también pasa con el inglés, que aunque es una lengua sajona, ha adquirido un
gran número de vocablos del latín (más de 5000) debido a la invasión por parte
de los normandos en el siglo XI. En inglés, los vocablos heterosemánticos que
más confusión me han causado son actually
(en realidad), advice (consejo), apology (disculpa), approve (estar de acuerdo), argument
(discusión), arm (brazo), avocado (aguacate), balloon (globo), billion
(mil millones), bizarre (extraño), carpet (alfombra), cartoon (dibujos animados), cocoa
(cacao), college (facultad
universitaria), commodity (materia
prima), contest (concurso), date (fecha), deception (engaño), embarrassed
(avergonzado), estate (propiedad), estimate (presupuesto), eventually (finalmente), excite (emocionar), exit (salida), facilities (instalaciones),
file (archivo), gracious (amable), grocery
(tienda de comestibles), injury
(herida), intoxicated (ebrio), large (grande), library (biblioteca), luxury
(lujo), misery (tristeza), notice (anuncio), parade (desfile), parents
(padres), pie (pastel), place (lugar), policy (política), politic
(diplomático), preservative
(conservante), presume (suponer), prize (premio), quit (abandonar), quote
(presupuesto), rape (violar), realize (darse cuenta), rest (descansar), resume (reanudar), rope
(cuerda), salted (salado), sanity (cordura), sensitive (sensible), several
(varios), silicon (silicio), sin (pecado), soap (jabón), spectacles
(gafas), suburb (barrio rico
periférico), success (éxito), sympathy (comprensión), target (objetivo), topic (tema) y vicious (feroz).
En el resto de idiomas, este
fenómeno sucede de casualidad o debido a la adopción de vocablos provenientes
del latín o del griego en idiomas de origen sajón o eslavo. Así, en alemán, en
mis estancias en Lübeck, Hamburgo y Berlín, me he encontrado con cuatro
vocablos que me han podido causar confusión: alt (antiguo), gymasium
(instituto), pute (pavo) y tempo (velocidad). Cabe destacar como
anécdota, que cuando estuve trabajando en Lübeck, al volver al hotel pasábamos
por Putenstrasse. Sabía que strasse era calle y puten era algo que estaba en plural, hasta que me acudí a un
diccionario para saber que era la calle de los pavos.
Otra curiosidad que me he
encontrado de vocablos heterosemánticos fue en mi segunda estancia en China.
Uno de mis compañeros era Paco, una persona muy extrovertida que era capaz de
entablar conversación con cualquiera, a pesar de estar en China. Cuando sus
contertulios locales le preguntaban por su nombre, solía sacarles una
carcajada, ya que en chino el sonido “Paco” se correspondía con el nombre de un
pájaro, uno que debía piar mucho, por las carcajadas.