En la entrada anterior, “La
conquista del Everest”, hablaba acerca de la penúltima gran conquista del
hombre desde el punto de vista de la exploración, previo a la conquista de la
Luna. Con anterioridad, a principios del siglo XX, el reto estuvo en ver quién
llegaba primero a los polos Norte y Sur, una vez que se habían logrado
finalizar con éxito las principales expediciones africanas, la última de ellas
con el objetivo de localizar las fuentes del Nilo, culminada por el británico
John Spekey en 1862 y ratificada un década después por el también británico Henry
Morton Stanley.
La conquista del Polo Norte acabó
siendo un duelo entre los estadounidenses Frederick Cook y Robert Peary. Hasta
entonces se habían realizado múltiples expediciones de distintas nacionalidades
y con distintos objetivos al Océano Glaciar Ártico, la mayoría de ellas
buscando la existencia de mar abierto libre de hielo en torno al Polo Norte,
pero sin intención de llegar a éste. No fue hasta 1906, cuando Robert Peary proclamó
haber superado los 87º de latitud norte, partiendo desde el cabo Sheridan que
es la punta más septentrional de la isla canadiense de Ellesmere, (por encima
del paralelo 82) en una expedición sobre trineos tirados por perros, aunque
quedó en entredicho debido a incongruencias en su diario y a que no pudo ser
corroborado por otros miembros de la expedición.
Frederick Cook, que con
anterioridad había participado como cirujano en expediciones al Ártico (con el
propio Peary) y al Antártico, organizó su propia expedición en 1907, partiendo
desde Annoatok (Groenlandia) situada por encima del paralelo 78. Dijo haber
llegado al Polo Norte en Abril de 1907, para lo cual aportó documentos gráficos
acreditativos de tal hazaña cuando regresó 14 meses después.
Para entonces, Robert Peary ya
había partido de nuevo hacia Ellesmere para iniciar una nueva expedición. Tras
pasar el invierno en la isla canadiense, partiría hacia el Polo Norte el 1 de
Marzo de 1909 y supuestamente lo alcanzó el 7 de abril de 1909. Al regresar se
encontró con que Cook decía haber llegado primero, aunque las dudas en torno a
esta hazaña ya eran grandes, debido a que las pruebas aportadas por Cook no
eran consistentes y a las serias contradicciones en las versiones de sus
acompañantes. Por ello, a Peary no le costó demasiado trabajo desenmascarar la
mentira y destruir la reputación de Cook, convirtiéndose en un héroe por ser el
primer hombre en llegar al Polo Norte, a pesar de que sus navegaciones no
pudieron ser contrastadas y que las distancias y velocidades del viaje no cuadraban.
Posteriormente se descubrió que Cook también mintió cuando dijo haber sido el
primero en subir en 1906 al monte McKinley, (Alaska).
Del mismo modo la conquista del
Polo Norte fue un duelo entre dos, la conquista del Polo Sur también acabó
siendo una carrera entre dos, en este caso entre el británico Robert Scott y el
noruego Roald Amundsen. Con anterioridad a esta carrera improvisada, se habían
realizado una docena de expediciones desde 1893.
Robert Scott partió desde
Inglaterra en Junio de 1910, rumbo a Melbourne (Australia), para desde allí
desplazarse a la isla de Ross, ya en la Antártida, (más allá del paralelo 77), lugar
donde instalaría el campamento base. Ya había estado al mando de una expedición
anterior que fracasó debido la falta de experiencia en el manejo de los esquíes
y los perros, por lo que esta vez prefirió utilizar ponis siberianos y trineos
oruga motorizados.
Por su parte, Roald Amundsen,
tras haber realizado varias expediciones al Polo Norte (había descubierto el
paso del Noroeste) y haber formado parte de otra expedición al Polo Sur,
llevaba preparando su expedición para conquistar el Polo Norte desde 1907.
Cuando en Septiembre de 1909 se enteró que Robert Peary lo había logrado,
decidió cambiar de planes y adaptar su expedición para conquistar el Polo Sur.
Así, en Agosto de 1910, dos meses después de que Scott partiese desde
Inglaterra, Amundsen partió desde Noruega rumbo a Madeira desde donde se
trasladaría a la Bahía de las Ballenas, un puerto de hielo natural situado en
la Atlántida, en el lado opuesto de la banquisa del mar de Ross. Logró llegar
apenas unos días después de que Scott lo hiciera a la isla de Ross, por lo que
ambas expediciones afrontaron casi a la vez la barrera de hielo de Ross, un
enorme campo de hielo de varios cientos de metros de espesor que se eleva entre
15 y 50 metros sobre el agua.
La conquista del Polo Sur se
convertía en una carrera entre dos expediciones muy desiguales. Mientras que Amundsen
era un consumado explorador que manejaba a la perfección los esquíes y los
trineos de perros, Scott era un capitán de la Armada que vio en esta aventura
una oportunidad para promocionar. Amundsen había preparado a conciencia su
expedición durante cerca de tres años, en los que había reunido provisiones,
trineos, ropa adecuada fabricada con pieles y cien perros groenlandeses;
mientras que Scott había tomado sus decisiones en función de sus carencias,
pero sin comprobar lo adecuado de los cambios.
Así, la expedición noruega
liderado por Amundsen e integrada también por Oscar Wisting, Sverre Hassel y
Helmer Hanssen, llegó al Polo Sur el 14 de Diciembre de 1911, siendo los
primeros en hacerlo y pasando a la historia como los conquistadores del Polo
Sur. La expedición británica llegó un mes más tarde, el 17 de Enero de 1912, encontrándose
con una tienda con la bandera noruega y una carta de los vencedores. Durante el
viaje de ida habían vivido una auténtica odisea, pues los ponis siberianos no
resistieron el frío antártico y los motores de los trineos se congelaron debido
a los fríos extremos. Esto, unido a un cálculo inadecuado de provisiones, una
capacidad de carga limitada a los propios miembros de la expedición y unas
condiciones meteorológicas cada vez más adversas, les condujo a un trágico
desenlace, pues todos los miembros de la expedición (Robert Scott, Edward
Wilson, Henry Bowers, Lawrence Oates y Edgar Evans) acabaron muriendo en el
viaje de vuelta. A pesar de la derrota, los miembros de la expedición británica fueron
condecorados a título póstumo.
En 1996 salió a la luz el diario
original de Robert Peary (el conquistador originario del Polo Norte) donde se
comprobó que sus mediciones reales no coincidían con las que había publicado.
Robert Peary, también había mentido, pues se había quedado a 36 km del Polo
Norte. Quedaba entonces por ver quién había sido la persona que había
conquistado el Polo Norte.
Los primeros en avistar el Polo
Norte fueron los miembros de una expedición liderada por el noruego Roald Amundsen,
(el mismo que conquistó el Polo Sur) y el italiano Umberto Nobile, acompañados
por el estadounidense Lincoln Ellisworth y los también noruegos Oscar Wisting
(que también participó en la conquista del polo Sur) y Hjalmar Riiser-Larsen,
quienes en 1926, a bordo de un dirigible, buscaban tierra no descubierta entre
el Polo Norte y Alaska.
Los primeros en pisar el Polo
Norte fueron los miembros de una expedición científica soviética liderada por
Alexander Kutznetsov quienes en 1948 llegaron en tres aviones para recoger
datos.
Pero la primera expedición que
llegaría por su propio pie al Polo Norte fue la liderada por el británico Wally
Herbert que entre Febrero de 1968 y Junio de 1969, recorrieron los 6.115 km que
separan Punta Barrow (Alaska) y la isla Spitsbergen (Noruega). Ellos fueron los
conquistadores del Polo Norte, aunque no lo sabrían hasta casi 30 años después
de su gesta.
Por cierto, el primero en pisar los
llamados tres polos de la Tierra (Polo Norte, Polo Sur y Everest) fue el
neozelandés Edmund Hillary (el conquistador del Everest) cuando en 1985 llegó
al Polo Norte junto al astronauta Neil Armstrong (el conquistador de la Luna).
Hillary ya había estado en el polo Sur en 1958, pero en ambas expediciones se
utilizó maquinaria motorizada para llegar. Por ello, la primera persona en completar
el desafío de los tres polos fue el noruego Erling Kagge en 1994. Ocho años
después, en 2002, la sueca de origen checo Tina Sjögren se convirtió en la
primera mujer en completar este desafío.