Continuamente escucho a los
políticos llenarse la boca en pos de la democracia como el único sistema que
ofrece al pueblo la libertad de decidir y que cualquier crítica que aparezca al
sistema, sólo puede provenir de seres u organizaciones subversivas. Sin
embargo, dentro de la demagogia en la que continuamente está inmersa la clase
política, cuando alguno de sus miembros habla de democracia está haciendo
referencia al sistema democrático representativo que tenemos establecido, aquel
que le otorga a ellos, como representantes del poder político, la capacidad de
toma de decisiones, olvidando que hay otros sistemas democráticos en los que el
pueblo tiene realmente un mayor poder de decisión, más allá de la elección de
sus gobernantes.
Dentro de la democracia
representativa o indirecta que, por cierto, es la democracia más usada a nivel
mundial, el titular del poder político, que es el pueblo soberano, no ejerce el
poder directamente sino por medio de los representantes que ha elegido en
función de la legislación vigente, que no siempre hace que esa representación
sea proporcional a los deseos de sus ciudadanos.
Sin embargo, el origen de la
democracia era mucho más participativa. La democracia participativa o directa
que surgió en la Antigua Grecia, era una democracia en estado puro, tal como la
vivieron sus fundadores atenienses. Las decisiones las toma el pueblo soberano
en asamblea. No existen representantes del pueblo, sino, en todo caso,
delegados que se hacen portavoces del pueblo, que únicamente emiten el mandato
asambleario. Se trata del tipo de democracia preferido no sólo por los
demócratas de la Antigua Grecia, sino también para muchos pensadores modernos y
para una buena parte del Socialismo y del Anarquismo.
Actualmente, se distingue un
tercer tipo llamado democracia semidirecta que tendría una categoría intermedia
entre la participativa y la representativa. En la democracia semidirecta el
pueblo se expresa directamente en ciertas circunstancias particulares, básicamente
a través de distintos mecanismos como el referéndum, donde el pueblo elige sí o
no sobre una propuesta, el plebiscito, donde el pueblo concede o no concede la
aprobación final de un cambio normativo, la iniciativa popular, por la cual un
grupo de ciudadanos puede proponer la sanción o derogación de una ley, o
incluso la destitución popular, donde los ciudadanos pueden destituir a un
representante electo antes de finalizado su período.
No deja de ser curioso que cuando
la gente sale a la calle a pedir una democracia real, se les tache de
destructores del sistema por los mismos que se llenan la boca en pos de la
defensa de los valores democráticos. Deberían ser más específicos y decir que
ellos defienden la democracia en la que el pueblo soberano sólo tenga la
capacidad de decidir a sus gobernantes y no tengan ningún tipo de posibilidad
de decisión más allá de ese punto, ya que en una democracia más participativa
los ciudadanos tendrían una mayor participación en la toma de decisiones
políticas, algo poco interesante e incluso molesto para todo gobernante.
Para mí, la democracia en la que
los ciudadanos sólo pueden elegir a sus gobernantes por un período determinado
sería algo así como una dictadura provisional, entendiendo dictadura como la
potestad que tiene un gobierno para dictar sus normas. Es más, repasando los
distintos sistemas electorales de los países democráticos más abanderados, se
puede apreciar la no coincidencia entre la representación política electa y los
deseos en voto de sus ciudadanos, a parte de la nula participación del pueblo
en las decisiones que estos tomarán durante la legislatura. Todos estos
sistemas abogan por premiar a los partidos más votados con una representación
mayor aún que la que les ha correspondido. Incluso en otros sistemas, aquellos
en los que hay dos rondas de votación, lo que se elige es un representante
único. Todo ello viene motivado por el deseo de una elección de gobiernos
estables, es decir, gobiernos que puedan tener poder de decisión irrevocable,
aunque para ello haya que darles esos privilegios solamente por ser los
partidos más votados, sin importar que con menos de un tercio del consenso
universal puedan tener poder absoluto de decisión en el período otorgado.
Lo que me pregunto es si quiere
todo eso decir que se considera que la dictadura es la forma de gobierno más
estable y, por ello, a la hora de transformar nuestros votos en escaños
parlamentarios estos se rigen por normativas que facilitan este tipo de
imposiciones gubernamentales cada cuatro años. Parece, por tanto, hipócrita el
abanderarse en defensa de un sistema con criterios como que los políticos son
los representantes del pueblo, cuando el propio sistema favorece gobiernos en
mayoría absoluta merced al apoyo de la minoría más numerosa. No parece que los
sistemas democráticos vigentes lo sean tanto como parecen.
Revisando las democracias
establecidas en la casi totalidad de los estados democráticos que conforman el
mundo, la única forma de democracia imperante es la democracia representativa y
dentro de este tipo de democracia, la liberal, muy a semejanza de la instaurada
en los Estados Unidos a finales del siglo XVIII es la predominante, aunque
también existe la socialdemocracia
instaurada principalmente en los estados escandinavos. Ésta sería una versión
de la democracia representativa en la que se recurre a la regulación estatal y
a la creación de programas y organizaciones patrocinados por el Estado, para
atenuar o eliminar las desigualdades e injusticias sociales que existirían en
la economía libre y el capitalismo. La socialdemocracia se apoya básicamente en
el sufragio universal, la noción de justicia social y un tipo de Estado denominado
Estado de Bienestar.
¡Qué curioso! Todo ello es
democracia, sin embargo, las diferencias son bastante grandes entre unas
modalidades y otras. Por otro lado, aquellos que abogan por un sistema más
democrático, en la que el pueblo soberano tenga una participación más directa
en la toma de decisiones, son calificados por los representantes del propio
sistema como anti-demócratas, anti-sistema o enemigos del Estado, cuando precisamente
lo que están pidiendo es más democracia, pues consideran que este sistema
actual está a mitad de camino entre la dictadura y lo que sería una democracia
plena.
Puede ser que a los poderes
fácticos no les interese que sea el pueblo soberano el que decida y legisle,
sino que sean unos representantes de estos, pues así es mucho más fácil influir
en la toma de decisiones. Siempre es mucho más fácil hacer cambiar de parecer a
un grupo reducido de representantes populares que a toda una nación.
En fin, que como bien es sabido
hay varios modelos democráticos y el imperante en la mayor parte de los países
del mundo es aquella democracia que menor poder de decisión le otorga al pueblo.
Espero que los representantes políticos dejen de dar clases de democracia, sobre
todo cuando hacen comentarios acerca de gente que lucha por una mayor y mejor
democracia, aquella en la que el pueblo soberano tenga mayor poder de decisión
y no esté a merced de unos candidatos elegidos por la minoría más numerosa, a
partir de unas listas cerradas dentro de los organigramas de los partidos
mayoritarios.