Hace unos meses que llegó a mis
oídos el primer disco y único de un grupo llamado Dislexia, que se titula “Luz
azul”. Desde el primer momento en el que lo escuché me llamó mucho la atención
por sus letras e incluso cuando lo escuché por segunda vez me percaté de que la
primera canción del disco “Personajillos pintorescos” era un divertido tautograma,
es decir, un texto compuesto por palabras que comienzan todas por la misma
letra. El más famoso tautograma de la historia, aunque corto, fue “Veni, vidi,
vinci”, pronunciado por Julio César en el año 47 a.C. al dirigirse al Senado
romano, describiendo su victoria en la Batalla de Zela, aunque ya un siglo
antes el dramaturgo romano Ennio había hecho famoso ese artificio lingüístico mediante
la publicación de un hexámetro tautográmico con la letra “t”. En español, el
más famoso tautograma fue un soneto escrito por Francisco de Quevedo en el
siglo XVII utilizando únicamente palabras que comenzaban con la lera “a”,
aunque se considera que la obra maestra del tautograma fue “Pugna porcorium per
Placentium porcium poetam” del profesor alemán de teología Leo Placentius y
escrito en latín, que se traduce como “El combate de los cerdos por el poeta
porcino Placentius” y que se componía de 253 versos hexámetros que contenían
únicamente palabras que comenzaban con la letra “p”.
Lo curioso del disco en cuestión,
es que, aunque tardé algo más en percatarme de ello, el título del disco “Luz
azul” es un sencillo palíndromo, es decir, una palabra o frase que se lee igual
en los dos sentidos. A este recurso era muy aficionado el escritor argentino
Juan Filloy, que incluyó innumerables palíndromos en sus obras, aunque quizá el
más famoso palíndromo en español sea “Átale, demoníaco Caín, o me delata” extraído
del cuento “Satarsa” del también argentino Julio Cortázar, autor de otras muchas
tantas obras que incluían palíndromos. Pero el más célebre de todos es el
cuadrado Sator, encontrado en varias ruinas romanas e iglesias, con la
inscripción “Sator arepo tenet opera rotas” que puede leerse en horizontal y
vertical y en ambas direcciones, desconociéndose su verdadero significado. Otro
célebre palíndromo es “A man, a plan, a canal, Panama” publicado por Leigh
Mercer en honor de Ferdinand de Lesseps, constructor del canal de Suez y que
fue quien comenzó las obras de construcción del canal de Panamá, aparte de ser
el precursor de dicha idea.
Este grupo, Dislexia, me recordó
mucho, por sus letras y estilo, al grupo Mamá Ladilla, que tiene canciones como
“Risión cumplida” cuya letra está formada exclusivamente por palabras
polisílabas, a excepción del título, “Cunnilingus post mortem” cuya letra está
formada exclusivamente por latinajos o locuciones latinas, es decir, expresiones
en latín que se utilizan en español con un significado cercano al original, “En
el vergel del Edén”, cuya letra es un lipograma univocal ya que sólo utiliza la
vocal “e” o “Atente a tu tonta tarea”, cuya letra es una continua paronomasia, recurso
fónico que consiste en emplear parónimos, es decir, palabras que tienen sonidos
semejantes pero diferentes significados. Igualmente, en otras canciones emplean
intencionadamente diversos juegos de palabras. Curiosamente, al informarme
acerca del grupo, descubrí que en su formación estaba Juan Abarca, líder de
Mamá Ladilla.
Por cierto, un lipograma es un
texto que excluye una o varias letras del alfabeto de modo intencionado,
mientras que un univocalismo o monovocalismo emplea solamente una vocal, por lo
que sería un lipograma en el que están ausentes todas las vocales salvo una. En
1972, el escritor francés George Perec escribió “Les Revenentes”, en la que sólo
usa la vocal “e” durante 138 páginas. El escritor mejicano Óscar de la Borbolla
en su libro “Las vocales malditas” escrito en 1988 dedica un cuento a cada
vocal, aunque en “Un gurú vudú” utilice palabras modificadas, debido a la
imposibilidad que se da en castellano de confeccionar frases con sentido y
medianamente largas utilizando sólo la vocal “u”. Otros ejemplo son el cuento
“Amar hasta fracasar” del escritor nicaragüense Rubén Darío, la canción “Ojo
con los Orozco” del argentino León Gieco o “Efectos vocales” del rapero Nach,
compuesta por tres bloques donde solamente usa las vocales “a”, (en el primer
bloque), “e”, (en el segundo), y “o”, (en el último).
Todos estos artificios
lingüísticos se engloban dentro de lo que se ha venido a llamar
extraoficialmente como ludolingüística o uso lúdico de la lengua. Aparte de los
ya enunciados recursos o artificios ludolingüísticos, existen otros como los
pangramas, las palabras panvocálicas, los calambures o los anagramas, por citar
los más representativos.
Los pangramas son oraciones que
contienen todas las letras del alfabeto. Quizá el pangrama más conocido en el
idioma español puede ser "El veloz murciélago hindú comía feliz cardillo y
kiwi, la cigüeña tocaba el saxofón detrás del palenque de paja". Puede ser
debido a que este pangrama es usado para mostrar las fuentes en el sistema
operativo Windows. Por cierto, en Linux aparece el pangrama “Jovencillo
emponzoñado de whisky: ¡qué figurota exhibe!”
Las palabras panvocálicas o
pentavocálicas contienen todas las vocales y, si es posible, una sola vez cada
una. Un ejemplo clásico, sin repetición de vocales, es la palabra “murciélago”,
pero la más corta es “euforia” y la más larga “vislumbrándoles”.
El calambur es la agrupación de sílabas
de diversos modos con significados diferentes, basándose en la homonimia, en la
paronimia o en la polisemia. Fue popular en el Siglo de Oro y utilizado por
escritores como Luis de Góngora (“Con dados ganan condados”), Francisco de
Quevedo (“Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja/es coja”) o
Juan Ruiz de Alarcón (“¿Éste es conde? Sí, éste esconde la cantidad y el dinero”),
entre otros. El libro “Yo a éste lo ablando hablando” del uruguayo Santiago
Tavella, los nombres de los personajes del dúo Gomaespuma o la adivinanza “Oro
parece, plata no es” son ejemplos contemporáneos del uso de este juego de
palabras.
El anagrama es una palabra o
frase que resulta de la transposición de letras de otra palabra o frase, es
decir, contienen las mismas letras en distinto orden. Ejemplos clásicos son
amor- roma-mora-ramo-armo, monja-jamón-mojan, esponja-japonés, cabrón-bronca-barcón.
Es un recurso muy recurrente en los guiones de cine y en la literatura, hasta
tal punto que incluso el Sindicato de Directores de Estados Unidos empleó el seudónimo
de Alan Smithee, (anagrama de "The alias men"), cuando alguno de sus
miembros no quería ser asociado con una obra.
En fin, que con esto de hablar de
jugar con la lengua me ha provocado cierta curiosidad y me ha dado por buscar
la palabra más larga reconocida por la R.A.E. Es electroencefalografista, (persona
especializada en electroencefalografía), de 23 letras. Aunque hablando con una
amiga enfermera me dijo que polioencefalomeningomielitis, (trastorno
inflamatorio que afecta a las meninges y a la sustancia gris del encéfalo y de
la médula espinal), de 28 letras, es más largo y es un nombre real. Estoy
seguro de que en algunos campos se trabaja con nombres mucho más largos y
también reales, como puede ser alfadenobetaparahidroxifenilpropanoicotirosina, (de 46
letras), que es el nombre de un proteína. Atrás quedó el título de la famosa
canción infantil “Supercalifragilísticoexpialidoso”, (32 letras), que cuando
era niño consideraba, erróneamente, la palabra más larga del castellano.
Por cierto, un
pentaquismiriohexaquisquilohexacosiotetracontapentágono, (55 letras), es
un polígono de 56.465 lados y la hipopotomonstrosesquipedaliofobia, (de 33
letras), es el jocoso nombre que se le ha dado al miedo irracional o fobia a la
pronunciación de palabras largas. ¡Qué cachondos!