Mucha de la gente que me conoce
no lo sabe, pero cuando yo era niño cantaba bastante bien, al menos eso era lo
que decía quien me escuchaba, principalmente los amigos de mis padres, que en
sus reuniones de sobremesa me solían tentar para que cantara, algo que acababa
haciendo debido a la insistencia y a algún que otro incentivo en forma de
propina. También me sirvió para ganar varios festivales de la canción en las
colonias de verano que organizaba la empresa en la que trabajó mi padre y a las
que acudí durante seis veranos de forma consecutiva. Mi repertorio estaba
formado por una docena de canciones que me había aprendido entre las que
destacaban “La mochila azul” de Pedrito Fernández, “Como un vagabundo” de
Bertín Osborne o “La misma piedra” de Julio Iglesias, todas ellas muy
influenciadas por los gustos de mis padres. He de reconocer que cuando,
extrañamente, llega a mis oídos alguna de esas canciones que cantaba me acuerdo
de aquellos momentos tan halagüeños para mí, a pesar de que pueda coincidir con
alguno de mis amigos más íntimos de la infancia que no durará en vacilarme con
la canción de turno, pues mis gustos musicales son muy diferentes a esas
canciones.
Esas canciones me recuerdan ese
momento, pero “Embrujada” de Tino Casal o “Barco a Venus” de Mecano hacen que
me aparezca un flash mental de las fiestas del barrio de mi niñez, pues era la
música que sonaba en las atracciones cuando yo apenas tenía ningún tipo de
cultura musical.
Con la adolescencia fui marcado
por otras canciones. Aún recuerdo el año que pasé en un internado de Valladolid
cuando oigo el disco “Todos están muertos” de Ilegales, especialmente la
canción “Ella saltó por la ventana”. Ese mismo año también me marcó “Bailaré
sobre tu tumba” de Siniestro Total, que sonaba mucho en el Club Juvenil al que
solía ir a jugar al billar con Álex cuando iba para Aranda.
En mi caso, fue en la época de la
adolescencia cuando más canciones tengo asociadas a recuerdos. La entrada del directo
de Siniestro Total “En beneficio de todos” comienza con la sintonía de la serie
“Corrupción en Miami” y era como empezaban la gran mayoría de las veces que
salía de marcha con los amigos, junto con “Acción” de Seguridad Social, aunque
fue realmente la canción de “Cuánta puta y yo qué viejo”, (de Siniestro Total),
la que pasó a ser el himno de la cuadrilla. Es curioso que unos cuantos años
después ésta sea la canción lema del Vayvén, el bar que más frecuento cuando
voy a Aranda.
La fiesta de fin de curso de
C.O.U. está asociada al primer disco de Distorsión y era la banda sonora del
primer coche que tuve, un Renault 5 rojo del 76 de tercera mano, que llegó a hartar
a mis amigos de tanto montar en mi coche. Igualmente, la canción “No sé qué
hacer contigo” de Barricada me traslada al antiguo Sonata, un pub que
frecuentábamos por aquel entonces.
El grupo fetiche del piso de
estudiantes que tuvimos en Valladolid fue Barón Rojo, muy a pesar mío, pero
llegué hasta a aprenderme las letras de algunas canciones debido a la cantidad
de veces que los oí, y si oigo el tema “Los rockeros van al infierno” me
acuerdo de Marcos, el Bicho y el Chopo en posición propia del "Metal Hero",
gritando la letra de la canción.
Evidentemente, igual que hay
canciones que traen recuerdos de lugares o circunstancias, hay canciones que me
recuerdan a personas. Por ejemplo, “La mataré” de Loquillo me trae de vuelta al
mundo a Carmela, una amiga de la Universidad, “Tocaré” de Tahúres Zurdos me
recuerda a Paloma, una antigua amiga de las épocas de instituto y universidad,
“London burning’s” de The Clash me recuerda a César, mi compañero de instituto…
Curiosamente, a todos ellos no los veo desde hace más de 15 años, aunque si
oigo “El imperio contraataca” de Los Nikis pienso en mi amigo Mario, si no está
cerca de mí en ese momento.
Del mismo modo otras canciones me
pueden traer un determinado recuerdo. “I will survive” de Gloria Gaynor me
recuerda mis seis meses en París, “M+M’s” de Blink 182 mis otros seis meses en
China, “Pegado a ti” de Los Planetas me trasladan a mis repetidas estancias en Hendaya,
“Surfin’ papa” de Mamá Ladilla me recuerda el I Curiel Rock, oír el “Waka-waka”
de Sharika es visualizar el gol de Iniesta en la final del Mundial de Sudáfrica
y el “I love it” de Icona Pop es retrotraerme a las vacaciones del último
verano que pasé en la isla croata de Hvar.
Esta conexión entre canciones y
recuerdos es debido a que la música pone en funcionamiento la parte del cerebro
humano relacionada con la memoria por lo que se convierte en fuente evocadora
de recuerdos. Al escuchar música, las neuronas conectan las melodías con los
acontecimientos o emociones que se estén viviendo, lo que de nuevo será
recordado cuando se vuelva a escuchar esa misma música. Es por eso que se tiene
una asociación concreta entre canciones y recuerdos de determinados
acontecimientos de nuestra vida y es por eso, igualmente, por lo que es fácil
recordar las circunstancias o el lugar en el que escuchamos por primera vez una
canción o un grupo que nos haya llamado poderosamente la atención en el momento
en el que lo escuchábamos. En mi caso, por ejemplo, recuerdo con facilidad dónde
estaba la primera vez que escuché a una buena parte de mis grupos predilectos o
de las canciones que más me gustan o me han gustado enormemente en algún
momento.
En fin, que continuamos, aún sin
quererlo, construyendo, adaptando o actualizando la banda sonora de nuestra
vida, pues todos los momentos importantes que vivamos y que tengan un telón
musical de fondo provocarán que nuestro cerebro haga una relación entre ambos,
volviéndolos a recordar irrevocablemente unidos. Es por ello, que habrá que
tener cuidado si no queremos tener asociada una canción detestable a un
acontecimiento que queramos recordar de por vida y viceversa. No pensaba yo que
la función del disc-jockey pudiera ser tan importante.
Gran entrada campeón. Casi se me saltan las lágrimas cuando has señalado "La Mataré". Aún veo a Car en el "Tequila" gritándola a pleno pulmón.
ResponderEliminarAdiós Pablo. Cuando suene esa canción de Eskorbuto que cantabas a grito pelado, volverás a estar cantándola a mi lado. ¡Hasta siempre, amigo!
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