Nunca llevo ningún tipo de joya,
complemento o reloj. El reloj lo dejé de usar a los 20 años cuando mi último
Casio, bastante magullado por la mala vida que le había proporcionado, decidió
pasar a mejor vida soltándose de mi muñeca justo cuando estaba asomado al
balcón, debido a lo desgastada que estaba su correa. Lo había intentado
bastantes veces pero nunca desde un sitio tan propicio. A partir de entonces
decidí que no iba a ser esclavo del tiempo y que me iba a regir por mis propios
parámetros y no los que me marcase la hora del día.
Anteriormente, ya me había
desprendido de mi collar de adolescente rebelde, (de macarra, según mi padre),
me había negado a llevar cualquier tipo de anillo de “niño bien” que mi madre
hubiese deseado que hubiese querido llevar después de la Comunión y no osé a
ponerme un pendiente para evitar que me hubiesen podido arrancar la oreja en
casa, aunque provoqué polémica alguna que otra vez cuando aparecía en casa con algún
pendiente de imán.
Por todo ello, mi conocimiento
sobre joyería siempre ha sido bastante escaso, incluso actualmente. La primera
vez que fui a una joyería para hacer un regalo especial y me empezaron a hablar
de quilates, de oro blanco o de oro rosa, no sabía de qué me estaban hablando,
así que, como hubiese hecho cualquier otro en mi situación, elegí lo que más me
gustaba y que se aproximaba al dinero que tenía pensado gastarme.
Evidentemente, nada más salir de la
joyería y llegar a casa me puse a investigar acerca de lo que significaba cada
cosa, pues no sabía si esas variedades de oro eran oro de menor calidad o no, a
pesar de lo que me habían dicho en la joyería, pues en ningún momento me
hablaron de aleaciones y el joyero no deja de ser un vendedor que pretendía que
no me fuera de vacío.
Así, descubrí que el oro puro
tiene 24 quilates. El problema es que el oro puro es demasiado blando para ser
usado en joyería, por lo que se reduce su pureza y se endurece aleándolo con
plata, cobre, paladio, níquel o hierro, adquiriendo distintos tonos de color o
matices después de la aleación.
En joyería fina normalmente se
usa el oro aleado. El oro alto tiene 18 quilates y tiene 18 partes de oro y 6
de otro metal o metales (75 % en oro), el oro medio tiene 14 quilates, con 14
partes de oro y 10 de otros metales (58,33 % en oro) y el oro bajo o de 10
quilates, tiene 10 partes de oro por 14 de otros metales (41,67 % en oro). El
oro de 18 quilates es muy brillante y vistoso, pero es caro y poco resistente,
por lo que el oro medio suele ser el más usado en joyería, ya que es menos caro
que el oro de 18 quilates y más resistente.
Dentro de los distintos tipos de
oro alto, (de 18 quilates), en función del tipo de aleación, éste se denomina
de diferentes maneras. El más común es el oro amarillo, que contiene 18 partes
de oro, 3 de plata y 3 de cobre y es el oro de 18 quilates por excelencia.
Otros tipos de oro alto muy apreciados últimamente son el oro blanco, que
contiene el 75% de oro, el 16% de paladio y el 9% de plata, el oro rosa, que
contiene 75% de oro, 20% de cobre y 5% de plata, y el oro gris, que contiene el
75% de oro, 15% de níquel y 10% de cobre. El resto, también de 18 quilates, son
el oro rojo, que contiene 18 partes de oro y 6 de cobre, el oro verde, que
contiene 18 partes de oro y 6 de plata y el oro azul, que contiene 18 partes de
oro y 6 de hierro.
Aparte de en joyería, el oro
también se emplea como patrón monetario, en medicina, en la industria, en
electrónica, en química comercial, en alimentos y en bebidas. Tiene una muy
buena conductividad eléctrica y resistencia a la corrosión, así como una buena
combinación de propiedades químicas y físicas, por lo que comenzó a emplearse a
finales del siglo XX como metal en la industria. Es sumamente inactivo e
inalterable por el aire, el calor, la humedad y la mayoría de los agentes
químicos, aunque se disuelve en mezclas que contienen cloruros, bromuros o
yoduros, entre otros, siendo los cloruros y los cianuros los compuestos más
importantes de oro, al mezclarlo con mercurio. Desde tiempos remotos es
apreciado, no solamente por su belleza y resistencia a la corrosión, sino
también por ser más fácil de trabajar que otros metales, debido a su
maleabilidad, y menos costosa su extracción, aunque su relativa rareza, propició
que comenzara a usarse como moneda de cambio y como referencia en las
transacciones monetarias internacionales.
Se cree que la cantidad total de
oro extraído y, por lo tanto, de oro circulante en el mundo, es de unas 165.000
toneladas lo que supondría un cubo de unos 20,3 metros de lado, (poco más de
8000 metros cúbicos), mientras que la producción mundial anual actual está en
torno a las 2.500 toneladas, lo que supone algo más de 126 metros cúbicos de
oro o lo que es lo mismo un cubo de poco más de cinco metros de lado.
En la cultura popular el oro es
frecuentemente referenciado en sentido figurado. Así la regla de oro suele
hacer referencia a la regla más importante en una disciplina concreta. Cuando algo
se califica como muy valioso o apreciado se dice que es "de oro".
Igualmente, cuando algún producto es muy valioso económicamente hablando para
el conjunto de la sociedad o es medio de subsistencia de una comunidad concreta
se le hace referencia al oro. Se utiliza la calificación de "oro
negro" para referirse al petróleo, "oro rosa" para referirse a
los camarones, "oro verde" para referirse al aguacate, a las
esmeraldas, a la planta de coca, al cannabis o a la soja, "oro
blanco" para referirse al platino y al clorhidrato de cocaína, al algodón o
al marfil, "oro rojo" para referirse al coral rojo o a la sangre
humana traficada ilegalmente y "oro líquido" para referirse al aceite
de oliva, como ejemplos más significativos. Incluso Bea, cuando tiene una gran
ocurrencia o recuerda algo importante que yo había olvidado, se señala la
cabeza y me dice “Ves, pepitas de oro tengo aquí”.
Es curioso, pero las monedas de
50, 20 y 10 céntimos de euro están formadas por una aleación denominada oro
nórdico, ya que Suecia fue el primer país que la utilizó para fabricar coronas.
Esta aleación está compuesta por un 89% de cobre, un 5% de aluminio, un 5% de
zinc y un 1% de estaño. Evidentemente no contiene oro. Otra curiosidad es que el
miedo irracional al oro se denomina crisofobia, aunque no creo que exista tal
miedo.