El primer viaje de fin de curso
al que acudí, (y único, por cierto), fue cuando acabé E.G.B. Acudimos la
práctica totalidad de los compañeros de clase y disfrutamos de una
divertidísima semana entre todos. Con algunos de esos compañeros había
coincidido durante todo mi ciclo escolar y con el resto llevaba coincidiendo
seis años, desde que nos trasladaron al C.P. Santa María que estrenamos seis
años atrás, (a excepción de los pocos repetidores).
Fuimos a Torremolinos e hicimos
una excursión a Ceuta y otra al parque de atracciones Tívoli World de Benalmádena.
Desde luego que visto el resultado y el cómo disfrutamos todos, el destino fue muy
acertado para aquellos niños de 13-14 años.
Con motivo del viaje a Ceuta
tuvimos que cruzar el Estrecho de Gibraltar en un ferry desde Algeciras. Lo que
más recuerdo de aquel viaje en ferry es que el estrecho de Gibraltar era
demasiado ancho como para pensar que en un futuro iba a desaparecer, pues en
clase nos habían dicho que la colisión entre las placas euroasiática y africana
estaba acercando ambos continentes hasta su irremediable unión, a ritmo de unos
pocos centímetros anuales. Este acontecimiento provocaría que el mar Mediterráneo
se convirtiese en un lago hipersalino que acabaría desecándose, puesto que es mayor
la cantidad de agua que se evapora anualmente, debido al clima cálido de la
zona donde está ubicado, que la aportada por los distintos ríos que allí
desembocan, entre los que destacan el Ebro, el Ródano, el Po, el Nilo, el
Dniéper o el Danubio, estos dos últimos en el Mar Negro que está unido al
Mediterráneo por el estrecho del Bósforo. Este déficit hídrico provoca que el
mar Mediterráneo tenga una salinidad más elevada que el océano Atlántico, del
cual recibe el agua que pierde debido a la evaporación.
Lo más curioso es que este suceso
que se prevé que vaya a suceder en el futuro, ya sucedió con anterioridad. El
mar Mediterráneo se formó a partir del primitivo mar de Tetis, que tenía una extensión
mucho mayor que el Mediterráneo actual y que fue disminuyendo a medida que la
placa Africana se aproximaba a la Euroasiática. Hace algo menos de seis millones
de años, debido al levantamiento tectónico del Estrecho de Gibraltar, el mar Mediterráneo
quedó desconectado del océano Atlántico, comenzando su desecación, que lo dejó reducido
a una serie de lagos salados en el fondo de la cuenca marina. Este fenómeno, que
duró algo más de 500.000 años, generó enormes depósitos de sal en el fondo del
Mediterráneo, aún existentes, y disminuyó la salinidad del océano global, acontecimiento
conocido como la crisis salina del Mesiniense.
Sin embargo, a partir de un
probable hundimiento tectónico del Estrecho de Gibraltar que provocaría la
ruptura del dique de roca que allí se había formado, las aguas del océano Atlántico
encontraron de nuevo un camino por el que volver a atravesar del Estrecho. Como
la diferencia de nivel entre el Mediterráneo y el Atlántico era muy grande, el mar
Mediterráneo se llenó a un ritmo trepidante, generando la mayor y más brusca
inundación que se haya conocido nunca en la Tierra. La entrada de aguas debió
formar un caudal que llegó a ser unas mil veces superior al actual caudal del río
Amazonas. Lo que había tardado miles de años en secarse, generando un enorme
desierto de 1.500 metros de profundidad, se llenó en unos dos años, a un ritmo
de hasta diez metros diarios de subida del nivel del mar. La forma de llenado
se debió realizar a través de un descenso más o menos gradual desde el océano
Atlántico hasta el centro del actual Mar de Alborán, en una especie de
megarrápido por donde el agua circuló a cientos de kilómetros por hora. El
canal que se formó atraviesa el actual Estrecho de Gibraltar provocando en su
momento una profunda erosión de unos 500 metros de profundidad, ocho kilómetros
de anchura y extendiéndose a lo largo de unos 200 kilómetros entre el Golfo de
Cádiz y el Mar de Alborán. Así, el mar Mediterráneo volvió a existir y Europa y
África volvieron a estar separadas por la barrera natural que el mar supone.
La separación actual de Europa y África
es de 14.400 metros, que es la mínima anchura que tiene el Estrecho de
Gibraltar. Como el actual movimiento de la placa africana es de 2,15
centímetros al año aproximadamente hacia el Norte, se estima que se unirá al
extremo sur de España dentro de unos 650.000 años, separando nuevamente el mar
Mediterráneo del océano Atlántico. Este acontecimiento provocará nuevamente que
el mar Mediterráneo comience su proceso de desecación a ritmo de unos
milímetros anuales, desconectándose del mar Negro unos 25.000 años después de
haberse desconectado del océano Atlántico, lo que provocará igualmente la
desecación del mar Negro, algo que, igualmente, ya sucedió con anterioridad.
Además, debido a la subducción de
la placa euro-asiática con respecto a la placa africana que es la que provoca
este acercamiento entre continentes, no sólo el mar Mediterráneo desaparecerá
por la colisión entre estos, sino que dentro de aproximadamente 200 millones de
años se habrán formado unos grandes plegamientos desde lo que hoy sería
Gibraltar hasta los Alpes, a modo de una gran cordillera como sería actualmente
la del Himalaya, quedando tras ella grandes zonas desérticas en las ubicaciones
que actualmente comprenden Francia y Alemania. Igualmente, el nivel de los
océanos ascenderá unos diez metros por ese fenómeno, debido a la evaporación
del agua contenida en el mar Mediterráneo y su vertido sobre el resto de océanos
en forma de lluvia, tanto directa como indirectamente.
Pero queda mucho para que todo
esto suceda, si es que no sucede algún otro acontecimiento de enorme magnitud
con anterioridad que interrumpa este proceso natural. La humanidad puede seguir
disfrutando del mar Mediterráneo, así como de su clima propio que genera una
fauna y una flora particular. Es más, no creo que la humanidad pueda ser
testigo de la nueva unión entre Europa y África ya que con todo lo que ha
sucedido en los últimos 10.000 años, desde que las primeras civilizaciones
aparecieron, difícilmente el ser humano pueda lograr llegar hasta verlo sin
haberse extinguido con anterioridad.
Por cierto, de la excursión a
Ceuta me acuerdo de muchas más cosas y anécdotas que dan para mucha menos
reflexión que ésta, pero que al recordarlas aún me sacan la sonrisa. Para casi
todos era nuestra primera estancia en África aunque no cambiásemos de país y lo
que no hicimos fue desaprovechar el momento.
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