Las muertes dentro de las grandes
estrellas de la música en España, a diferencia del panorama musical
internacional, no comenzaron a suceder de manera generalizada hasta la década
de los 80, debido a que el movimiento “hippie” y la efervescencia del Rock habían
pasado desapercibidos en España a causa de las censuras de la dictadura.
Hasta entonces, sólo las muertes
de Nino Bravo y Cecilia en 1973 y 1976 respectivamente, ambos en accidente de
tráfico, habían teñido de luto el panorama musical del país. Esto cambiaría a
finales de los 70 con el fin del franquismo, la transición a la democracia y la
dilución de la censura, lo que facilitó la emersión de nuevos movimientos
socio-culturales y la adopción de los estilos internacionales más recientes
como el Punk, el Rock duro o el Heavy, asociadas a un estilo de vida más al
límite. A continuación se citan, de forma cronológica, las muertes más
significativas del panorama musical español.
Eduardo Benavente, líder de Parálisis
Permanente, murió en 1983 a los 20 años de edad en accidente de tráfico. Su
muerte provocó la disolución del grupo y la convirtió en banda de culto de la
movida madrileña. Meses después es Jesús de la Rosa, bajista de Triana, quien muere
en accidente de tráfico a los 35 años, provocando igualmente la disolución de
su grupo. Ese mismo año, Miguel González, guitarrista de Desechables, muere
abatido a los 27 años al intentar atracar una joyería. Al año siguiente, Mikel
Astráin, baterista de Barricada, murió a los 24 años a causa de un derrame
cerebral.
En 1987, Alberto Haro, guitarrista
de Glutamato Ye-Yé y Sindicato Malone, murió en 1987 a los 23 años por cáncer.
Su muerte provocó la disolución del grupo Sindicato Malone que él había
fundado. Ese mismo año también murió Ramón Recio, ideólogo y letrista de
Glutamato Ye-Yé y cuatro años después lo hizo su hermano Eugenio Haro, quien le
sustituyó como guitarrista en Glutamato Ye-Yé y que formó el grupo Ciudad
Jardín tras la primera disolución del grupo.
Toño Martín, el que fuera bajista
y vocalista de Burning, muere el 9 de Mayo de 1991 sin superar sus problemas de
adicción a las drogas. Justo seis años más tarde y el mismo día, como si
estuviera pactado, también moría su compañero Pepe Risi, guitarrista de Burning
y vocalista desde la marcha de Toño, a los 42 años por neumonía complicada por
su lamentable estado de salud. Ese mismo año también muere Tino Casal, a los 41
años, en accidente de tráfico.
En 1992, Toti Árboles, el que
fuera baterista de Los Pegamoides, Parálisis Permanente, Seres Vacíos, Dinarama,
La Unión o La Frontera y considerado como “el baquetas de la Movida” murió por una
sobredosis de heroína que le produjo un fallo cardiaco sin haber cumplido los
30 años. Ese mismo año, en el transcurso de poco más de cuatro meses, mueren
Iosu y Juanma, guitarrista y bajista de Eskorbuto, como consecuencia del SIDA y
de la adicción a la heroína. Tenían 31 y 30 años respectivamente.
En 1994, Manolo Iglesias, el que
fuera baterista de Tequila, murió por SIDA a los 37 años. Seis años después
también murió de SIDA el que fuera su compañero Julián Infante, guitarrista de
Tequila y Los Rodríguez, a los 43 años.
Antonio Flores murió en 1995 a
los 33 años debido a una sobredosis de barbitúricos y alcohol.
1996 comienza con la muerte del
carismático Natxo Etxebarrieta, vocalista de Cicatriz por SIDA. Era el único
superviviente del grupo, pues en menos de año y medio habían muerto el bajista
Pakito Rodrigo y el guitarrista Pedro Landatxe, también por SIDA. Hacía menos
de seis años que el otro guitarrista, Pepín Arteaga, había muerto por sobredosis
de heroína. El año termina con la muerte de Juan Antonio Canta. El que fuera
vocalista de Pabellón Psiquiátrico y que ya en solitario saltaría a la fama por
“El rap de los 40 limones”, se suicidó a los 30 años por problemas de depresión.
Poch, líder de Derribos Arias,
murió a finales de 1998 a los 42 años víctima de la enfermedad de Huntintong y un año después es Enrique Urquijo, líder de Los
Secretos, muere a los 39 años por sobredosis de heroína. Era
el tercer miembro del grupo que fallecía tras los bateristas José Enrique Cano
“Canito” en 1980 y su sustituto Pedro Antonio Díaz en 1984, ambos en accidente
de tráfico a los 20 y 28 años respectivamente.
En 2002 murió Carlos Berlanga a
los 42 años por cirrosis complicada por el SIDA. Fue miembro de Kaka de Luxe, Los
Pegamoides y Dinarama y publicó además cuatro discos en solitario. Ese mismo
año, Fernando Murúa, baterista de La Polla Records, murió a los 40 años por un infarto
cerebral. Al año siguiente es Carlos Aguirreurreta
"Mahoma", vocalista de R.I.P., quien muere a los 44 años. Era el segundo
miembro de la banda que fallecía por culpa de la heroína pues seis años antes
lo había hecho el bajista, Eduardo Mancebo "Portu" a los 33 años. Un
mes después moría otro ídolo del punk español, Kike Kruel, el que fuera líder
de Espasmódicos y quince días más tarde, Marco Antonio Sanz de Acedo, más
conocido como “Eskroto” en Tijuana in Blue o “Gavilán” en Kojón Prieto y los
Huajalotes, se suicidó a los 38 años después de dar su último concierto.
Las más recientes prematuras desapariciones
de músicos importantes del panorama nacional se deben principalmente al cáncer.
Así Kike Turmix, vocalista de Pleasure Fuckers entre otros, murió en 2005 a los
48 años tras padecer cáncer de hígado. Antonio Vega, guitarrista y vocalista de
Nacha Pop, autor de “La chica de ayer” y que publicó cinco discos de estudio en
solitario, murió en 2009 a los 51 años a consecuencia de un cáncer de pulmón. Roberto
Mira “Róber”, guitarrista y vocalista de Porretas, murió en 2011 a los 48 años por
cáncer de colon. Enrique Sierra, el que fuera guitarrista de Kaka de Luxe y
Radio Futura, murió en 2012 a los 55 años tras una larga enfermedad renal. Y Germán
Coppini, ex vocalista de Siniestro Total y Golpes Bajos y que publicó seis
discos en solitario, murió en 2013 a los 52 años por cáncer de hígado.
No habrán tenido la repercusión
mediática de otras muertes de músicos famosos a nivel internacional, pero sus
legados han repercutido en nuestras vidas de igual manera o incluso mayor,
debido a la cercanía que teníamos hacia ellos.
La fortuna, para ellos, a pesar
de su pronta desaparición, es que su legado sigue presente cada vez que
escuchamos alguna de las canciones que han creado o interpretado y, por lo
tanto, de alguna manera siguen aún vivos, aunque sea a partir de recordarlos en
textos como éste.