Cuando era niño tenía un sueño
recurrente. Tenía como escenario la casa de mi abuela materna, que es el lugar
donde vivíamos los fines de semana que íbamos al pueblo de mis padres. Por
aquellas épocas, para que los niños fueran obedientes e hiciesen lo que los
padres querían, se les intimidaba con que acudiría el coco, el sacamantecas o
algún otro ser temible para los pequeños infantes en el caso de no hacer lo
ordenado, muy basado todo ello en las tradiciones de la cuasi analfabeta España
franquista. Eso provocó que durante en mi infancia tuviese una pesadilla
reiterada con este tema, pero no provocó que fuera más sumiso a mis
progenitores.
Ese sueño recurrente tenía lugar
en la pequeña cocina de dicha casa de mi abuela materna. La amenaza venía de la
despensa que comunicaba con la bodega, (que para mis primos y para mí era una
enigmática cueva a la que no se podía acceder porque allí es donde residían
estos malévolos personajes). El sueño siempre era igual. Toda la familia estaba
reunida allí, atemorizada por uno de esos seres amenazantes al que sólo
podíamos oír, pero que sabíamos que iba a parecer en cualquier momento. En
cuanto aparecía, sin llegar a ver su rostro, yo solía saltar de la cama.
Muchos años más tarde, tras haber
terminado mis estudios universitarios, soñé repetidas veces que estaba
trabajando sin la titulación académica pertinente por lo que corría peligro mi
puesto de trabajo. En estos casos nunca me desperté durante el sueño, pero he
de reconocer que en numerosas ocasiones dudaba de si había terminado o tenía
que ponerme a estudiar urgentemente porque se me acababan las convocatorias. Al
final tenía que recordar el día de la presentación del proyecto Fin de Carrera
para convencerme de que todo había sido un sueño producto de mi subconsciente.
Al igual que estos dos sueños,
tuve otros que también se repitieron en varias ocasiones, y casi todos ellos
acontecieron cuando aún era menor de edad.
Por lo general, según la mayoría
de expertos en psicoanálisis, los sueños recurrentes se repiten con poca
variación en el tema. Aunque pueden ser positivos, la mayoría de ellos son
pesadillas. Los sueños pueden recurrir porque un conflicto plasmado en el sueño
permanece no resuelto e ignorado, por lo que una vez se ha encontrado una
solución al problema, éstos suelen cesar. Se podría decir que los sueños
recurrentes tienen un papel adaptativo tan importante como el de la sensación
de dolor. Igual que el dolor alerta acerca de un problema, los sueños
recurrentes tendrían un altísimo valor adaptativo porque mostrarían un peligro
o una amenaza pendiente de atender para asegurar la correcta salud mental, sin
la cual no existe posibilidad de adaptación.
Esta corriente de opinión se
cimenta en que el inconsciente se forma con las capas de las experiencias, los
aprendizajes, las emociones y los recuerdos que se almacenan desde el primer
día de vida. La emoción del momento puede reprimirse pero el inconsciente es el
que dicta de forma silenciosa el comportamiento, aunque la conciencia puede
bloquear o vetar un acto iniciado por el cerebro, ya que los procesos
eléctricos inconscientes preceden en hasta seis segundos a las decisiones
conscientes.
Sin embargo, existe otra línea de
opinión al respecto, sostenida mayoritariamente por aquellos expertos que
considera al psicoanálisis como una pseudociencia, según la cual los sueños
solamente son imágenes absurdas producidas por el cerebro. Los sueños
funcionarían como una especie de “protector de pantalla”, estimulando al
cerebro para mantenerlo en forma durante largos períodos de inactividad. El
cerebro seguiría produciendo ciertos neurotransmisores mientras algunas
regiones del cerebro permanecen inactivas. Esta teoría se basa en que el
contenido del sueño no tiene ninguna importancia mientras el cerebro se
mantenga en actividad. Todo esto viene respaldado por el funcionamiento de nuestra
memoria, pues todos los recuerdos pasan de una región del cerebro a otra antes
de ser almacenados y se sueña con dichos recuerdos durante ese intervalo.
Yo, por mi experiencia, sí que
creo que los sueños, por lo general, están vacíos de significado y que, por lo
general, es una manera que utiliza el cerebro de almacenar la nueva información
recopilada. Es por eso que cuando se conoce gente significativa o se tienen
experiencias especiales, se suele soñar con ello. También creo que el hecho de
que un sueño llame la atención de quien lo ha padecido, bien por placentero,
bien por traumático, hace que al recordarlo se tengan muchas más posibilidades
de volverlo a padecer, debido al funcionamiento de nuestra memoria, pues en
lugar de almacenarlo, dicho recuerdo se mantendría latente, lo que acabaría
convirtiéndolo en sueño recurrente en el caso de volver a soñar con dicho
recuerdo. Es por eso que ningún sueño recurrente suele ser neutro, o bien es
una pesadilla o bien es un sueño placentero, aunque estos sean los menos
frecuentes.
El caso es que volviendo a la
corriente de los defensores del psicoanálisis, me llamó la atención escuchar
una frase dicha por el psiquiatra y psicólogo suizo, Carl Gustav Jung, (fundador
de la escuela de psicología analítica, también llamada psicología de los
complejos y psicología profunda, y figura clave en la etapa inicial del
psicoanálisis), que dijo que “un sueño sin interpretar es como una carta sin
abrir donde el remitente de la carta es tu subconsciente que tiene un mensaje
para ti”. Haciendo caso de esta premisa y teniendo en cuenta que hace unos pocos
días volví a tener el último sueño recurrente descrito al inicio, no me va a
quedar más remedio que hablar seriamente con mi subconsciente para ver qué me
quiere decir de una vez por todas, ya que se está empezando a repetir un poco
en su mensaje.