viernes, 25 de enero de 2019

EL SUEÑO DE LA LOTERÍA

Tal y como comentaba en la entrada “La idea definitiva”, cuando estaba en período universitario teníamos como ambición de futuro el poder llegar a retirarnos a los 40, tal y como Marcos nos recordaba en cuanto comenzábamos a hablar de pretensiones futuras. Lo hacía con tal convicción que nos lo llegamos a creer y eso te hace afrontar el futuro con mucho optimismo.

Por entonces estuvimos dándole vueltas al desarrollo de posibles ideas que pudieran ser lo suficientemente lucrativas para llegar a retirarnos precozmente, y no desistíamos porque estábamos convencidos de que tarde o temprano llegaría esa idea definitiva. Pero acabamos desarrollando cada uno nuestra carrera profesional sin sorpresas, en función de lo que habíamos estudiado o para lo que nos habíamos cualificado.

Y han llegado los 40 y el retiro está lejano. Y es justo el momento en el que lo necesito, porque apenas encuentro tiempo para el ocio personal. La lista de películas pendientes de ver, de libros y blogs pendientes de leer, de audios pendientes de escuchar o de lugares pendientes de visitar es cada vez más grande, la frecuencia de uso de mis raquetas (de tenis, frontenis, squash, pádel o ping-pong) es cada vez menor, los balones de baloncesto y vóley llevan años desinflados y hace “siglos” que no juego al billar, al futbolín, a los dardos, al mus o al póker, a pesar de que me encanta. Incluso apenas saco tiempo para leer la prensa.

Y como las ideas no han llegado, me pongo a mirar el pasado para ver qué oportunidades he dejado pasar para haber llegado a los 40 con posibilidades de retirarme. Y ahí es cuando comienzo a darle vueltas a ideas que han triunfado para ver si estuve cerca de algo parecido, a ver qué golpes de fortuna se han dado delante de mis narices y a analizar todas las opciones que se me han ido presentando a lo largo de la vida, tanto las que triunfaron como las que no. Todo ello desde el prisma de alguien que se incorporó al mercado laboral nada más terminar sus estudios universitarios y que no tuvo una idea lo suficientemente brillante como para considerarla válida de cara a embarcarse en una aventura de emprendimiento que mejorara su situación laboral y económica como para poder retirarse ya mismo.

Como las ideas ya las analicé por encima en la entrada “La idea definitiva”, comencé a revisar qué golpes de fortuna podría haber aprovechado. Ahí es cuando recordé que en Aranda han caído tres segundos premios en los sorteos más importantes de la Lotería Nacional, estando yo en edad adulta. En la Lotería del Niño de 2001, el 16761 repartió en Aranda 4.000 millones de pesetas (12 millones por décimo), en la Lotería de Navidad de 2002, el 19576 repartió 28.000 millones de pesetas (16 millones por décimo), y en la Lotería de Navidad de 2012, el 42260 repartió 225 millones de euros, (125.000 euros por décimo). Además, en 2006 también cayó un primer premio del sorteo semanal de la Lotería Nacional en un bar que frecuentaba, el Portillo, y donde siempre compraba para la lotería de Navidad y la del Niño. El 43019, repartió 9 millones de euros (60.000 euros por décimo).

Difícilmente así me pudiera retirar ahora, pues no suelo jugar mucho más de 100 euros en el sorteo de Navidad y nunca he comprado más de dos décimos de un mismo número, por lo que en el caso de que me hubiera sonreído la suerte, tendría algo más de patrimonio, pero no me hubiese retirado, ya que necesitaría haber comprado entre 10 y 15 décimos de alguno de los números afortunados e invertirlos adecuadamente para poderme retirar. Eso sí, al menos pude participar de los festejos con algún que otro amigo y algún que otro familiar que sí que fue afortunado.

Como con la lotería no habría sido posible, recordé cuando estuve “jugando” en Bolsa durante unos añitos. Digo jugando, porque no lo hice para invertir, sino en plan especulativo a corto plazo y sin ser experto. No obtuve beneficios significativos, aunque tampoco salí mal parado a pesar de que me llevé algún que otro susto. Si de los valores del Nasdaq por lo que me decidí, hubiera elegido Amazon o Apple, (invertía en función de consejos de supuestos expertos) y hubiera sido capaz de aguantar hasta finales de este verano pasado, (algo improbable pues en 2005 dejé ese juego) me hubiera podido retirar. Ambos han revalorizado su valor en bolsa algo más de un 25000% (contabilizándolo en euros), es decir, por cada euro que alguien hubiera invertido en aquellos momentos ahora tendría algo más de 250 euros, por lo que habiendo invertido en aquel momento un cantidad de 5000 euros, ahora tendría un millón de euros netos, (después de impuestos) que invertidos adecuadamente serían suficientes para una retirada.

Como con la bolsa tampoco lo hubiese logrado, recordé otro momento que se me quedó grabado, cuando leí en el periódico acerca de la existencia del bitcoin. Lo leí cuando acababa de comenzar su comercialización y con un dólar podías comprar más de mil bitcoins (salió al mercado en Enero de 2009 y el cambio era 1$=1.309,03 bitcoins). Pensé que era una auténtica estafa (a pesar de estar basado en una tecnología muy novedosa) y que el bitcoin no iba a tener una utilidad real puesto que el sistema financiero no lo iba a permitir. Diez años después puedo decir que sigo pensando lo mismo, que el bitcoin acabará desapareciendo sin haberse implantado como instrumento de pago. Eso sí, como instrumento de especulación ha funcionado a la perfección y si hubiera participado de ese juego, hubiese podido conseguir mi objetivo, puesto que a finales de 2017 un solo bitcoin llegó a valer más de 20.000 dólares. Por cada euro invertido en bitcoin a principios de 2009 se habrían obtenido 20 millones de euros a finales de 2017. Es más, hubo tiempo, puesto que hasta Junio de 2010 no llegó a alcanzar el centavo de valor, llegando a alcanzar la paridad con el dólar en Marzo de 2011, por lo que hubo tiempo de sobra para haber hecho acopio de algún que otro centenar de bitcoins.

También tuvo otra revalorización brutal otra moneda virtual que fue bastante anunciada, el Ethereum. Se comenzó a comercializar en Julio de 2014 a 30 centavos de dólar y a principios de 2018 llegó a cotizar a 1.375 dólares, lo que quiere decir que por cada euro invertido se habrían obtenido 4.500 euros. Eso significa que una inversión de 250 euros hubiera sido suficiente para la retirada anticipada.
Como lo de comprar monedas virtuales ni se me pasó por la cabeza, recordé el día que acerté cinco en la Primitiva (y eso que solo jugué a la Primitiva durante un par de años). Solo se trataba de haber cambiado el 4 por el 15 y hubiese ganado tres millones de euros, en lugar de 1.500 euros. La verdad es que me pareció que me quedé muy cerca de la gloria, hasta que hice cálculos y comprobé que por cada acertante de seis tiene que haber 252 acertantes de cinco, por lo que no estuve tan cerca. Bueno, un poco sí, puesto que hay una posibilidad entre 55.491 de acertar cinco. Hay más posibilidades de que te toque uno de los dos primeros premios en la Lotería Nacional que de acertar cinco en la Primitiva

En definitiva, que si al cumplir 40 no me he podido retirar, no hay más que cambiar el matiz a la frase y al menos que sea a los 40 cuando me retire, englobando toda la década, por lo que el reto sigue en pie y hay que poderse retirar antes de cumplir los 50, (a los cuarenta y tantos). Y como ya pienso que es tarde para todo, no me queda otro remedio que echar la Primitiva de manera regular y alguna que otra vez el Euromillones. Yo, que jamás había jugado a la lotería más que de forma ocasional, sabedor de que hay una posibilidad entre 14 millones (concretamente 13.983.816) de acertar todos los números, o una entre 116.531.800 en el Euromillones, y que en varias ocasiones había tratado de ilusos a los jugadores habituales, ahí estoy, yendo todos los lunes a sellar mi boleto, con la ilusión de un principiante aunque con casi ninguna esperanza de obtener nada, solamente por el hecho de tener una remota esperanza, por el hecho de que si me imagino que puede pasar tenga algo que lo haga posible, porque por solo cuatro euros puedo mantener ese pequeño remilgo de esperanza, porque como ellos mismos dicen “si sueñas, loterías”.