martes, 18 de marzo de 2014

LAS CANCIONES DE NUESTRA VIDA

Mucha de la gente que me conoce no lo sabe, pero cuando yo era niño cantaba bastante bien, al menos eso era lo que decía quien me escuchaba, principalmente los amigos de mis padres, que en sus reuniones de sobremesa me solían tentar para que cantara, algo que acababa haciendo debido a la insistencia y a algún que otro incentivo en forma de propina. También me sirvió para ganar varios festivales de la canción en las colonias de verano que organizaba la empresa en la que trabajó mi padre y a las que acudí durante seis veranos de forma consecutiva. Mi repertorio estaba formado por una docena de canciones que me había aprendido entre las que destacaban “La mochila azul” de Pedrito Fernández, “Como un vagabundo” de Bertín Osborne o “La misma piedra” de Julio Iglesias, todas ellas muy influenciadas por los gustos de mis padres. He de reconocer que cuando, extrañamente, llega a mis oídos alguna de esas canciones que cantaba me acuerdo de aquellos momentos tan halagüeños para mí, a pesar de que pueda coincidir con alguno de mis amigos más íntimos de la infancia que no durará en vacilarme con la canción de turno, pues mis gustos musicales son muy diferentes a esas canciones.

Esas canciones me recuerdan ese momento, pero “Embrujada” de Tino Casal o “Barco a Venus” de Mecano hacen que me aparezca un flash mental de las fiestas del barrio de mi niñez, pues era la música que sonaba en las atracciones cuando yo apenas tenía ningún tipo de cultura musical.

Con la adolescencia fui marcado por otras canciones. Aún recuerdo el año que pasé en un internado de Valladolid cuando oigo el disco “Todos están muertos” de Ilegales, especialmente la canción “Ella saltó por la ventana”. Ese mismo año también me marcó “Bailaré sobre tu tumba” de Siniestro Total, que sonaba mucho en el Club Juvenil al que solía ir a jugar al billar con Álex cuando iba para Aranda.

En mi caso, fue en la época de la adolescencia cuando más canciones tengo asociadas a recuerdos. La entrada del directo de Siniestro Total “En beneficio de todos” comienza con la sintonía de la serie “Corrupción en Miami” y era como empezaban la gran mayoría de las veces que salía de marcha con los amigos, junto con “Acción” de Seguridad Social, aunque fue realmente la canción de “Cuánta puta y yo qué viejo”, (de Siniestro Total), la que pasó a ser el himno de la cuadrilla. Es curioso que unos cuantos años después ésta sea la canción lema del Vayvén, el bar que más frecuento cuando voy a Aranda.

La fiesta de fin de curso de C.O.U. está asociada al primer disco de Distorsión y era la banda sonora del primer coche que tuve, un Renault 5 rojo del 76 de tercera mano, que llegó a hartar a mis amigos de tanto montar en mi coche. Igualmente, la canción “No sé qué hacer contigo” de Barricada me traslada al antiguo Sonata, un pub que frecuentábamos por aquel entonces.

El grupo fetiche del piso de estudiantes que tuvimos en Valladolid fue Barón Rojo, muy a pesar mío, pero llegué hasta a aprenderme las letras de algunas canciones debido a la cantidad de veces que los oí, y si oigo el tema “Los rockeros van al infierno” me acuerdo de Marcos, el Bicho y el Chopo en posición propia del "Metal Hero", gritando la letra de la canción.

Evidentemente, igual que hay canciones que traen recuerdos de lugares o circunstancias, hay canciones que me recuerdan a personas. Por ejemplo, “La mataré” de Loquillo me trae de vuelta al mundo a Carmela, una amiga de la Universidad, “Tocaré” de Tahúres Zurdos me recuerda a Paloma, una antigua amiga de las épocas de instituto y universidad, “London burning’s” de The Clash me recuerda a César, mi compañero de instituto… Curiosamente, a todos ellos no los veo desde hace más de 15 años, aunque si oigo “El imperio contraataca” de Los Nikis pienso en mi amigo Mario, si no está cerca de mí en ese momento.

Del mismo modo otras canciones me pueden traer un determinado recuerdo. “I will survive” de Gloria Gaynor me recuerda mis seis meses en París, “M+M’s” de Blink 182 mis otros seis meses en China, “Pegado a ti” de Los Planetas me trasladan a mis repetidas estancias en Hendaya, “Surfin’ papa” de Mamá Ladilla me recuerda el I Curiel Rock, oír el “Waka-waka” de Sharika es visualizar el gol de Iniesta en la final del Mundial de Sudáfrica y el “I love it” de Icona Pop es retrotraerme a las vacaciones del último verano que pasé en la isla croata de Hvar.

Esta conexión entre canciones y recuerdos es debido a que la música pone en funcionamiento la parte del cerebro humano relacionada con la memoria por lo que se convierte en fuente evocadora de recuerdos. Al escuchar música, las neuronas conectan las melodías con los acontecimientos o emociones que se estén viviendo, lo que de nuevo será recordado cuando se vuelva a escuchar esa misma música. Es por eso que se tiene una asociación concreta entre canciones y recuerdos de determinados acontecimientos de nuestra vida y es por eso, igualmente, por lo que es fácil recordar las circunstancias o el lugar en el que escuchamos por primera vez una canción o un grupo que nos haya llamado poderosamente la atención en el momento en el que lo escuchábamos. En mi caso, por ejemplo, recuerdo con facilidad dónde estaba la primera vez que escuché a una buena parte de mis grupos predilectos o de las canciones que más me gustan o me han gustado enormemente en algún momento.

En fin, que continuamos, aún sin quererlo, construyendo, adaptando o actualizando la banda sonora de nuestra vida, pues todos los momentos importantes que vivamos y que tengan un telón musical de fondo provocarán que nuestro cerebro haga una relación entre ambos, volviéndolos a recordar irrevocablemente unidos. Es por ello, que habrá que tener cuidado si no queremos tener asociada una canción detestable a un acontecimiento que queramos recordar de por vida y viceversa. No pensaba yo que la función del disc-jockey pudiera ser tan importante.


2 comentarios:

  1. Gran entrada campeón. Casi se me saltan las lágrimas cuando has señalado "La Mataré". Aún veo a Car en el "Tequila" gritándola a pleno pulmón.

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  2. Adiós Pablo. Cuando suene esa canción de Eskorbuto que cantabas a grito pelado, volverás a estar cantándola a mi lado. ¡Hasta siempre, amigo!

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