jueves, 20 de noviembre de 2014

EL MOVIMIENTO CARLISTA

Sólo conocí a mi abuela materna, ya que mi abuela paterna falleció cuarenta días después de mi nacimiento y tanto mi abuelo paterno como materno ya lo habían hecho con anterioridad, por lo que las únicas batallitas me las pudo contar ella, mi abuela María, aunque en el pueblo siempre la llamaron “Maruja”.

Cuando estaba con ella, me gustaba sacar el tema de la Guerra Civil, ya que a mi abuelo materno le pilló el golpe de Estado realizando el servicio militar por lo tuvo que combatir en la guerra y además tenía curiosidad por saber que pasó en su pueblo durante ese período, pues en la Castilla del 36 se “dio paseíllo” a todo aquel que fuera medianamente de izquierdas. La verdad es que a mi abuela no le gustaba mucho hablar del tema, pues en aquella época, cuando se daba el toque de queda, hasta un hermano suyo, Florián, la llegó a amenazar por asomarse a la ventana al grito de “Maruja, si no cierras la ventana disparo”. Políticamente, ella me simplificaba el conflicto de una manera muy banal, diciendo que falangistas y rojos se mataban a tiros unos y otros y que ellos estaban en el medio. Con “ellos” se refería a los “requetés”, que es como se definía por extensión a todos los carlistas, a pesar de que los requetés sólo fueron aquellos carlistas que  entraron en combate del lado del bando nacional. No lo he comentado con anterioridad, pero mi abuela era muy religiosa e iba a misa todos los días, algo que iba muy ligado al ideal carlista cuyos principios eran la defensa de la tradición religiosa y monárquica.

El carlismo fue un movimiento político tradicionalista y legitimista de carácter antiliberal y contrarrevolucionario surgido en España en el siglo XIX que pretendía el establecimiento de una rama alternativa de la dinastía de los Borbones en el trono español y que en sus orígenes propugnaba la vuelta a la monarquía absoluta, basado en la “legitimidad dinástica”, la tradición católica y la monarquía confederal y “por Dios, por la Patria y por el Rey” como lema. Surgió a partir de la derogación de la ley sálica (que impedía reinar a las mujeres) por parte de Fernando VII para asegurarse el reinado de su hija Isabel, propugnando la ley "agnaticia" (vigente actualmente en España) por la que las hijas se incluían en la línea de sucesión dinástica en función de su edad inmediatamente después del menor de los varones. El carlismo se oponía a ello y abogaba por que el heredero a la corona fuera Carlos María Isidro (hermano de Fernando VII) como Carlos V, en lugar de su hija Isabel, que reinaría como Isabel II. Estaba formado por el ala tradicional de la sociedad española de la época englobando a los denominados “apostólicos”, a los tradicionalistas y a la reacción antiliberal, es decir, a la Iglesia y la aristocracia principalmente, mientras que los partidarios de Isabel II (isabelinos) eran los partidarios de las reformas liberales-burguesas, surgidas como consecuencia de la Revolución Francesa y de la Revolución Industrial, que habían empezado a reorganizar la sociedad, tanto moral como materialmente, especialmente en las clases populares. Así, el carlismo tuvo escasa repercusión en las grandes ciudades, siendo un movimiento predominantemente rural.

El caso fue que el 29 de septiembre de 1833 murió el rey Fernando VII, lo que provocó el inicio de una guerra civil por la sucesión a la Corona entre los partidarios de Isabel II (isabelinos, también llamados "cristinos" por su madre que asumiría la regencia) y los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón o Carlos V como pretendiente a la Corona (carlistas), que sería denominada Primera Guerra Carlista. Duró casi siete años y dejó casi 200.000 muertos. El levantamiento carlista se produciría en todo el territorio nacional, siendo sofocado con facilidad en todas partes salvo en el País Vasco, Navarra y el antiguo reino de Aragón. En 1939, con el famoso “Abrazo de Vergara” entre los generales Baldomero Espartero (isabelino) y Rafael Maroto (carlista), se ponía fin a la guerra en el norte del país, aunque ésta duraría un año más por la resistencia del general carlista Ramón Cabrera en la zona levantina.

La Segunda Guerra Carlista se inicia en Septiembre de 1846, tras el fracaso de los intentos carlistas de casar a Isabel II con su primo y pretendiente carlista Carlos Luis de Borbón, (Carlos VI como aspirante a la Corona e hijo de Carlos María Isidro), que provocó un levantamiento popular en distinto puntos de Cataluña, extendiéndose el conflicto a Aragón, Navarra y Guipúzcoa. Bajo las órdenes del general carlista Ramón Cabrera, la contienda se caracteriza por acciones guerrilleras que no consiguen resultado, finalizando tres años después con la derrota carlista.

La Tercera Guerra Carlista se desarrolló en España entre 1872 y 1876 entre los partidarios de Carlos María de Borbón, (Carlos VII como aspirante a la Corona), y los gobiernos de Amadeo I, de la I República y de Alfonso XII. Los principales escenarios del conflicto de esta guerra fueron las zonas rurales del País Vasco, Navarra y Cataluña, con menor repercusión en zonas como Aragón, Valencia, Castilla o Andalucía. La guerra finalizó en 1876 con la conquista de la capital carlista, Estella (Navarra), y la huída a Francia de Carlos María de Borbón.

Recién entrado el siglo XX, hubo algún intento posterior de sublevación carlista, aprovechando el descontento por la pérdida de las posesiones de ultramar en 1898, e incluso el 10 de Agosto de 1932, los carlistas apoyaron el intento de golpe de estado del general José Sanjurjo. Pero no fue hasta Abril de 1936, dos meses después de la victoria electoral de la coalición de izquierdas “Frente Popular” y la debacle de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), cuando los carlistas prepararon su propio levantamiento armado contra la República. Sin embargo, tras largas negociaciones acabaron sumándose al golpe de Estado que preparaba el ejército y que daría lugar a la Guerra Civil española, en la que participaron unidades de voluntarios carlistas, agrupados en Tercios de Requetés, los cuales tuvieron una actividad destacada. Aunque no oficialmente, hay quien considera a la Guerra Civil española como la cuarta y última Guerra Carlista.

En Abril de 1937, Franco impuso la unificación de los carlistas con la Falange Española contando con la aceptación de la mayor parte de los carlistas en el frente, relegando a los pocos opositores a dicha unificación y, por lo tanto, a lo que quedaba del movimiento carlista a ser una fuerza política clandestina apoyándose en un seguimiento prácticamente residual.


La verdad es que sigue habiendo un notable paralelismo en la ideología predominante entre los habitantes de las zonas rurales a lo largo de los últimos siglos. En el siglo XIX y principios del XX ese conservadurismo ideológico predominante de carácter apostólico y tradicionalista encontraba refugio en el carlismo, posteriormente lo encontró en el régimen franquista y a finales del siglo XX y en el siglo XXI lo ha encontrado en el conservadurismo del Partido Popular. De ahí que la derecha política española tenga ese granero de voto fiel e incuestionable en las zonas rurales del norte y centro del país, siendo el apoyo masivo de los intereses de la Iglesia y la aristocracia.

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