miércoles, 11 de enero de 2017

LA SOBERANÍA DISCUTIDA

La película “Mandarinas” es una película de 2013 dirigida por el director georgiano Zaza Urushadze, rodada en Georgia y coproducida entre Georgia y Estonia, que fue nominada a los premios Óscar y al Globo de Oro como mejor película extranjera en 2014, en representación de Estonia y que no dudo en recomendar a todo aquel que tenga cierto gusto por el cine menos comercial.

La película se sitúa en 1992, en el marco de la guerra de Abjasia y narra un fragmento de la vida de Ivo, un estonio que reside en Abjasia, (una provincia autónoma georgiana que busca la independencia), y que, al contrario que el resto de sus compatriotas, decide quedarse. Por diversas circunstancias, dos soldados resultan heridos delante de su casa, (un combatiente georgiano y un mercenario checheno que combate del lado abjasio), e Ivo se ve obligado a cuidar de ellos.

El caso es que aquella guerra en la que se sitúa la película fue ganada por Abjasia poniendo fin a una década de tensiones. Abjasia, que era una república autónoma dentro de la república soviética de Georgia, intentó convertirse en una república soviética más (e incluso así se auto-declaró en 1990) para que una hipotética independencia de Georgia no la condenara a separarse de la Unión Soviética y tener que seguir formando parte de Georgia con la que tenía serias tensiones étnicas. Sin embargo, al año siguiente Georgia declaró su independencia de la Unión Soviética y poco después anuló la constitución soviética y restauró su antigua constitución de 1921, provocando con ello que se anulara la autonomía de Abjasia, por lo que unos meses después Abjasia se declaraba independiente (el 23 de Julio de 1992), hecho que Georgia no aprobó ni reconoció, y que desembocó en la declaración de guerra que duró casi año y medio y que acabó con victoria abjasia, con la expulsión de todos los georgianos de Abjasia y una nueva declaración de independencia por parte de Abjasia, que no fue reconocida por ningún estado de la comunidad internacional.

En 2008, tras el final de la guerra de Osetia del Sur, que enfrentó a Georgia con su otra república autónoma de Osetia del Sur y que involucró a Abjasia, finalizando con derrota georgiana, Rusia reconoció a Abjasia y a Osetia del Sur como estados independientes, algo que también hicieron Nicaragua, Venezuela y Nauru, mientras que el resto de la comunidad internacional las siguieron considerando como repúblicas autónomas perteneciente a Georgia, a pesar de que de facto funcionan como repúblicas independientes.

Existen otros dos casos muy parecidos originados a partir de la desintegración soviética, las de las repúblicas de Nagorno Karabaj y Pridnestrovia.

Nagorno Karabaj era una república autónoma de mayoría armenia que pertenecía a la república soviética de Azerbaiyán. Tras la declaración de independencia de Armenia y Azerbaiyán en 1991, se celebró un referéndum en Nagorno Karabaj donde se decidió la reunificación con Armenia, no siendo reconocido por Azerbaiyán, lo que provocó la declaración de independencia unilateral de Nagorno Karabaj. Esto derivó en una guerra no declarada con victoria armenia e independencia de facto, aunque no reconocida, del territorio de Nagorno Karabaj.

Pridnestrovia es como se denomina a la región moldava de Transnitria tras haber declarado su independencia en 1990, ante el temor de una inminente unión entre Moldavia y Rumanía debido al colapso soviético. Transnitria había sido separada en 1940 de Ucrania para pasar a pertenecer a Moldavia, por lo que su población era de mayoría rusa y ucraniana. En 1992 se produjo una guerra entre moldavos (apoyados por Rumanía) y transnitrios (apoyados por Rusia y Ucrania), sin que hubiese cambio significativo en la zona tras el alto el fuego, por lo que se declara la República Moldava de Pridnestrovia como estado libre, aunque la comunidad internacional la reconoce como un territorio autónomo dentro de Moldavia.

Abjasia, Osetia del Sur, Nagorno Karabaj y Pridnestrovia son, por tanto, estados con soberanía discutida, pues a pesar de funcionar como estados independientes no son reconocidos o lo son por muy pocos países. Pero no son casos únicos.

Chipre del Norte (oficialmente República Turca del Norte de Chipre) sólo está reconocida por un país (Turquía). Se formó como estado federado turco, a partir de la intervención militar turca en Chipre como respuesta al golpe de estado provocado por militares pro-griegos en 1974. Se declaró independiente en 1983.

Taiwán (oficialmente República de China) sólo está reconocido por 23 países, a pesar de que participa en competiciones internacionales como China Taipéi. Se formó en 1949 tras huir el gobierno chino a la isla de Taiwán (también conocida como Formosa), tras ser derrocado por el ejército comunista en la guerra civil china, quienes proclamaron la República Popular China. Esos 23 países que reconocen a Taiwán, no reconocen a la República Popular China, a pesar de ser miembro de la ONU.

Sáhara Occidental (oficialmente República Árabe Saharaui Democrática) llegó a ser reconocido por 84 países, aunque sólo 47 mantienen dicho reconocimiento. En 1976, se auto-proclamó independiente tras la retirada de España, ya que el Sáhara Occidental era una provincia española. Sin embargo, al abandonar España el territorio, éste fue ocupado por Marruecos y Mauritania, para ser anexionado en 1979 por Marruecos tras retirarse Mauritania de la zona que ocupaba. Actualmente, el Sáhara Occidental es considerado como un territorio no autónomo y ocupado por la mayoría de la comunidad internacional, sin reconocer soberanía alguna sobre la zona, aunque de facto el territorio está controlado por Marruecos y la soberanía saharaui se limita a la zona fronteriza con Argelia.

Hay otros países con reconocimiento mayoritario, pero que tienen un gran número de países que no los reconocen, como Kosovo, reconocido por 109 países de los 193 estados miembros de la ONU, o Palestina, reconocida por 137 países. Igualmente, Israel no está reconocido por 32 países de la ONU y China por 23. Hay ciertos casos particulares de no reconocimiento debido a particulares enfrentamientos y animadversiones entre ciertos países, como que Armenia no es reconocida por Pakistán, Chipre no es reconocida por Turquía, Corea del Sur (República de Corea) no es reconocida por Corea del Norte y Corea del Norte (oficialmente República Popular Democrática de Corea) no es reconocida por Corea del Sur y Japón.

Parecen increíbles estas situaciones en pleno siglo XXI, pero el odio humano no tiene límites, sobre todo cuando se trata de enfrentamientos étnicos y ese odio provoca enemistades irreconciliables entre vecinos, hasta el punto de no reconocer la existencia del otro. Esos odios se pueden ver reflejados en otras películas que recomiendo igualmente como “Antes de la lluvia” (Macedonia, 1994), “En tierra de nadie” (Bosnia, 2001) que obtuvo el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, “Bloody sunday” (Gran Bretaña, 2002), “El viento que agita la cebada” (Irlanda, 2006), el cortometraje “Shok” (2015) o, desde un punto de vista más neutral, las películas españolas “Guerreros” de Daniel Calparsoro y “Un día perfecto” de Fernando León de Aranoa.

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