viernes, 8 de agosto de 2014

LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO

El pasado 7 de julio de 2007, (07/07/07), se procedió por parte de la empresa New Open World Corporation a la publicación de las nuevas siete maravillas del mundo oficiosas a partir de la iniciativa del cineasta suizo Bernard Weber. Se realizó mediante votación pública, vía web o telefónica y cada voto tenía un coste de dos dólares, partiendo de una extensa lista inicial confeccionada por la propia empresa en la que se admitieron estructuras creadas por el hombre hasta el año 2000, con la condición de que estuviesen en pie en la actualidad. Para las semifinales se clasificaron las 77 más votadas, mientras que en los últimos meses la votación se redujo a las 21 más votadas, de donde se obtuvieron las Siete Maravillas del Mundo Moderno. Por cierto, la Gran Pirámide de Guiza (Egipto) fue excluida de la votación, alegando ser la más antigua y la única que aún perdura de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, siendo nombrada “Maravilla Honorífica del Mundo”.

Tras todo el proceso, las siete elegidas fueron el Taj Mahal (India), la ciudad de Petra (Jordania), el Machu Picchu (Perú), la Gran Muralla (China), el Cristo del Corcovado (Río de Janeiro, Brasil), el Coliseo de Roma (Italia) y la ciudad maya de Chichén Itzá (México), quedando como finalistas la Acrópolis de Atenas (Grecia), la Alhambra de Granada (España), el Templo de Ankor Wat (Camboya), la Estatua de la Libertad (Nueva York, Estados Unidos), el Castillo de Neuschwanstein (Alemania), los templos de Kiyomizu-dera (Kyoto, Japón), los Moáis de la isla de Pascua (Chile), la Ópera de Sidney (Australia), el Kremlin (Moscú, Rusia), el museo de Santa Sofía (Estambul, Turquía), el complejo megalítico de Stonehenge (Gran Bretaña), la Mezquita de Djungareyber (Malí) y la Torre Eiffel (París, Francia). Además, entre las 77 semifinalistas se encontraban la Sagrada Familia de Barcelona, Santiago de Compostela, la Giralda de Sevilla, la Mezquita de Córdoba, el Museo Guggenheim de Bilbao, el Palacio Real de Madrid y el Acueducto de Segovia, como candidatas españolas, siendo España el segundo país con más representación tras India en semifinales.

La idea surgió a partir de la necesidad de actualizar la tan recurrida lista de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, confeccionada en el período helenístico, y que eran un conjunto de obras arquitectónicas que los helenos consideraban dignas de ser visitadas, por ser para ellos monumentos insignes de la creación y el ingenio humano. Esta lista de origen desconocido, debió confeccionarse hacia el siglo III a.C. aunque quien hace referencia explícita a éstas fue Antípatro de Sidón sobre el año 125 a.C. En esta lista se incluyen a la Gran Pirámide de Guiza (única existente en la actualidad), los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de Artemisa en Éfeso, la Estatua de Zeus en Olimpia, el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría. Originalmente, la Puerta de Istar en las murallas de Babilonia estaba incluida en lugar del Faro de Alejandría, aunque relatos posteriores efectúan dicho reemplazo. Todas ellas son construcciones humanas, no recogiéndose ninguna maravilla natural ni ninguna ruina, por majestuosa que ésta fuera. En parte es por eso que se hacía referencia a la torre de Babel (el zigurat de Babilonia) como la octava maravilla del mundo, ya que este edificio estaba en ruinas cuando los soldados de Alejandro Magno llegaron. Esta posibilidad, la de una maravilla más, contribuyó a acuñar la frase Octava Maravilla del Mundo para denominar a cualquier obra humana excepcional.

Ya en el siglo XIX hubo un intento de actualización de estas maravillas, estableciéndose una lista de Maravillas de la Edad Media para contrastarlas con las antiguas. Aún siendo desconocido el criterio seguido para su realización, las seleccionadas fueron Stonehenge (Gran Bretaña), el Coliseo de Roma (Italia), las Catacumbas de Kom el Shogafa (Alejandría, Egipto), la Gran Muralla (China), la Torre de Porcelana de Nanjing (China), Santa Sofía de Constantinopla (Turquía) y la Torre Inclinada de Pisa (Italia).

Por cierto, este proyecto de elección de las Siete Maravillas de Mundo Moderno no fue avalado por la Unesco, (entidad de las Naciones Unidas que declara como Patrimonio de la Humanidad a sitios de importancia cultural o natural), por considerarla mediática y una iniciativa a título personal de Weber, declarando que no es suficiente el valor sentimental de los monumentos para incluirla en una lista de las características que se pretende. Igualmente afirmó que la votación no era universal, pues dejaba fuera a millones de personas que no tienen acceso a Internet y que la lista de candidatos fue creada bajo criterios poco científicos y educativos. Como importante curiosidad cabe reseñar que el Cristo del Corcovado de Río de Janeiro (elegida como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno) no ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco cuando ya son más de un millar los lugares declarados como Patrimonio de la Humanidad en todo el mundo.

Yo, particularmente no estoy nada de acuerdo con esta lista. Sin intentar menospreciar a ninguna de las elegidas, creo que no es el sistema de elección adecuado, pues el mérito artístico no puede ser elegido por votación popular, más aún cuando no se exigió para la votación la tenencia de un mínimo de conocimientos artísticos. Evidentemente en este tipo de votaciones influyen otros criterios más allá de los artísticos, como son los políticos, los económicos, los de popularidad y los de proximidad. Se realizaron campañas publicitarias a nivel local en favor de la inclusión de determinados lugares por la repercusión económica futura que podría conllevar estar incluida o no en la lista final, y ahí, la población de determinados lugares inclinó la balanza en favor de unos u otros lugares. A excepción de Petra y Machu Picchu, todas ellas pertenecen a países con una gran población lo que puede poner en duda determinados lugares, como puede ser el Cristo del Corcovado o Chichén Itzá, ambos pertenecientes a países con gran población y ubicados en lugares muy turísticos gracias a sus playas, por lo que ese turismo no es precisamente de origen cultural.

Mucho me temo que esta lista perdurará en el tiempo, a pesar de no contar con la aprobación de la Unesco. Sólo hay que ir a visitar cualquiera de los lugares elegidos para comprobar in situ el hincapié que hacen en reseñar que forman parte de la selecta lista de las Siete Maravillas del Mundo Moderno. Entiendo que las votaciones hacen de la lista que se pueda vender como algo consensuado por la población, pero creo que determinados asuntos hay que dejarlo en mano de expertos no condicionados y cuya imparcialidad esté fuera de toda duda. Éste debería ser uno de ellos.


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