jueves, 28 de agosto de 2014

LA DISTRIBUCIÓN DE LOS TECLADOS

Elisa es italiana, de madre inglesa, y lleva casi diez años viviendo en España por lo que habla los tres idiomas a la perfección. Cuando yo vivía con ella, notaba que solía tener ciertos problemas con la “b” y la “v” a la hora de tener que diferenciar las palabras que desconocía en castellano, a partir de la pronunciación de la gente. Yo le decía que había que conocer las palabras pues no hay manera de diferenciarlas de forma oral ya que en castellano ambas grafías se corresponden con el mismo fonema y que no se discrimina el sonido de la “v” con respecto a la “b”, como sí que sucede con el resto de idiomas que contienen estos grafismos, donde la “v” es un sonido intermedio más o menos gradual entre el fonema bilabial /b/ y el fonema labiodental /f/ de la lengua castellana. Era algo que ella no lograba entender, que hubiese dos grafías diferentes para un mismo sonido por lo que acabó consultando a su amigo Vicente, al que siempre ha considerado como su experto personal en todos los campos de conocimiento.

Vicente le ratificó lo que yo ya le había dicho varias veces, que la “b” y la “v” se pronuncian igual en castellano y que no hay distinción oral entre ambas. Cuando se lo dijo le matizó, como yo ya había hecho con anterioridad, que ya los hispanos hablaban latín sin diferenciar ambos fonemas, de ahí la célebre frase atribuida a Julio César que afirmaba “Beati Hispani quibus bibere vivere est”, que se traduce como “Dichosos los hispanos para los que beber es vivir” y que a mí me había contado mi amigo Mario con anterioridad. Además, matizó que dicho error gráfico suele ser uno de los más vergonzantes que existen en el castellano escrito y que, para colmo, en los teclados aparecen una al lado de la otra por lo que es muy fácil pulsarlas por error. Yo le maticé que en los teclados sucede lo mismo con la “m” y la “n”, siendo un error muy embarazoso cuando hay que escribir después otra consonante y que algo parecido sucede con la “s” y la “x”. Todo esto era culpa del teclado que se usa en España, el denominado teclado QWERTY, bautizado así por la distribución de sus teclas alfabéticas (las ubicadas en la parte superior derecha).

La historia de las disposiciones de las teclas del teclado comienza con las máquinas de escribir. El estadounidense Christopher Sholes inventó en 1867 la primera máquina de escribir de producción masiva. Con anterioridad, hasta 51 inventores patentaron diferentes máquinas de escribir, pero ninguna era adecuada para la producción masiva. Esta máquina de escribir disponía de un teclado cuyo punto de partida original parece haber sido una disposición cuasi alfabética y la secuencia de la denominada “fila hogar” (d-f-g-h-j-k-l) da muestra de ello. Sin embargo, uno de los problemas con los que se encontró Sholes es que la máquina de escribir se atascaba cuando el mecanógrafo pulsaba rápidamente dos teclas adyacentes. Para minimizar los atascos, se reordenaron ciertas teclas para ralentizar deliberadamente al usuario, por lo que las letras y las combinaciones de letras más usadas en inglés fueron dispersadas en el teclado. Así nace el teclado QWERTY.

Por este motivo, el de la ralentización deliberada, hubo quien investigó en desarrollar otras disposiciones de teclas para incrementar la velocidad de tecleo, una vez que las máquinas de escribir fueron más eficientes. En 1893, la máquina de escribir Blickensderfer, la primera de fácil portabilidad, introducía un cambio significativo en la distribución de sus teclas, pues la fila inferior contenía las teclas más usadas en inglés, DHIATENSOR del cual se obtuvo su nombre, ubicadas de tal forma que incrementaba notablemente la eficiencia y evitaba los atascos.

Pero no fue hasta 1936, cuando los estadounidenses August Dvorak y William Dealey patentaron el teclado Dvorak, que sería el primer teclado diseñado para maximizar la velocidad de tecleo. Se diseñó a partir de una investigación de las letras y de las combinaciones de letras más usadas en inglés, así como de la fisiología de la mano, ubicando en la “fila hogar” las teclas más usadas para minimizar los intercambios entre filas y los movimientos de los dedos, logrando un tecleo más rápido y preciso, provocando menos esfuerzo y fatiga para dedos y manos. A pesar de que la eficiencia de la disposición de este teclado es superior a la del teclado QWERTY, nunca logró relegarlo y pasó al olvido, aunque sigue vigente y es posible configurarlo en cualquier sistema operativo.

El último intento ha sido el teclado Colemak, desarrollado por Shai Coleman en Enero de 2006 con el objetivo de lograr una escritura más rápida y facilitar la escritura colocando las letras de mayor frecuencia bajo los dedos más fuertes, previniendo el síndrome RSI, que puede ser causado por movimientos repetitivos y duraderos, como el presionar las teclas más frecuentes en una posición desfavorable.

El caso es que a pesar de las notables deficiencias de diseño, la distribución de teclado QWERTY se ha convertido en el estándar de facto para máquinas de escribir y teclados ingleses y españoles, a pesar de que esta distribución está lejos de ser la más eficiente para escribir, pues exige al mecanógrafo mover sus dedos entre filas para teclear las letras más comunes. Otros idiomas escritos en el alfabeto latino usan a veces variantes de la distribución QWERTY, tales como la francesa AZERTY, la italiana QZERTY y la alemana QWERTZ, pero la mayoría de la disposición de las letras es idéntica.

Personalmente pienso que para que la distribución de las teclas de los teclados fuese eficiente, debería haber una distribución para cada idioma, o al menos para cada tipo de idiomas en función de la proveniencia de estos, ya que, por ejemplo, en las lenguas germánicas el uso de la “k” o la “w” está muy extendido, mientras que en las lenguas romances su uso es prácticamente marginal, al igual que en las lenguas romances el uso de las vocales es bastante más frecuente que en las lenguas germánicas.

Sin embargo, el que hubiese una distribución diferente para cada idioma provocaría que cuando cambiemos de país tengamos que reaprender la distribución de las teclas, algo que acabaría imponiendo la distribución inglesa como medida normalizadora, tal y como ahora, aunque en la actualidad se trate de una distribución ineficiente incluso para el idioma para el que fue creada.

En fin, que habrá que convivir con el riesgo de intercambiar la “b” por la “v”, ya que el remedio puede ser más perjudicial que las deficiencias actuales, al menos para mí, acostumbrado como estoy a la distribución de teclas actual y a utilizar sistemas operativos en distintos idiomas y países.


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