martes, 12 de marzo de 2013

EL SÍNDROME DE PETER PAN

Hace unos meses, estando una noche tomando unas copas con mis amigos Marta y Rule en el bar de Rafa, al que solemos ir muy habitualmente cuando voy de visita a mi ciudad natal, Marta, se refirió a Rafa, a Rule y a mí como sus tres “Peter Pan”. A ninguno nos molestó pues queremos mucho a Marta y sabíamos en el sentido en el que lo decía, aparte de que se encargó de resaltarlo como algo positivo. Entendimos que no lo dijo para tacharnos de irresponsables, sino para destacar que manteníamos la vitalidad y mentalidad de cuando éramos bastante más jóvenes y que nos gustaba vivir de esa manera.
Me llamó mucho la atención, porque unos años antes, Isa, una chica encantadora con la que mantuve algo más que amistad, me llamaba cariñosamente “su Peter Pan” y solía pedir en los bares a los que íbamos la canción de El Canto del Loco que se titula de la misma manera para vacilarme a continuación con la canción. También Isa lo decía como un aspecto positivo y supongo que lo hacía por el hecho de que llevábamos el mismo estilo de vida a pesar de los casi nueve años de diferencia que había entre ambos.
Para colmo, hace unas semanas fui a Valladolid a pasar el fin de semana con mi primo Jesus y sus amigos. En una de éstas, Raquel, una chica maravillosa por cierto, hizo un comentario parecido acerca de nosotros dos. Espero que fuera en los mismos términos que anteriormente hicieron Marta e Isa, aunque no lo quise aclarar.
Como casi todo el mundo ya conoce, Peter Pan es el nombre de un personaje ficticio creado por el escritor escocés James Matthew Barrie para una obra de teatro que llevaba el nombre de dicho personaje y que creó a principios del siglo XX. Dicho personaje es un niño que nunca crece. Sin embargo, inspirado en este personaje, un comportamiento sociológico caracterizado por la inmadurez del individuo en ciertos aspectos psicológicos y sociales se denomina “síndrome de Peter Pan”, aceptado en la psicología popular desde la publicación en 1983 del libro “El síndrome de Peter Pan, la persona que nunca crece”, escrito por el Dr. Dan Kiley.
En psicología, la personalidad de quien padece dicho síndrome es inmadura y narcisista, incluyendo algunos rasgos de irresponsabilidad, rebeldía, cólera, narcisismo, arrogancia, dependencia, negación del envejecimiento, manipulación y la creencia de que está más allá de las leyes, normas y convenciones sociales. Todo esto sería una coraza defensiva para protegerse de su inseguridad y del miedo a no ser querido y aceptado. Esto conllevaría que los que padecen este síndrome acaben siendo personajes solitarios, con escasa capacidad de empatía y cerrados sentimentalmente.
Por lo general, quienes padecen de este síndrome idealizan la juventud, tienen un marcado miedo a la soledad, se muestran inseguros y con baja autoestima, suelen ser egocéntricos y no se preocupan por los problemas ajenos, son irresponsables, tienen miedo al compromiso, por considerarlo coartador de su libertad, y baja tolerancia a la frustración, por lo que se sienten permanentemente insatisfechos. No se enfrentan a sus problemas, ni toman la iniciativa y ni se esfuerzan en ello.
Lo que es evidente es que, en la actualidad, los patrones sociales convencionales han cambiado considerablemente. El objetivo de una persona adulta no tiene por qué ser la formación de una familia, algo que siempre, hasta hace unas tres décadas, se había denotado socialmente como el culmen de la madurez, aunque todos hayamos conocido muchos ejemplos de que eso nunca se ha correspondido con la realidad. El caso es que la ausencia de responsabilidades familiares suele conllevar una mayor libertad individual que se suele asociar a patrones que se corresponden con generaciones ubicadas en tramos de edad más bajos haciendo una fácil asociación a que dicho individuo no quiera comportarse con los patrones supuestamente más acordes a los de su generación y se ubica más fácilmente en los de las generaciones que están en su misma situación social, es decir, la de generaciones sucesivas a la suya, todo ello sin evaluar el que las circunstancias personales de cada individuo son muy diversas y la ausencia de responsabilidades familiares o el grado de libertad individual pueden ser adquiridas a partir de otro tipo de circunstancias de origen muy distinto. Igual que hay individuos inmaduros que han optado o han acabado llevando una vida “más responsable” a los ojos de sociedad, otros individuos más maduros o responsables no han optado por llevar ese tipo de vida, (o no han podido optar o si han optado no lo han conseguido), y han adaptado su vida a esa decisión o circunstancia.
Está claro que en las sociedades más avanzadas la adolescencia es cada vez más duradera. Se prolonga el estilo de vida propio de la juventud y, por lo general, se quiere ser joven durante más tiempo. Eso provoca que se intenten tomar responsabilidades a edades más tardías, sobre todo aquellas que condicionan la vida o la forma de vivirla.
Evidentemente, Marta sólo se refería a una parte de lo anterior, de lo contrario, no saldría con nosotros frecuentemente y mucho menos se hubiese casado con uno de los tres, pues Rule es su marido. Los tres sabemos que se refería a que somos individuos que intentamos sacar diversión de cualquier momento y que intentamos disfrutar cualquier situación, al fin y al cabo, ella también es un poco “Peter Pan”. Con Isa guardo el mismo recuerdo, pues de no ser por los 400 kilómetros que nos separaban nuestra historia podría haber tenido un recorrido mucho más importante. Lo que no estoy muy seguro es si Raquel lo dijo con las mismas intenciones. Se lo tendré que preguntar.

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