jueves, 11 de septiembre de 2014

LA DERIVA MEDITERRÁNEA

El primer viaje de fin de curso al que acudí, (y único, por cierto), fue cuando acabé E.G.B. Acudimos la práctica totalidad de los compañeros de clase y disfrutamos de una divertidísima semana entre todos. Con algunos de esos compañeros había coincidido durante todo mi ciclo escolar y con el resto llevaba coincidiendo seis años, desde que nos trasladaron al C.P. Santa María que estrenamos seis años atrás, (a excepción de los pocos repetidores).

Fuimos a Torremolinos e hicimos una excursión a Ceuta y otra al parque de atracciones Tívoli World de Benalmádena. Desde luego que visto el resultado y el cómo disfrutamos todos, el destino fue muy acertado para aquellos niños de 13-14 años.

Con motivo del viaje a Ceuta tuvimos que cruzar el Estrecho de Gibraltar en un ferry desde Algeciras. Lo que más recuerdo de aquel viaje en ferry es que el estrecho de Gibraltar era demasiado ancho como para pensar que en un futuro iba a desaparecer, pues en clase nos habían dicho que la colisión entre las placas euroasiática y africana estaba acercando ambos continentes hasta su irremediable unión, a ritmo de unos pocos centímetros anuales. Este acontecimiento provocaría que el mar Mediterráneo se convirtiese en un lago hipersalino que acabaría desecándose, puesto que es mayor la cantidad de agua que se evapora anualmente, debido al clima cálido de la zona donde está ubicado, que la aportada por los distintos ríos que allí desembocan, entre los que destacan el Ebro, el Ródano, el Po, el Nilo, el Dniéper o el Danubio, estos dos últimos en el Mar Negro que está unido al Mediterráneo por el estrecho del Bósforo. Este déficit hídrico provoca que el mar Mediterráneo tenga una salinidad más elevada que el océano Atlántico, del cual recibe el agua que pierde debido a la evaporación.

Lo más curioso es que este suceso que se prevé que vaya a suceder en el futuro, ya sucedió con anterioridad. El mar Mediterráneo se formó a partir del primitivo mar de Tetis, que tenía una extensión mucho mayor que el Mediterráneo actual y que fue disminuyendo a medida que la placa Africana se aproximaba a la Euroasiática. Hace algo menos de seis millones de años, debido al levantamiento tectónico del Estrecho de Gibraltar, el mar Mediterráneo quedó desconectado del océano Atlántico, comenzando su desecación, que lo dejó reducido a una serie de lagos salados en el fondo de la cuenca marina. Este fenómeno, que duró algo más de 500.000 años, generó enormes depósitos de sal en el fondo del Mediterráneo, aún existentes, y disminuyó la salinidad del océano global, acontecimiento conocido como la crisis salina del Mesiniense.

Sin embargo, a partir de un probable hundimiento tectónico del Estrecho de Gibraltar que provocaría la ruptura del dique de roca que allí se había formado, las aguas del océano Atlántico encontraron de nuevo un camino por el que volver a atravesar del Estrecho. Como la diferencia de nivel entre el Mediterráneo y el Atlántico era muy grande, el mar Mediterráneo se llenó a un ritmo trepidante, generando la mayor y más brusca inundación que se haya conocido nunca en la Tierra. La entrada de aguas debió formar un caudal que llegó a ser unas mil veces superior al actual caudal del río Amazonas. Lo que había tardado miles de años en secarse, generando un enorme desierto de 1.500 metros de profundidad, se llenó en unos dos años, a un ritmo de hasta diez metros diarios de subida del nivel del mar. La forma de llenado se debió realizar a través de un descenso más o menos gradual desde el océano Atlántico hasta el centro del actual Mar de Alborán, en una especie de megarrápido por donde el agua circuló a cientos de kilómetros por hora. El canal que se formó atraviesa el actual Estrecho de Gibraltar provocando en su momento una profunda erosión de unos 500 metros de profundidad, ocho kilómetros de anchura y extendiéndose a lo largo de unos 200 kilómetros entre el Golfo de Cádiz y el Mar de Alborán. Así, el mar Mediterráneo volvió a existir y Europa y África volvieron a estar separadas por la barrera natural que el mar supone.

La separación actual de Europa y África es de 14.400 metros, que es la mínima anchura que tiene el Estrecho de Gibraltar. Como el actual movimiento de la placa africana es de 2,15 centímetros al año aproximadamente hacia el Norte, se estima que se unirá al extremo sur de España dentro de unos 650.000 años, separando nuevamente el mar Mediterráneo del océano Atlántico. Este acontecimiento provocará nuevamente que el mar Mediterráneo comience su proceso de desecación a ritmo de unos milímetros anuales, desconectándose del mar Negro unos 25.000 años después de haberse desconectado del océano Atlántico, lo que provocará igualmente la desecación del mar Negro, algo que, igualmente, ya sucedió con anterioridad.

Además, debido a la subducción de la placa euro-asiática con respecto a la placa africana que es la que provoca este acercamiento entre continentes, no sólo el mar Mediterráneo desaparecerá por la colisión entre estos, sino que dentro de aproximadamente 200 millones de años se habrán formado unos grandes plegamientos desde lo que hoy sería Gibraltar hasta los Alpes, a modo de una gran cordillera como sería actualmente la del Himalaya, quedando tras ella grandes zonas desérticas en las ubicaciones que actualmente comprenden Francia y Alemania. Igualmente, el nivel de los océanos ascenderá unos diez metros por ese fenómeno, debido a la evaporación del agua contenida en el mar Mediterráneo y su vertido sobre el resto de océanos en forma de lluvia, tanto directa como indirectamente.

Pero queda mucho para que todo esto suceda, si es que no sucede algún otro acontecimiento de enorme magnitud con anterioridad que interrumpa este proceso natural. La humanidad puede seguir disfrutando del mar Mediterráneo, así como de su clima propio que genera una fauna y una flora particular. Es más, no creo que la humanidad pueda ser testigo de la nueva unión entre Europa y África ya que con todo lo que ha sucedido en los últimos 10.000 años, desde que las primeras civilizaciones aparecieron, difícilmente el ser humano pueda lograr llegar hasta verlo sin haberse extinguido con anterioridad.

Por cierto, de la excursión a Ceuta me acuerdo de muchas más cosas y anécdotas que dan para mucha menos reflexión que ésta, pero que al recordarlas aún me sacan la sonrisa. Para casi todos era nuestra primera estancia en África aunque no cambiásemos de país y lo que no hicimos fue desaprovechar el momento.


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